El placer de descubrir y de enseñar

A pesar de que cada vez es menos frecuente que observemos el cielo debido a nuestros hábitos, pasamos mucho tiempo encerrados, y a la iluminación artificial, que apunta hacia cualquier dirección, menos donde se requiere, siempre nos sorprendemos cuando, desde un sitio alejado de la ciudad, podemos contemplar un cielo repleto de estrellas.

Podemos entonces imaginar la fascinación que esto provocaba en nuestros ancestros, quienes al pasar más tiempo bajo un cielo estrellado, seguramente estaban más familiarizados con los patrones de estrellas y con su movimiento. Notaron que algunos objetos no seguían el movimiento de la bóveda, como los planetas, y por eso mismo les asignaron ese nombre: “errantes” o “vagabundos”. Sin embargo, de cuando en cuando, aparecían en el cielo objetos que noche a noche aumentaban su brillo y que desarrollaban una especie de larga cabellera, de allí el nombre de cometas, y que podían volverse espectaculares. Luego de un tiempo, el objeto iba cambiando de orientación alejándose y volviéndose cada vez más débil, hasta desaparecer.

Los descubridores de estos objetos debieron recibir gran reconocimiento, quizá por esto, desde hace mucho algunas personas se dedican a mirar el cielo buscándolos, ya que no sólo  les da fama sino que los  vuelve inmortales, pues el cometa tendrá su nombre. Esto fue tan importante en algunas épocas, que el astrónomo Charles Messier compiló, alrededor de 1770, su famoso catálogo de objetos difusos para evitar que los buscadores de cometas, como él mismo,  los confundieran y, frecuentemente, reportaran como nuevos cometas.  Lo sorprendente es que el catálogo incluye remanentes de estrellas supernovas, cúmulos de estrellas, nubes de formación estelar y galaxias, cuyo estudio ha dado una perspectiva mucho más amplia  a la Astronomía.

Un cometa se acerca, el ISON, y ha generado gran expectativa; no sabemos qué le sucederá al tener su máximo acercamiento al Sol, pero por lo mientras, en este número, José Ramón Valdés nos presenta un texto con la información que se tiene hasta la fecha. Esperemos nos dé un buen espectáculo.

El descubrimiento en Astronomía no se centra, desde luego, sólo en estos objetos. Astrónomos de todas las ramas tratan siempre tratan de estudiar grandes muestras de sus objetos de interés, observar lo más débil, lo más lejano, con los telescopios e instrumentos más modernos. Por eso, en este número presentamos artículos con descubrimientos recientes desarrollados por astrónomos de nuestra región, incluyendo investigaciones sobre  instrumentación y equipo astronómico.

Como ya hemos comentado, en números previos dedicados a la Astronomía, nuestra región se distingue, desde hace unos 70 años, por grandes descubrimientos astronómicos. La Cámara Schmidt de Tonantzintla dejó un legado que aún tiene un gran potencial, sus placas astronómicas, aquellas donde se descubrieron miles de objetos que hicieron famosos a los astrónomos mexicanos de esa época. Esta colección consta de más de 15 mil placas que están siendo digitalizadas para que, con técnicas y equipo de cómputo recientes, sean reanalizadas. Guadalupe Rivera nos plática de posibles descubrimientos en ellas, mientras que Carlos del Burgo nos platica sobre un tema muy actual en astronomía: el descubrimiento de otros planetas y nos comenta su contribución en el tema. Otra área de gran reconocimiento es la Óptica, que ha estado siempre muy relacionada con la astronomía. Fermín Granados nos narra desde los primeros trabajos, hace ya más de 40 años, que se hicieron en óptica, hasta los más actuales, relacionados con grandes telescopios.

En los últimos años, a través de grandes colaboraciones, se han desarrollado dos grandes proyectos astronómicos que se localizan en el volcán Sierra Negra, el GTM y HAWC. Ambos nos han dado recientemente buenas noticias, el GTM se conectó con otros radiotelescopios para mostrar algunas de sus capacidades de observación, Jonathan León Tavares nos explica su importancia y su potencial para descubrir cosas novedosas. En el caso de HAWC, se tienen ya en funcionamiento 100 tanques, de los 300 que lo constituirán, con los cuales ya es posible tener observaciones científicas, dos artículos en este número nos hablan de diferentes aspectos de este experimento.

Por otro lado, el año anterior, estudiantes del posgrado de Astronomía de la UNAM en el DF organizaron una reunión, este año, con la finalidad de extenderla a estudiantes del INAOE, les propusimos organizarla en Tonantzintla; el resultado es que se extendió a todas las instituciones que tienen estudios de posgrado en la rama, y más de 80 estudiantes asistieron al INAOE para la segunda Reunión de Estudiantes de Astronomía. Denise Lucero aprovechó la ocasión para preguntar  a varios de ellos, entre otras cosas, qué les hizo seguir esta especialidad.

Dos pasos antes, para estudiantes, del nivel medio y medio superior, existe un programa, originalmente para  Puebla y Tlaxcala, que está teniendo un auge muy importante en otros estados como Oaxaca, Querétaro y Sonora: Del Aula al Universo, donde estudiantes de clubes de astronomía ensamblan su telescopio y aprenden a utilizarlo para luego compartirlo con su comunidad, esparciendo el conocimiento astronómico y científico no sólo en su escuela, sino también entre la población cercana. Los representantes de  las instituciones involucradas escriben sobre los resultados a la fecha y los planes futuros.

Dice una amiga, Luz Chapela, que a la menor provocación exhorto, a quien se deje, a mirar el cielo, a conocer sobre el universo; bueno, no puedo dejar pasar esta excelente ocasión para reiterarlo. Espero que los artículos incluidos en este número de Saberes y Ciencias tengan este efecto, que generen interés por la astronomía y por redescubrir el cielo.

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