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Enfermedades en y de la globalización

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Con la hegemonía del capital financiero se estandarizó el consumo de alimentos chatarra y cambió drásticamente el estilo de vida de los globalizados: ingesta abundante de alimentos con elevados contenidos de grasas, azúcar y sodio, y muy pobres en fibras, minerales y vitaminas, y simultáneamente, un cambio en nuestras cotidianas vidas urbanas: nos hicimos más sedentarios. El exceso de calorías consumidas y el nulo ejercicio físico se manifiesta en un aumento de sobrepeso y obesidad, más alto aún entre la población de niveles socioeconómicos elevados: en el norte del país, en las mujeres y en las localidades urbanas. El año pasado, de cada 100 mexicanos adultos (mayor a 19 años) había 39 con sobrepeso y 32 con obesidad, cuando 12 años antes eran 38 y 24, respectivamente, para decirlo coloquialmente, siete de cada 10 adultos en México tienen problemas de sobrepeso y obesidad, según La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, (ENSANUT, 2012).

La obesidad es una de las causantes de las llamadas enfermedades crónicas no trasmisibles, como lo son la diabetes mellitus, la hipertensión y las cardiovasculares; una ingesta de alimentos saludable (frutas y verduras, leguminosas y cereales; bajos en sodio, azúcar y grasas) y una vida con más actividad física disminuiría las enfermedades de síndrome metabólico. Además, permitiría utilizar el gasto público en otras prioridades de salud, ya que actualmente uno de cada siete pesos destinados a la salud pública es para atender la obesidad y el sobrepeso y, de continuar la tendencia, será uno de cada cuatro pesos en 2017 (ENSANUT, 2012). No obstante que tenemos una gran variedad de flora y fauna, y una diversidad de culturas que generan alimentos nutritivos e inocuos, de acceso económico para la mayoría y de exquisita degustación, nuestra alimentación cotidiana es muy pobre en nutrientes; consumimos lo que las agroempresas trasnacionales producen, no en función de nuestra salud, sino de la rentabilidad de su actividad. Cualquier programa de salud pública necesariamente debe considerar la producción agrícola libre de contaminantes y una agroindustrialización de alimentos inocua, además de regular la publicidad de los productores de alimentos chatarras y gravar dichos productos.

Hay evidencia robusta para asumir un compromiso nacional para promover otras formas de alimentarse y de ejercitarse. En la actualidad, a uno de cada 10 adultos en México le han diagnosticado diabetes mellitus; eso significa un aumento de 84 por ciento respecto al registro de hace 12 años. Uno de cada siete decesos es por diabetes y la actual tasa de mortalidad de diabetes es de 71.7 por cada 100 mil adultos, el triple de la registrada hace 30 años. Los casos de hipertensión diagnosticados son un poco más altos que el número de casos con diabetes y, por si eso fuera poco, la mitad de los diabéticos son, además, hipertensos. Si consideremos que por cada tres adultos diagnosticados hay uno no diagnosticado, la estimación de adultos diabéticos en México es de 10.6 millones, y si cada uno de los diabéticos diagnosticados gasta en medicinas 815 dólares, como lo estima la Federación Internacional de Diabetes, el desembolso anual es de 8 mil 647 millones de dólares, excesivo para un país con bajos niveles de ingreso y alta desigualdad social.

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