La conquista del espacio: plantas epífitas

Comúnmente se tiende a pensar que cualquier planta necesita de tierra fértil, agua y cuidados para su óptimo desarrollo. Cuando se cultivan en casa se les pone en macetas donde tendrán tierra, se les suministra agua y de la tierra tomarán los nutrientes que les ayudarán a desarrollarse de manera óptima. Si crecen directamente en el suelo, de igual forma absorberán de éste los nutrientes que necesitan para poder sobrevivir; sin embargo, esto no siempre es así.

Se calcula que en nuestro planeta se han descrito cerca de 1 millón 700 mil especies de seres vivos; de esa cifra cerca de 300 mil  son plantas (Llorente-Bousquets y Ocegueda 2008), con formas de vida adaptadas a diferentes ambientes y condiciones.

· Tillandsia usneoide, famille des Bromeliaceae, por J-P.M, en www.flickr.com, http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/7f/Orkid%C3%A9_med_luftr%C3%B6tter,_Nordisk_familjebok.png

· Tillandsia usneoide, famille des Bromeliaceae, por J-P.M, en www.flickr.com, http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/7f/Orkid%C3%A9_med_luftr%C3%B6tter,_Nordisk_familjebok.png

Dentro de la gran diversidad de formas biológicas existentes, hay plantas que no crecen en el suelo o en macetas, sino que lo hacen sobre árboles, en cables de electricidad o telefónicos, donde por cierto parecieran a simple vista “bolas” o “nidos de aves”. A este grupo de plantas, que desafían la lógica que indica que las plantas solo crecen en el suelo o en el agua, se les conoce como “epífitas”.

Plantas epífitas

Existen más de 30 mil especies de plantas epífitas en el mundo entero, algunas de las más conocidas incluyen helechos, líquenes, cactus, bromelias y orquídeas.

Las plantas epífitas son organismos que se desarrollan sobre otras plantas; el término tiene su origen en las palabras griegas epi (arriba, o encima) y phyton (planta). Así, las plantas epífitas se sujetan mediante sus raíces como mecanismo de soporte; por esta razón no se sujetan al suelo. Esta adaptación les brinda una mayor disponibilidad de luz solar, disminuyendo su competencia por este recurso, ya que cuentan con adaptaciones que les permiten absorber agua y nutrientes a través de sus hojas, y evitar la pérdida de agua, ya que cuentan con una capa cerosa en sus hojas para evitar la evaporación del agua. En algunos casos, como los líquenes, se enrollan  sobre sí mismos cuando hay escasez de agua, o en otras plantas epífitas se puede observar   además que sus hojas forman pequeños tanques de almacenamiento de agua, por lo que además de tener agua disponible para sí mismas, se convierten en pequeños  microhábitats que favorecen notablemente la presencia de especies de artrópodos, anélidos e incluso de anfibios. Esta riqueza viviente tiene desde el punto de vista ecológico, una gran relevancia, contribuyendo de forma importante a que los bosques húmedos tropicales cuenten con la más alta diversidad biológica de los ecosistemas terrestres (Granados-Sánchez et al, 2003); adicionalmente las plantas epífitas de los bosques tropicales llegan a contribuir con entre 25 y 35 por ciento de la diversidad vegetal (Gentry y Dodson, 1987).  A pesar de que la mayoría de las plantas epífitas crecen en las selvas tropicales y subtropicales donde existen altas condiciones de humedad, también se pueden encontrar en ecosistemas de climas templados y secos.

¿Ladronas de nutrientes?

Se tiende a pensar que cualquier planta que crece sobre otra es mala y dañina para la planta que está brindando soporte; sin embargo, esto no siempre es así. Hay un grupo de plantas, como el muérdago (género Viscum), que crece sobre los árboles, y que se alimenta de los nutrientes del árbol, llegando hasta matarlo; a este grupo de plantas se les llama “parásitas”. Las plantas epífitas, a diferencia de las parásitas, no se alimentan del árbol; por lo tanto, no lo dañan, así que no toda planta que crece sobre los árboles es dañina; todo depende de la especie de planta de que se trate.

En la variedad está el gusto

p-6bLas plantas epífitas no pertenecen a un solo grupo de plantas (familia botánica), por mencionar algunas podemos nombrar a las bromelias, las orquídeas, las pteridofitas, e incluso algunas cactáceas que se encuentran en variados tipos de ecosistemas y climas.

Las bromelias son una familia botánica que es prácticamente exclusiva de América, ya que de sus cerca de 2 mil especies solo una se distribuye de manera natural en África (Valdés, 1990). En esta familia botánica se pueden encontrar especies de gran importancia para tradiciones como la Tillandsia usneoides, mejor conocida como “heno” y usada en los nacimientos mexicanos. Otra de sus especies representativas y de gran importancia económica es la piña (Ananas comosus).

Otra de las familias botánicas que tiene una gran cantidad de especies epífitas son las orquídeas. Esta familia está compuesta por cerca de 30 mil especies y tiene una gran importancia comercial, a pesar de que solo unos tres géneros y unos cientos de especies son las que se usan con fines hortícolas (Eccardi y Becerra, 2003).

Las pteridofitas son una familia botánica compuesta por alrededor de 10 mil especies. Algunos de sus géneros son utlizados como plantas ornamentales y en especial sus especies epífitas son de gran importancia en los bosques y selvas húmedas, ya que ayudan a captar el agua de las neblinas, ayudando de manera sobresaliente al equilibrio de estos ecosistemas.

Las cactáceas son principalmente terrestres; sin embargo, algunas especies son epífitas o trepadoras; una de estas especies que tiene una explotación comercial en México es la pitahaya (Hilocereus undatus), que produce un fruto de cáscara rosada, pulpa blanca y un sabor semidulce.

No cabe duda que en la naturaleza siempre se van a encontrar formas de vida que en su lucha por conquistar nuevos espacios van a brindar no solo un gran atractivo visual, sino que una serie de bienes y servicios ambientales, que son fundamentales para el sano desarrollo de diferentes ecosistemas. Las plantas epífitas son sorprendentes y al saber más de ellas se debe tener un cambio de actitud hacia ellas para respetarlas y valorarlas, a fin de cuentas todo ser vivo es de gran importancia ecológica, cultural y socialmente hablando.

 

Bibliografía

 

Arauz-Cavallini, L.F., 1998, Fitopatología: un enfoque agroecológico. Costa Rica,  Editorial de la Universidad de Costa Rica.

Cabral, Elsa L., s/f, “Las plantas epífitas del macrosistema Iberá”. Argentina, Universidad Nacional del Nordeste, pp 4. Disponible en línea http://www1.unne.edu.ar/cyt/2002/06-Biologicas/B-005.pdf (Consultado en agosto 2011)

Hilje Q. Luko y otros, 1991, Plagas y enfermedades forestales en América Central: manual de consulta y guía de campo. Turrialba, Costa Rica, Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza, pp 185.

Eccardi, F., y R. Becerra, 2003,  “Las orquídeas en la CITES, entrevista a Eric Hágsater” en Biodiversitas 49:12-15, México, Conabio.

Gentry, A.H. y Dodson, C., 1987, “Contribution of nontrees to species richness of a tropical rainforest”. Biotropica 19: 149-156.

Granados-Sánchez, D. y otros, 2003, “Ecología de las plantas epífitas”. Revista Chapingo Serie Ciencias Forestales y del Ambiente 9(2): 101-111.

Llorente-Bousquets, J., y S. Ocegueda, 2008, Estado del conocimiento de la biota, en Capital natural de México, vol. I: Conocimiento actual de la biodiversidad. México, Conabio, pp. 283-322.

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