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Una mirada dice más que mil palabras

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¿Te has preguntado alguna vez si los animales perciben el mundo que los rodea igual que tú? ¿Cómo crees que vean? ¿A colores? ¿Blanco y negro? Para nosotros los seres humanos el sentido de la vista es fundamental y se lleva a cabo a través de los ojos; gracias a este sentido nos podemos ubicar en el espacio, nos damos una idea de las dimensiones, distinguimos los colores y formamos un entorno para desarrollarnos. Nuestra visión es gracias a los rayos de luz y a unas células llamadas conos y bastones (nombre dado por su forma) ubicadas dentro de la retina de nuestras estructuras ópticas; éstas llevan a cabo un complejo proceso sensorial enviando la información recibida hacia el cerebro por medio de un nervio óptico y para poder así formar una imagen.

En el caso de los animales, su mecanismo visual es igual o más complejo que el de nosotros los seres humanos, ya que a partir de un “modelo convencional” se han derivado una gran variedad de estructuras oculares dependiendo al grupo que pertenezcan, de su función dentro de un ecosistema y de los hábitos de cada organismo. Para la gran mayoría de estos seres vivos el sentido de la vista es quizá el más importante, de él depende su sobrevivencia ya sea para conseguir alimento, encontrar pareja o percibir algún peligro.

Como mencionábamos anteriormente, no todos los animales ven igual, ni poseen ojos similares. Los artrópodos (insectos) basan su visión en la respuesta que genera su protocerebro, que no es un cerebro como tal sino una cadena nerviosa modificada que posee las estructuras relacionadas con sus ojos compuestos y ocelos. Siguiendo con los invertebrados, algunos erizos y estrellas de mar no presentan ojos, sólo unas simples manchas pigmentarias que se relacionan con el cambio de iluminación de su ambiente. En el otro extremo, con una visión muy desarrollada se encuentran los cefalópodos, también llamados pulpos y calamares: dada su naturaleza de depredadores la evolución los ha dotado de estructuras especializadas para cazar, entre ellas una visión excepcional. Gobernando los cielos las aves de presa como las águilas y halcones (rapaces) se llevan el primer lugar, debido a que las estructuras que se encuentran en sus ojos están altamente modificadas en comparación con otros animales e incluso con los humanos; estas aves poseen millones de células que amplifican la calidad de la imagen de su presa, mejor que cualquiera de las sofisticadas cámaras fotográficas que podamos encontrar. Por otro lado, entre los reptiles, las serpientes son los depredadores por excelencia y para serlo se basan principalmente en las vibraciones del suelo y en su visión: sus ojos actúan como unas cámaras termográficas que les permiten enviar información al órgano de Jacobson o vomeronasal y así obtener una visión infrarroja, lo que les permite ser más eficientes a la hora de cazar.

La retina de los felinos es capaz de captar 5.2 veces la luz que captaría la de una persona. Esto se debe en parte al gran tamaño de su córnea y a que su pupila, al ser vertical, tiene un diámetro superior a la nuestra, lo que facilita la iluminación de la retina. También las propias células de la retina están mucho más especializadas para la captación de la luz. Todos hemos visto alguna vez cómo se iluminan los ojos de los gatos cuándo les da la luz de los faros de una coche por la noche, esto se debe a que en su retina tienen una estructura llamada tapetum lucidum que se encarga de reflejar la luz para mejorar su visión nocturna.

Como nos hemos dado cuenta, la gran diversidad de órganos visuales que encontramos en la naturaleza es inmensa, y nos sorprende cada día más.

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