¿Disminuyó la migración internacional?

La pregunta con que se nombra este texto ha adquirido importancia en meses recientes. En los últimos años se ha publicado información que motivó la búsqueda de respuestas, pero hallarlas no fue fácil. Tres textos —y sus datos—, que nos sirven de base, tienen posturas diferentes. Uno presenta la respuesta afirmativa; otro sostiene que los trabajadores migrantes resultaron afectados por la actual crisis del capitalismo y que en algunos países se implementaron programas —con resultados desiguales— ante el probable regreso masivo de migrantes; uno más exhibe información que lleva a entender que la respuesta puede ser negativa, pero tampoco es generalizable. ¿Qué tienen en común las tres posiciones? En todas se reflexiona en el marco de la crisis económica mundial que se inició en 2008.

La posición afirmativa —optimista desde la perspectiva estadounidense— se presentó en el último tercio de 2012. Passel, D’Vera y GonzalezBarrera publicaron, a través del Pew Hispanic Center, el estudio llamado Net Migration from Mexico Falls to Zero —and Perhaps Less. Apoyándose en datos gubernamentales de México y Estados Unidos (EUA) exponen la siguiente idea: el flujo migratorio de México a EUA se ha detenido y pudo haber retrocedido. La “paralización” migratoria obedece a varios factores: el debilitamiento del mercado laboral estadounidense, en especial el de la construcción de viviendas —este último un segmento del mercado de trabajo con presencia importante de trabajadores indocumentados—, el aumento de la vigilancia fronteriza, el aumento de las deportaciones, los crecientes peligros de los cruces fronterizos no documentados, el retroceso de las tasas de natalidad en México, y las difíciles condiciones económicas en México. Sin embargo, la idea se matiza: aceptan que la migración de mexicanos puede retomar su tendencia creciente una vez que se recupere la economía estadounidense.

La segunda posición se presentó en 2009. La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) publicó el texto de Ibrahim Awad llamado The global economic crisis and migrant workers: impact and response. El documento examina el contexto mundial de la migración en cuatro dimensiones: la baja de oportunidades de emigración y empleo como base del retorno, el volumen de remesas enviadas, posible aumento de la discriminación y xenofobia, las políticas de los países involucrados para paliar los efectos de la crisis. Dos de sus hallazgos son de interés aquí. Uno es que hasta el momento del análisis los regresos masivos no se habían producido, aunque, en algunos países latinoamericanos, los flujos habían disminuido pero —anotamos nosotros— no se habían detenido. Otro es que aunque las remesas han sufrido un retroceso —los pronósticos del Banco Mundial para 2009 eran de entre -5.0 y -8.0 por ciento— se habla de estabilidad a pesar de los efectos de la crisis económica mundial.

La tercera posición es la del Consejo Nacional de Población (Conapo), revisada a través de su Índice y Grado de Intensidad Migratoria (IIM) para 2000 y 2010. En este espacio es difícil presentar la panorámica completa. Nos limitaremos a lo ocurrido en aquella década en las regiones económico-administrativas del estado de Puebla. El índice del Conapo parte de cuatro variables, todas basadas en porcentajes referidos al número de hogares por municipio y describiendo lo ocurrido el “quinquenio anterior”: recepción de remesas, emigrantes en EUA, migrantes circulares y de retorno. En general en las regiones del estado parece haberse incrementado la migración. La excepción es la que se ha reconocido de mayor inclinación por la migración internacional: la mixteca. Observada a través del IIM, aunque se ha mantenido estable en los niveles bajos, aumentó en el nivel alto y disminuyó en el muy alto. Cinco municipios disminuyeron su “fuerza migratoria”. Algo similar ocurrió con la recepción de remesas. El cambio de mayor fuerza se percibió en la presencia de emigrantes en EUA: el grado muy alto disminuyó de 27 a 7 municipios y se reagruparon en los grados bajo y medio. Sin embargo, el retorno de migrantes se mantuvo en un nivel de muy bajo y bajo.

En la parte de norte del estado —las sierras norte y nororiental que habían mostrado en 2000 la menor inclinación hacia la migración— resalta el cambio en ocho municipios que en 2000 había reportado nulo IIM: todos modificaron su “fuerza migratoria”. Lo mismo ocurrió con dos municipios de la región Tehuacán-Sierra Negra. En las regiones del norte se percibe un aumento moderado de los hogares que reciben remesas —aunque se desconoce su cuantía— que refleja un reforzamiento del ingreso económico por esta vía: se concentran en los niveles muy bajo y bajo. Los emigrantes en EUA muestran un aumento discreto que contrasta con los bajos niveles de los migrantes retornados que se concentran entre los niveles nulo y muy bajo. Estas tendencias se repiten con distintas intensidades en las regiones del estado de Puebla. Se puede concluir que las aproximaciones macro mencionadas arriba reclaman ser re-examinadas en contextos más inmediatos. No hacerlo así conduce a una menor certeza de los análisis.

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