Mi experiencia como becario en el extranjero Ann Arbor

Quizás en México sea poco conocida, pero la Universidad de Michigan es catalogada como una de las mejores universidades del mundo. Está en Ann Arbor, a treinta minutos de Detroit. Mientras que Detroit es una metrópoli caótica en bancarrota y con muchos problemas sociales, como desigualdad, violencia y una historia llena de contradicciones, Ann Arbor es todo lo contrario: un pequeño pueblo americano que funciona casi perfectamente y cuyo corazón es la universidad.

En Ann Arbor el mejor sistema de transporte no pertenece al municipio, sino a la universidad, pues no cobra y funciona durante gran parte de la noche. Sin embargo, el lugar es tan pequeño que un gran número de sus 100 mil habitantes camina a su destino. La principal atracción es el Michigan Stadium, el único estadio de fútbol americano del mundo al que le caben más de 109 mil personas. Me costó trabajo creerlo, pero es incluso más grande que el Estadio Azteca.

La gente es amigable. Hay pocos rostros latinos, comparado con ciudades como Nueva York, Chicago o Miami. Sin embargo, hay muchos extranjeros, principalmente estudiantes asiáticos. Son tantos que al pasar unas semanas ya podía distinguir quién es coreano, chino, taiwanés o japonés sólo por los rostros. En resumen, ha sido fácil vivir en Ann Arbor pero dicen que me arrepentiré de mis palabras porque el invierno es despiadado.

Como la vida es tranquila, uno puede dedicarse casi completamente a estudiar. Se agradece, pues las clases exigen mucha dedicación. Estudié Ciencia Política y mi maestría es en Políticas Públicas, pero a diferencia de lo que muchos pensarían, paso más tiempo resolviendo ecuaciones y gráficas que el que paso leyendo o escribiendo. El programa tiene una fuerte carga cuantitativa que busca transformar situaciones sociales en aspectos cuantificables. En enero haremos una intervención con el gobierno de Michigan para participar en soluciones específicas a la contaminación y uso del agua de la región de los Grandes Lagos en la frontera de Estados Unidos y Canadá.

Otro aspecto importante es la pluralidad. La Universidad me exige tomar cierto número de créditos en otras facultades. Este semestre compartí clases con biólogos, ambientalistas y sociólogos. Las discusiones son interesantes, pues ayudan a pensar en los problemas desde distintas ópticas y a enfrentar tus ideas y prejuicios.

Salvo los asiáticos, hay pocos estudiantes de países en desarrollo. En mi programa somos menos de 10 latinos. Muchos estudiantes de otras partes del mundo no tienen apoyo de sus gobiernos, lo cual explica en gran medida que sean tan pocos. Todos los mexicanos tenemos alguna beca de Conacyt y eso nos ha permitido crear lazos indelebles con personas de otros países, así como reforzar nuestro compromiso con el país al que queremos mejorar.

Estudiar un posgrado en el extranjero es un proceso largo. Después de ser aceptado por una de las mejores universidades del mundo uno esperaría encontrar muchas fuentes de financiamiento. Sin embargo, al menos en mi caso, sin el apoyo del Concytep no habría podido continuar mis estudios. Por ello, esta beca es simplemente invaluable. Me ha permitido aprender más sobre las causas de los problemas en otros lugares del mundo. Además, estoy entendiendo la forma en que otros han resuelto sus dificultades.

Es una gran oportunidad que sin duda me permitirá colaborar para que en el futuro, Puebla sea un lugar aún mejor.