Dejamos el círculo vicioso para ser un círculo virtuoso: Banda Urbana

La Tamalera es iniciativa de la Banda Urbana que desde hace varios años promueve un trato digno para los jóvenes que gustan del graffiti, no aquel de rayas vandálicas, sí aquel que con imágenes explora temáticas vayan al barrio y aprecien lo que  se ha pintado en las fachadas de algunas vecindades.

Hace año y medio,  Banda Urbana solicitó el apoyo del Instituto Municipal de la Juventud para habilitar en el barrio de San Antonio una vieja caseta de vigilancia y convertirla en una biblioteca. Con un año de trabajo intenso, la biblioteca trabaja todos los días, presta servicios de Internet gratuito para realizar tareas y consultas académicas y creó La Tamalera, con la finalidad de acercar los libros a los niños del barrio. Así, un triciclo decorado por la Banda Urbana, más de una veintena de libros y una pequeña bocina con micrófono ruedan por las vecindades.
La biblioteca y la tamalera
“Cuando le dije a la banda que queríamos poner una biblioteca me dijeron: lo que te fumaste ya te afectó, en el barrio para qué queremos una biblioteca, pocos sabemos leer y escribir, esa es otra de las situaciones que se ve y no es de hoy, es de toda la vida” narra Miguel Díaz, miembro de la Banda Urbana, que desde hace años junto con Richar, Silver, sus carnales y muchos amigos externos como “El arqui Funes” que lanzó una convocatoria por redes sociales para la donación de libros, trabajan para el barrio.

“Un domingo nos empezaron a traer muchos libros; fue muy grato ver que hay mucha gente que se desprende de algo para ayudar a los demás y ahí inicia una labor y un trabajo que ha sido muy bonito.

Un día —continua Miguel— Érika Burgos, encargada de Salas de Lectura de Conaculta, me invitó a  un círculo de lectura, porque claro ¡ya leo! Veo que se ponen a leer un pedacito y después comentan lo que leyeron; es impresionante la forma en que le ponen pasión a la lectura y dije: ¿a poco un día se podrá hacer esto en mi barrio? Y ya ven; después le llamé a Érika y le dije que si podía venir a ayudarnos”. Desde entonces Érika Burgos y un grupos de jóvenes asiste a las lecturas sabatinas.

“La Tamalera tiene un acervo de libros para niños; cuando llegamos a las vecindades la convocatoria es para los niños y la banda llega, te dicen: ¿qué onda, mi Díaz, no necesitas que te ayudemos con algo?, y yo les digo: señores, no me lo tomen a mal, nos vamos a quedar aunque sea unos cinco minutos, y se quedan hasta dos horas.

“La respuesta ha sido muy favorable. Ellos (los que van a leer) no lo saben, pero los he llevado a vecindades peligrosísimas, vecindades donde antes te violaban y te hacían lo que querían, donde reinaban Los Pitufos, nuestros enemigos naturales”.

Este esfuerzo es apoyado por la Asociación Civil Makepalix, los colectivos La Pesera, el Pedal, Casa Activa 64 y muchas personas externas al barrio que decididamente colaboran con la banda.

“No somos magos, no movimos la varita y esto ya se hizo; ha venido mucha gente de fuera a ayudarnos, Nereo, de La Pesera, vino a ofrecer un taller de fotografía digital; trajeron ocho cámaras para que la gente y los niños aprendieran e hicieran foto”, agrega Miguel mientras me regala Barrio de San Antonio. Fotografías desde el interior, una publicación de diciembre del año pasado, parte del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y de Comunitarias (Pacmyc) y que contiene más de 60 imágenes del barrio, su gente y la vida cotidiana, tomadas por morritos y grandes.

“A través de Érika Burgos, Raúl Mújica nos invita a la Feria Internacional de Lectura (Filec); no sabíamos, pero es una feria muy chida, nos invitaron para mostrar lo que estamos haciendo en el barrio, estamos dejando de ser chido, banda, cabrones, putos, ñeros. ¡Que entonces nos inviten a esas cosas, no inventen… La Tamalera se fue rodando junto con los niños del barrio hasta Tonantzintla, fue impresionantísimo (sic)!”

Si bien existen muchos grupos, colectivos y esfuerzos particulares que trabajan con el fin de difundir la lectura en distintos espacios, éste, el de La Tamalera, persigue un propósito muy ambicioso: terminar con el estigma del viejo barrio bravo de San Antonio, ahí de donde se piensa erróneamente que surgieron “Los Pitufos”.

 

El barrio

 

“Para sobrevivir en el barrio tp-12-y-13enías que pelearte tres o cuatro veces al día, por lo menos; entonces imagínense. Luego nos venían a buscar: Miguel, qué onda güey, ven. Allá hay un güey que se quiere romper la madre contigo. Así era, no se preguntaba ni por qué ni cómo, era ¡cámara y va! Ese era el estilo de vida.

“A las 6 de la tarde hagan de cuenta que se daba el toque de queda, las calles deshabitadas, como a las 7, más menos, empezaban a salir las bandas ¡uff!

“En el barrio aprendimos muchas cosas positivas y negativas; ahí conocimos las drogas. Yo soy un adicto a la cocaína y el alcohol; tengo casi 14 años en recuperación. La finalidad de todo este rollo es la prevención de la adicciones; poca gente lo sabe y a todos los que inmiscuyo en estas cosas no les platico porque luego se imaginan cosas raras y no se dan cuenta que de una forma bien chingona, bien saludable, estamos previniendo las adicciones entre niños y jóvenes, no solo de San Antonio, también de Santa Anita, El Refugio, Xanenetla, La Luz y estamos por entrar al barrio de El Alto”.

 

“Dejamos el círculo vicioso

para ser un círculo virtuoso”

 

“En la vecindad que está frente a la biblioteca se reunía un grupo de chavos, entre 13 y 20 años que se dedicaban al robo y un día me acerqué y les dije:

“—Vengo a platicar con ustedes, figúrense que ya vieron que estamos arreglando allá enfrente.

“—Simón ¿Qué vas a poner?

“—Pues vamos a poner unos talleres, queremos capacitar a la gente, ya tenemos uno libros chidos; vengo a pedirles que si por favor pueden ayudar.

“—¡Ay, Miguelón, la neta tú sabes que somos rateros, ya no vamos a dejar de ser rateros y somos bien grifos!

“—Y yo los respeto y los sigo queriendo como cuando eran niños.

“—Sí, carnal, chido.

“—¿Entonces qué hago?

“—Nada carnal, como ves nos vamos a tener que ir, ya no vamos a poder estar acá,

“—No, no se trata de eso,

“—Sí, cabrón; nos vamos a tener que ir.

“Es un fenómeno esta situación, porque se fueron”.

Como bien relata la publicación Barrio de San Antonio, fotografías desde el interior, el barrio fue hasta el siglo XIX un arrabal de carboneros y ladrilleros que posteriormente se convirtió en la zona de tolerancia de la ciudad de Puebla; a mitad del siglo pasado la zona de tolerancia fue reubicada, dejando el barrio en una situación de deterioro con problemas de salud, violencia, drogadicción y un estigma que con el paso del tiempo no se ha podido borrar.

 

Comunidad segura

 

Lo que se esté haciendo en el barrio de San Antonio es documentado por el Programa Comunidades Seguras “Cultura de la prevención para construir entornos más seguros” para evaluar su viabilidad y aplicarlo en América Latina.

“Si este fuera un pinche programa gubernamental ya hubiera fracasado, porque ellos trabajan por un sueldo; nosotros queremos salvar a nuestro barrio, porque la gente aprenda a leer y escribir, porque lleguen amigos que nos cuenten un cuento, porque queremos enseñarles a trabajar a los niños; eso es lo que queremos en mi barrio.

“Nos estamos organizando, lo estamos haciendo nosotros para hacer una verdadera comunidad segura y no tiene que ver con seguridad pública y no, eso no quiere decir que ya no haya asaltos.

“Presumo que en el barrio tenemos cero puntos de venta de drogas. Donde nací y crecí no se vendían gramos, se vendían kilos de lo que ustedes quisieran, la mafia en pleno; en cada vecindario por lo menos había un punto de venta; hoy cero. No hemos tenido que recurrir a la Policía, sin querer recurrimos a algo que hoy entendemos como comunidad segura. Imagínense si no hemos dañado intereses con la labor que estamos haciendo.

“De buena gente yo no tengo nada, pero también tengo derecho a cambiar, tengo derecho a sentirme feliz. Yo soy feliz con esto que estoy haciendo”.

¿Qué onda con las drogas?

 

Hace 11 años, como parte de una iniciativa y trabajo de Banda Urbana, el Instituto Mexicano de P-12-Y-13Bla Juventud publicó ¿Qué onda con las drogas en Puebla? Ahí  enlistaron las 10 drogas de mayor consumo en Puebla, cómo darse cuenta si alguien de la familia está haciendo uso y abuso de alguna sustancia y qué hacer en ese caso para ayudar.

“Hoy vamos a pedir el apoyo a ver de quién para sacar la nueva edición; obviamente han cambiado algunas cosas; en aquel tiempo la mujer sí consumía, pero hoy es bien grueso, la mujer es policonsumidora, combina mariguana, psicotrópicos, alcohol y cocaína.

“El problema de las drogas es multifactorial, y así hay que hacer su prevención, y si lo hacemos multicultural va a ser esplendoroso porque el lema de la banda es Cultura contra la violencia; sí funciona y funciona bien chido”.

Hay niños de San Antonio que no saben leer y escribir, y esa es la preocupación de Banda Urbana.

“Debemos frenar a las generaciones que quieren seguir siendo lo mismo:

“—Órale, ese cabrón no trabaja, tampoco va a la escuela y chido, fuma mota güey y ahí está, yo quiero ser como él.

“Claro, es lógico que si eso ven eso quieran ser”.

Miguel relata que hace algunos meses conoció a un grupo de ocho niños entre seis y 12 años, los vio por primera vez saliendo de una tienda que vende artículos a tres pesos, le dio curiosidad y los siguió; estaban sacando de sus bolsillos la mercancía que alcanzaron a robar. Después de ese primer encuentro, los niños veían a Miguel en la biblioteca, que está al lado de la cancha de futbol, el punto de encuentro en el barrio y que además está bajo el resguardo de Banda Urbana.

“—¿Qué onda, ese puto; presta tu cancha, no? O qué güey, cuánto se te tiene que pagar?

“¡Chinga tu madre, pinche puto, cuando crezcas te voy a romper tu madre!”

Diariamente y por casi 15 días lo niños pasaban a saludar a Miguel; él los ignoró hasta que encontró una respuesta a la interrogante de cuánto había que pagar para usar la cancha.

“—¡A ver, ven pa’ca, hijo de tu pinche madre, ¿qué tanto me mientas la madre, puto? ¿Siquiera conoces a mi madre?

“—¡Oh!, ¿ya te enojaste?

“—Sí, puto; siempre vienes a mentarme la madre, puto.

“—Ah pues chinga tu madre, puto, pus no nos dejas entrar a la cancha.

“—¡Ah! de eso quiero hablar, entren. La entrada a la cancha cuesta 15 minutos de leer.

“—¿Qué? ¡Ah, chinga tu madre, pus es que no sabemos leer!

“—Pues, tráiganse al Mario, o yo les leo”.

“Y tuvieron queP-12-Y-13C venir todos los días a leer conmigo”.

Miguel considera necesaria hacer una aclaración: “Así les hablo eh, porque si les hablo de otra forma me dicen: ¡no soy puto, güey, para que me hables así!

“Ellos robaban para comer; hoy no; hoy venden gelatinas que su familia produce; entonces ellos ya trabajan. Díganme ustedes si no voy a querer lo que hago, por eso esto es exitoso, porque es entregar el alma”.

Miguel toma aire, habla mucho, dice que hablar es parte de su terapia, la lucha contra su adicción y Richard aprovecha para robarle la palabra:

“Yo también fui cabulilla; nomás que ya no me cuadró cuando asaltaron a mi jefa. Estoy contento de ayudar a mi barrio, necesitamos apoyo; no económico: moral. Aquí no tenemos sueldo, y sí nos aflige la familia pero sabemos trabajar y ahí vamos; hago artesanía; arreglo carros y motos; le buscamos manera de conseguir un varito pero no chingando a la gente; está chido tener oficios”.

En el espacio de la biblioteca se ofrecen los talleres de aerografía, impartido por Silver, tallado en madera por Richard, dibujo a cargo de Asael y próximamente el taller de herrería, que impartirá Miguel.

 

¿Cómo pueden

nuestros lectores

colaborar

con su causa?

 

“No creemos en proyectos que vienen desde afuera a querer cambiar un contexto, porque se arraiga poco en la gente; hay que escuchar lo que dice la gente que necesita. Este es un barrio que tiene vida y tiene sus propias expectativas de lo que quiere hacer, lo que necesitamos son manos”, señala “El arqui Funes”.

La biblioteca y La Tamalera reciben donaciones de libros, en especial de libros para niños, en 3 Norte y 28 Poniente, en el Barrio de San Antonio, en un horario de lunes a sábado de 9 a 18 horas; ahí también dan información para todos aquellos que se quieran apuntar como voluntarios.

 

 

 

Los niños del barrio.

“En este barrio se nace para ser ratero, puta o padrote y para ninguna de ellas necesitas ir a la escuela”.

Anónimo

 

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