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Definiendo la soberanía alimentaria

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Regularmente el concepto de soberanía alimentaria se ha confundido y se usan otros conceptos en su lugar; son los de seguridad alimentaria y autosuficiencia alimentaria. Como se puede ver, son conceptos parecidos, pero no son lo mismo y tampoco son sinónimos. Cada uno de ellos, al definirse, significa una estrategia alimentaria diferente, las cuales son adoptadas por los países del mundo y por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), dependiendo de su postura ante los grandes intereses mundiales, y de parecerse como conceptos, pasan a ser estrategias contradictorias y en casos, excluyentes.

Mural de Diego Rivera La fiesta del maíz, imagen tomada de http://1.bp.blogspot.com/_hNDPbUk-VQw/S- rt4sEOT_I/AAAAAAAAAGY/hfdIK043NCQ/s1600/maiz.jpg
Mural de Diego Rivera La fiesta del maíz, imagen tomada de http://1.bp.blogspot.com/_hNDPbUk-VQw/S- rt4sEOT_I/AAAAAAAAAGY/hfdIK043NCQ/s1600/maiz.jpg

La seguridad alimentaria representa dos niveles: el nacional, en donde el país proporciona seguridad alimentaria a sus habitantes, y el individual o familiar, en donde las familias tengan la certeza de contar con alimento en su mesa. Para la FAO la definición de la seguridad alimentaria desde una perspectiva nacional es el “equilibrio satisfactorio entre la demanda y la oferta de alimentos a precios razonables. Otra definición posible sería la de que un país tiene seguridad alimentaria cuando ninguno de sus habitantes está expuesto a la inseguridad alimentaria”. Sin embargo, esta definición, para la FAO por “sólida y clara que sea, excluiría prácticamente a todos los países del mundo. Por lo que sugiere disponer de una definición menos radical que permita distinguir, entre un país como los Estados Unidos, en el que se diría que la mayoría de las personas disfrutan de seguridad alimentaria, y otro como la República Democrática del Congo, en el que la seguridad alimentaria plantea mayores problemas” (http://www.fao.org/docrep/004/w3736s/w3736s03.htm)

Por otro lado, por autosuficiencia alimentaria se entiende el grado en que un país puede satisfacer sus necesidades alimentarias con su propia producción. “A veces se ha pensado que la manera preferible de mejorar la seguridad alimentaria de un país consiste en aumentar el nivel de autosuficiencia, y esta idea no deja de tener una cierta atracción de carácter intuitivo. Se puede pensar que un país ejerce un control mayor sobre su suministro alimentario si no depende de los mercados internacionales, en los que es posible que las importaciones de alimentos provengan de países políticamente hostiles. Además, los países en desarrollo pueden ser objeto de explotación en los mercados internacionales. La autosuficiencia suele medirse por la tasa de autoabastecimiento, es decir, el grado de contribución de la producción nacional al consumo interno total, sin incluir los cambios de existencias” (http://www.fao.org/docrep/004/w3736s/w3736s03.htm).

El asunto es que la producción de alimentos la desarrollo en productores locales que respondan a los intereses nacionales. Si la producción está en manos de empresas transnacionales, éstas responden a sus intereses y no a los del país, o bien a productores nacionales que estén más interesados en el mercado internacional y no en las necesidades alimentarias de la población. Ambos tipos de productores ponen en peligro la seguridad alimentaria.

Finalmente, el concepto de soberanía alimentaria, el cual implica la seguridad y la autosuficiencia, pero agregándole la capacidad del control interno y resolviendo las incertidumbres que dejan estos dos conceptos en cuanto al interés nacional.

La soberanía alimentaria requiere la capacidad de controlar y decidir por parte de los productores locales, sobre el proceso productivo de los alimentos, abarcando desde la producción hasta el consumo. Teniendo siempre en la mira la necesidad de mantener el autoabastecimiento tanto local, como regional y nacional.

La soberanía alimentaria va más allá de los conceptos de seguridad alimentaria y autosuficiencia, lo importante de ésta es que se tenga el control del proceso productivo por parte del productor y que su manejo sea autónomo.

Ahora bien, se puede decir que este es un objetivo inalcanzable en nuestro país, pero existen claras evidencias de que la agricultura campesina, basada en el trabajo de millones de campesinos e indígenas de México, ha resuelto en el pasado las necesidades alimentarias y es capaz de hacerlo en el presente y en el futuro. Para el caso nuestro, según datos de la FAO, este tipo de producción aporta 25  por ciento del valor de la producción rural.

El director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, Víctor Villalobos Arámbula, resaltó que más de 80 por ciento de la agricultura del hemisferio es familiar (o sea campesina) y es la actividad más importante para garantizar la seguridad alimentaria en los lugares más remotos. Afirmó que en este tipo de agricultura, el sistema de ejidos, “no es una carga, si nos organizamos bien”, por lo que consideró que en México la reforma del campo, que está en proceso de diseño, debe considerar que hay diferentes tipos de agricultura y hacer trajes a la medida, considerando este tipo de agricultura.

Por otro lado, Nuría Urquía, representante de la FAO en México, indicó que las superficies que cultivan los agricultores familiares son muy diferentes en cada país: los uruguayos tienen en promedio 77 hectáreas (has) por persona; los argentinos, 142 has; los brasileños, 64 has; los chilenos, 17 has, y los mexicanos, entre 5 y 10 has. Esta funcionaria abundó que los países que se reúnen en el Comité se Seguridad Alimentaria recomiendan brindar una atención específica y políticas diferenciadas a los productores familiares, por tipo de productor, por sistema producto, por región. Además hay que facilitar su tecnificación, a través de una transferencia de tecnología orientada a sus necesidades, y el acceso al mercado para cooperativas o cualquier otro tipo de organización comercial, en un marco de políticas y estrategias integradas, que conecte a los pequeños agricultores con los mercados.

Expresó que en México sí hay políticas de atención al pequeño productor, aunque quizá no están desarrolladas en un contexto nacional, solo están en programas y no en una visión integradora. Reiteró que “se tiene que dar mayor prioridad a las políticas agropecuarias considerando que el potencial de mejora que tiene la agricultura familiar es mayor”. Mediante políticas públicas sugirió disminuir riesgos, mitigar la excesiva volatilidad de precios; usar observatorios de precios y sistemas de reservas estratégicas, además de esquemas de seguros adaptados a la producción a pequeña escala.

Agricultura familiar, alto potencial para producir alimentos

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