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Epilepsia: mitos y realidades

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La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica que se caracteriza por una hiperactividad neuronal recurrente que puede ser acompañada por movimientos de extensión y flexión de las extremidades con pérdida o no de la conciencia. En ocasiones se puede presentar lo que se denomina “aura”, que son las percepciones de olores, colores que tiene el sujeto antes de que se presente una crisis epiléptica.

p-05Seguramente muchos de nosotros hemos conocido a alguien con epilepsia; sin embargo, muchos desconocen acerca de esta enfermedad, y lo que se puede hacer para mejorar la calidad de vida de quien la padece. Si bien la epilepsia se conoce desde hace aproximadamente 3 mil años de un texto médico en Babilonia (1067 A.C.) ya se detallaba la sintomatología de este trastorno, la cual era similar a la actual. La palabra epilepsia se deriva del griego y significa “poseer”, y por eso ha sido considerada una enfermedad del espíritu.

La idea de que la epilepsia es un trastorno sobrenatural no solo persistió en el siglo pasado, sino que han prevalecido esas creencias generalizadas tan opuestas como argumentar que se debe a fenómenos espirituales o relacionados al demonio; el “enfermo endemoniado” era intocable, porque se podían contagiar y ser poseídos.

Existen relatos evangélicos en los que se consideraba como un milagro cuando un niño dejaba de tener convulsiones. También se ha considerado que los fenómenos naturales tienen influencia para controlar la aparición de esta enfermedad, como los ciclos lunares, llamándolos “lunáticos”, considerando que la epilepsia era una consecuencia mágica o como una manera de castigo por cometer malas acciones. Hipócrates, en el año 400 a.C., ya la consideraba como un fenómeno fisiológico y rechazaba las causas sobrenaturales de las enfermedades, buscando explicaciones lógicas y naturales a través de la observación. Describe a la epilepsia como una enfermedad del cerebro, y en su libro Aforismos habla de los tipos que pueden presentarse, dependiendo de la edad y de las situaciones de vida.

En el siglo XIX los médicos de la época comenzaron a hacer trépanos en las personas que presentaban crisis epilépticas con el afán de encontrar algún cambio evidente en el cerebro. Sin embargo, fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX que se abordó de manera científica esta enfermedad.

Las neuronas se comunican de manera electro-química, por lo que una crisis epiléptica es un aumento de la actividad de muchas neuronas totalmente descoordinadas. De tal manera que el cerebro sano funciona en un equilibrio entre la inhibición y la excitación y el cerebro de una persona con epilepsia pierde este equilibrio, prevaleciendo una hiperactividad de las neuronas. Los investigadores se han interesado en buscar la zona del cerebro que inicia con esas descargas, y con base en esto se pueden clasificar en: crisis epilépticas parciales, generalizadas y parciales que secundariamente se generalizan. La imagen clásica que han representado en las películas es la crisis tónicoclónica generalizada, la cual se produce cuando hay una descarga masiva de neuronas en los dos hemisferios cerebrales, el cuerpo se vuelve rígido y también hay sacudidas bruscas del cuerpo.

Existe otro tipo de epilepsia: la denominada crisis de ausencia, en la cual la persona presenta breves lapsos de pérdida de la conciencia, mirando al vacío durante unos segundos, y se recupera espontáneamente. Cuando termina el episodio la persona continúa la tarea que estaba realizando. Este tipo de epilepsia es más común en niños que en adultos. Debido a que las crisis de ausencia son por lo general de corta duración y la persona no cae al suelo, sino que por el contrario se queda inactiva, la enfermedad puede pasar desapercibida por los demás y ser diagnosticada tardíamente. Las crisis de ausencia típicas comienzan abruptamente, duran de 10 a 30 segundos, con movimientos torpes o repetitivos con las manos, labios, movimientos de masticación o parpadeo. Cuando termina la convulsión la persona no recuerda el evento.

Actualmente se calcula que 50 millones de personas están afectadas directamente por la epilepsia y que gran parte de los pacientes se controla bastante bien con los tratamientos que actualmente se utilizan. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia actual es de 0.5-1 por ciento, y la incidencia es de 30-50 casos/100 mil habitantes siendo más frecuente en personas menores de 20 años y en mayores de 60 años. De 50 a 70 por ciento de los casos de epilepsia no tienen una causa conocida. Sin embargo, de las causas fisiológicas que podemos mencionar se encuentran los factores genéticos o las lesiones, ya sea antes de nacer, por infeccion o por falta de oxigenación, así como por meningitis o tumores.

En otros casos la persona puede tener la susceptibilidad a presentar crisis epilépticas y ciertos factores pueden facilitar que se presente la enfermedad; estos desencadenantes pueden ser: cambios hormonales, el estrés, las luces, la privación de sueño, bajos niveles de glucosa en sangre y el alcohol, entre otros. Para su diagnóstico lo más recomendable es realizar un estudio electroencefalográfico para conocer la actividad eléctrica del cerebro y en una situación controlada poder exponer al sujeto a algunos de estos desencadenantes, como la luz.

Los tratamientos para la epilepsia son farmacológicos y quirúrgicos, dependiendo del tipo de crisis y de la severidad. Los tratamientos farmacológicos son en la mayoría de los casos medianamente efectivos y se tiene que recurrir al cambio de medicamento o al multitratamiento. En los tratamientos quirúrgicos se puede extraer el área afectada que inicia esta actividad neuronal; otra opción es la transección, que se refiere a cortar las vías de comunicación entre una estructura y otra, para evitar que grupos neuronales descarguen juntos. Ejemplo de este tratamiento es la cirugía denominada “cerebro dividido”, en donde el cuerpo calloso, estructura que comunica ambos hemisferios cerebrales, es cortado para cortar la comunicación del derecho con el izquierdo y evitar la propagación de las crisis epilépticas.

El desconocimiento de lo que ocasiona la epilepsia hace que las personas rechacen a los que la padecen y consideren en muchas ocasiones que puede ser contagioso o que la persona no es capaz de realizar las actividades encomendadas. Pero cabe aclarar que esta enfermedad puede ser controlada en la mayoría de los casos mediante medicamentos o cirugía. Los medicamentos deben ser tomados de manera constante para que sea posible que el sujeto realice sus actividades normalmente, y al estar controlada su enfermedad no afecte su desempeño escolar o laboral.

A nivel internacional existen organizaciones preocupadas por dar soporte a los pacientes con epilepsia, así como a sus familiares. Se abocan a organizar grupos de apoyo, talleres para aprender a vivir con epilepsia y actividades para recaudar fondos, muchos de los cuales se destinan a la investigación. La Liga Internacional de la Lucha Contra la Epilepsia, ILAE de sus siglas en inglés, es la asociación más importante del mundo conformada por los médicos y otros profesionales de la salud que trabajan por un mundo donde la epilepsia no limita la vida de la persona. La Liga Internacional Contra la Epilepsia da algunas recomendaciones en caso de que estemos cerca de una persona que presente epilepsia.

No sujetar a la persona o tratar de detener sus movimientos.

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Tomar el tiempo de duración de la crisis.

Quitar del área objetos que puedan lastimar al sujeto.

 

Separar la ropa que impide la buena respiración como corbatas, etcétera.

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Poner algo suave a manera de almohada debajo de la cabeza del paciente.

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No tratar de meter objetos en la boca, esto puede dañar al sujeto y la idea de que se pueden tragar la lengua es falsa.

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Permanezca con la persona hasta que la convulsión termine naturalmente.

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Sea amable y tranquilizador cuando la persona recupere la conciencia.

Ofrezca llamar a un amigo o familiar para que lo pueda acompañar de regreso a casa.

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La próxima vez que estés con una persona que tenga crisis epilépticas considera que puedes hacer algo más que compadecerlo o tener miedo por no saber proceder correctamente. Consulta la página de la ILAE y mejora su calidad de vida.

 

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