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Devaluada gestión presidencial

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A mitad de su gestión Enrique Peña Nieto es desaprobado por la  mayoría absoluta de ciudadanos del país. Así lo documentan los estudios demoscópicos de Parametría, Reforma, El Universal y BGC (www.parametria.com.mx/carta_parametrica). No es para menos. Peña Nieto prometió que con las Reformas estructurales la economía crecería al 5 por ciento anual entre los años 2015-2017 y los pronósticos estiman un crecimiento menor a la mitad; la deuda pública aumentó 6 puntos del PIB en 32 meses de su gestión y el crecimiento per cápita del producto es apenas de un punto; la población en condiciones de pobreza aumentó en 2 millones y el logro de los programas sociales fue contener la pobreza alimentaria, no reducirla; el ingreso corriente también disminuyó; lo único que aumentó fue la delincuencia organizada, los homicidios dolosos, la inseguridad pública, la corrupción y la impunidad.

Es consensual que la inseguridad pública ha aumentado, al igual que la connivencia de los funcionarios públicos con el crimen organizado. El semanario Zeta documentó 57 mil 410 homicidios dolosos durante los primeros 32 meses de gestión de Peña Nieto, cifra superior en 24 mil a las registradas en los mismos meses de la gestión de Felipe Calderón Hinojosa. Asesinatos colectivos como los de Tanhuato, Tlatlaya y Apatzingán no han sido investigados y los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa siguen sin aparecer; mientras tanto Peña Nieto se ocupa de aclarar el misterio de los calcetines usados en una carrera deportiva. No es casual que en la encuesta nacional de Parametría de julio-agosto del año en curso la mayoría absoluta de ciudadanos desapruebe la gestión de Peña Nieto en los rubros de creación de empleo, combate a la pobreza, combate a la delincuencia y narcotráfico.

Rubros que generalmente gozaban de la aprobación ciudadana hoy son también desaprobados: salud, educación, infraestructura, deportes, medio ambiente y turismo. Si los referentes son respecto a las finanzas personales o del país, son mayoría absoluta los que consideran que la situación actual es peor a la de hace un año y, las expectativas negativas superan a las positivas. El moderado crecimiento estimado de 2 por ciento del Producto Interno Bruto para el año en curso ha calado fuerte en las condiciones de vida de las familias y se han reflejado en la valoración de la gestión de Peña Nieto; cambios mayores son esperados, entre ellos, el del propio Ejecutivo federal o, al menos, el de Hacienda y Gobernación.

Entre lo mucho y urgente que requiere ser modificado está la regresiva distribución del ingreso, un incremento sustancial de la inversión pública, recuperar las funciones de promotor del desarrollo de la banca central, y regular el sistema financiero. Las condiciones usureras con que opera la banca comercial hace inviable cualquier rentabilidad empresarial y limita la creación de empleos y generación de producto. La gestión gubernamental encabezada por Peña Nieto está deslegitimada y devaluada como el peso, no es sujeto de credibilidad ni de confianza; recuperarla exigiría políticas públicas diametralmente diferentes a las ejecutadas, tanto en sus contenidos como en cuanto a sus destinatarios y, sobre todo, honorabilidad y eficiencia.

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