A los 25 años tomó su motocicleta, se marchó de Mexicali y abandonó su pequeña empresa de productos químicos para ir en busca del Observatorio Astronómico de San Pedro Mártir en Baja California, México. Desde entonces ha trabajado en algunos de los Observatorios Astronómicos más importantes del país. La curiosidad y el espíritu aventurero guían el andar y el hacer de Eugenio Ledezma Razcón, ingeniero químico y maestro en instrumentación biomédica quien se desempeña en labores de ingeniería en la Dirección de Divulgación y Comunicación del INAOE; entre sus actividades colabora en la construcción de tráileres de la Ciencia —remolques que se expanden y transforman en una sala de experimentos con más de 60 actividades relacionadas con la ciencia, además de una biblioteca— que tienen como propósito la divulgación de temas de investigación científica moderna de manera sencilla y para el público en general. Recientemente se encuentra trabajando en la construcción de un telescopio —de diseño novedoso y didáctico— que será colocado en el INAOE próximamente.
Eugenio, ¿Qué te motivó para ir en busca del Observatorio de San Pedro Mártir (SPM)?
Eso fue una especie de rompimiento. Siempre tuve escondido el gusanito de la curiosidad por la astronomía. Accidentalmente me enteré de que allá arriba (haciendo referencia a la Sierra de San Pedro Mártir) había un observatorio, en ese entonces nadie sabía dónde estaba así que luego de una buena aventura llegué al observatorio y me dije: de aquí soy.
Estoy seguro de que no superé la etapa de la infancia en la que te preguntas el porqué de las cosas, las preguntas existenciales acerca de ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos?, ¿para qué estamos aquí?, ¿en dónde estamos?
Estas preguntas que considero fundamentales me han llevado por los caminos de la ciencia, desde la química, pasando por la astronomía y la física, hasta las neurociencias.
… y bueno, ya en el observatorio me dirigí al entonces director del Instituto de Astronomía de la UNAM, Arcadio Poveda Ricalde, le eché mi rollo y me dio la chamba. La astronomía es una disciplina tan amplia que tiene cabida para todos, igual necesita ópticos, electrónicos, físicos, químicos, choferes, jardineros y cocineros. Mi primer trabajo en el observatorio de SPM fue operativo, fui chofer, encargado de los sistemas hidráulicos y de aire acondicionado del observatorio y almacenista.
Entiendo que conoces otros observatorios mexicanos, ¿cuáles? y ¿en qué ha consistido tu trabajo?
Bueno, en SPM, a mi regreso de Arizona, fungí como secretario técnico del observatorio. Era el segundo de a bordo, mi labor estaba dirigida hacia la parte operativa del observatorio, desde que los vehículos estén seguros y a tiempo, se cuente con el personal adecuado, asegurar los recursos materiales y humanos que requería el observatorio y tener los insumos necesarios para las observaciones de los astrónomos.
En 1994 fui Delegado del INAOE en el Observatorio Astrofísico Guillermo Haro en Cananea (OAGH), Sonora. Allá, mi tarea principal consistió en que el observatorio se hiciera de 2 mil hectáreas de terreno porque estaba de “paraicadista” (ríe), en medio de ejidos. Cuando se construyó el observatorio, fue el gobierno de Sonora el que puso el terreno, sin embargo no se tenía ningún documento que avalara la propiedad de ese espacio. Fue en un conflicto con una empresa minera que iniciamos una lucha legal por el reconocimiento del territorio del OAGH, allí también realicé trabajos de ingeniería, y estuve en la coordinación de distintos departamentos relacionados a las funciones operativas del observatorio.
Sé que también has colaborado con el observatorio del Gran Telescopio Milimétrico…
El GTM es una máquina sumamente compleja, desde su ubicación territorial, por las condiciones climatológicas extremas y difíciles, y por propia constitución. Hoy el GTM es el radiotelescopio más grande del mundo con sus 32 metros de diámetro —y que llegará a los 50 metros. Mi participación en el GTM consistió en la cimentación del riel de giro acimutal y el ensamble e instalación de actuadores de esta potente máquina.
¿Qué otros caminos de la ciencia has explorado?
Estando en el Observatorio de SPM tuve la necesidad de aprender más de electrónica y de cómo de medir el amor (ríe); como suelo distraerme fácilmente y eso me impide estudiar, necesitaba estar solo y viajar, así que pensé: ¿un lugar donde me paguen por viajar? Fui a los muelles de San Diego y Los Ángeles; en este último encontré un barco destartalado que me llamó mucho la atención por ser el único que tenía macetitas, era un barco de la Marina mercante griega, donde el capitán y el jefe de máquinas viajaban con sus esposas, de ahí las macetas; ahí me dieron chance de trabajar por dos años, así que la náutica es uno de esos caminos.
También participé en la construcción del único satélite artificial construido en México con recurso humano mexicano, el UNAMSAT1. Este pequeño satélite contaba con una aplicación astronómica que tenía el propósito de cuantificar el número de meteoritos que llegan a la Tierra, fue además un experimento en comunicaciones.
¿Qué te gusta de tu trabajo en el INAOE?
Disfruto del ambiente multidisciplinario, convives y compartes actividades e investigaciones con ópticos, astrofísicos, electrónicos, computólogos y científicos espaciales, y de muchas disciplinas más; espacios como este son importantes y necesarios para el país y para la humanidad.
Detrás de la investigación hay una actividad compleja, loable y que requiere mucho esfuerzo intelectual y físico, eso es lo que motiva a la gran mayoría de los investigadores. En general, la ciencia como actividad humana provee de muchas emociones, una actividad de alto rendimiento, mayor que el de los deportes, compites por ser el primero en observar algo o ser el primero en observar lo mismo pero de otra forma.
Sin duda, afirma Eugenio, uno de los grandes aciertos de Guillermo Haro fue la creación del INAOE, se dio cuenta de que si no creamos nuestros propios instrumentos no puedes hacer astronomía.
¿Qué temática de trabajo te apasiona en este momento?
Mi principal campo de investigación es conocerme a mí mismo; soy un ermitaño profesional. Tengo una ermita en Chalco, estado de México, cercano al volcán Iztaccíhuatl, donde he pasado ocho años en meditación científica. La idea es que por medio de la meditación y otros ejercicios como los ayunos puedes lograr un estado de iluminación, a los que se les llaman estados inefables porque son totalmente desconocidos e indescriptibles; en este estado es posible percibir lo que no puedes con los sentidos. Esto es como el espectro electromagnético, con nuestro sentido de la vista solo alcanzamos a ver una fracción, siendo que el espectro es amplísimo.
Estando en SPM sentí gran curiosidad por el estudio de fenómenos paranormales, y sin vanagloriarme, puedo decir que me posiciono como uno de entre los cuatro mejores estudiosos en México en el tema, no charlatanes que de esos existen muchos; pero prácticamente no han nada en el país que los fenómenos paranormales científicamente.
¿Qué debemos entender por fenómenos paranormales?
y ¿por qué te interesa estudiarlos?
Los fenómenos paranormales son experiencias que tiene la gente por las cuales percibe información sin usar los sentidos normales, un ejemplo de esto es lo que se conoce como telepatía, las premoniciones y la clarividencia, éstas han existido en toda la historia de la humanidad. La psicokinesis es la trasmisión de energía de un tipo desconocido que produce fenómenos físicos. El único organismo científico que estudia estos fenómenos es la Parapsychological Association (www.paraprych.org).
Finalmente, dedicarse al estudio de estos fenómenos es prácticamente la muerte científica, porque los que no se burlan de ti, te ven como irracional, como una persona no competente y pierdes prestigio solo porque decides estudiar fenómenos que no están en la corriente principal hacia la que se dirige la ciencia, y sin embargo es un riesgo que vale la pena correr.
Actualmente, los paradigmas científicos están cambiando ligeramente hacia el conocimiento de la acción fantasmal a distancia, una concepción que Einstein y otros científicos consideraron en su estudio de la mecánica cuántica. Ya se están haciendo experimentos en física, que en inglés se le llama entanglement y que en español se puede entender como “el enredo”, que permite concebir que existen cosas que todavía no sabemos.
¿Qué opinión tienes de la astronomía que se hace en México?
La astronomía en México está como nuestra economía, como la educación, la salud, la seguridad y el futbol. Nos falta mucho. Sin duda tenemos investigadores sobresalientes, como la doctora Silvia Torres-Peimbert, una destacada astrónoma mexicana que este año fue nombrada presidenta de la Unión Astronómica Internacional, un organismo que coordina la cooperación en la astronomía, pero necesitamos más, necesitamos un país con proyecto.