¿ Alguna vez te has preguntado por qué los organismos de una especie están presentes en un sitio determinado y en otro no? Para la ecología, la búsqueda de los factores que determinan la distribución de los organismos ha sido fundamental para su estudio.
Antes de la llegada de los españoles a América, se sabía que los animales vivían en un lugar determinado de acuerdo con las condiciones físicas de su entorno. Una vez colonizado el Nuevo Mundo, algunos naturalistas observaron detenidamente la morfología de los animales que habitaban América; lo primero que hicieron fue bautizarlos con el mismo nombre de los animales que se conocían en el Viejo Mundo; sin embargo, después de hacer varias comparaciones se dieron cuenta de que en realidad no había semejanza alguna entre la fauna de ambas regiones. Esto llevo a que naturalistas, como Joseph de Acosta, se preguntaran si las plantas y animales fueron creados por Dios al mismo tiempo y en el mismo lugar, ¿por qué tendrían que ser diferentes en ambas costas del Atlántico? Esto lo llevó a hacerse otra pregunta: si el hombre existía en ambos lados del océano ¿por qué una especie sí pudo cruzar el mar y las demás no? Tratando de contestar ambas preguntas hizo que tuviera análisis complejos para su época, llevándolo a que concluyera que existía un corredor entre América y Eurasia, el Estrecho de Bering.
200 años después llega Buffon, quien hace análisis taxonómicos de las especies de mamíferos de los trópicos del viejo y nuevo mundo, concluyendo que entre ambas áreas no hay una sola especie en común, además decía que estas diferencias eran debido a las transformaciones que las largas migraciones habían provocado en las especies, es decir, que cuando los organismos alcanzaban las mismas condiciones físicas pero en otro continente, su morfología se transformaba. Estas ideas prevalecieron hasta antes del surgimiento del darwinismo.
Sin duda, después de estos planteamientos y con la publicación del libro El origen de las Especies, de Darwin y la teoría de Wallace, permitió tener un panorama más claro de por qué de la distribución de los organismos, sin embargo, se desconocía exactamente qué factores permitían dicha distribución. En las últimas décadas, el estudio de la distribución ha diversificado su enfoque desde preguntas netamente científicas a las más prácticas para la conservación.
Hoy en día se sabe que existen varios factores abióticos y bióticos, tales como precipitación, temperatura, alimento, evapotranspiración, competencia y depredación que interactúan y limitan la distribución de cada especie. Una vez que se conoce la distribución de los organismos, los ecólogos toman a las matemáticas y a la estadística como su mayor aliado, llevándolos a entender exactamente cómo se comportan los individuos dentro de una población o comunidad.
Como estudio de caso nos centraremos en el jaguar (Panthera onca), felino exclusivo de América, el cual ha sido objeto de múltiples estudios que han permitido su conservación.
Durante muchos años se ha estudiado al jaguar en la zona de Calakmul, Campeche, siendo la distribución, densidad y movimientos de este, los temas centrales de los estudios realizados en esta zona. Para el año 2005, parte del estudio permitió registrar a 480 jaguares, de estos, se obtuvo el registro de sus movimientos, los datos reflejaron que necesitan entre 30 y 60 km2 para poder llevar a cabo sus actividades diarias, búsqueda de alimento, principalmente, además, se detectó una gran variabilidad entre machos y hembras, siendo los machos los que necesitan de una mayor área para desplazarse, esto permitió calcular que en la zona de Calakmul se puede encontrar un individuo por cada 15 km2.
Sin duda, el uso de tecnologías, matemáticas y estadística ayudó a que, en el caso del jaguar, se pudiera conocer la densidad aproximada o densidad relativa, los movimientos de los organismos dentro de una región, sus actividades e inclusive hasta el tipo de alimentación, permitiendo con esto la generación de conocimientos y la creación de programas que puedan ayudar a la conservación de la especie y de su hábitat.
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