Las Islas Feroe constituyen un archipiélago entre Escocia, Noruega e Islandia. Aunque se considera que forman un país autónomo, dependen de Dinamarca. Tristemente célebres en la actualidad por la matanza de calderones comunes (que son pequeñas ballenas), delfines y marsopas —que a decir de los habitantes de las islas, es una forma de manutención estrictamente regulada— este suceso ha condicionado enfrentamientos entre activistas a favor de los derechos animales y los feroenses debido a la cruel cacería que tiñe el mar literalmente de sangre. Tienen un clima generalmente nublado, húmedo y con fuertes ráfagas de viento. El promedio de lluvias es alto con más de 260 días al año y una media mensual de 17 a 22 días al mes, teniendo solamente 841 horas anuales de Sol.
El 24 de septiembre se conmemora ahí el fallecimiento del médico danés Niels Ryberg Finsen (1860-1904). Aunque hay un ambiente de penumbra durante el día y casi no se puede ver el sol durante semanas, es de llamar la atención que este sabio hubiese dedicado la mayor parte de su vida a investigar el efecto de la fototerapia o tratamiento a través de la luz y que por sus aportaciones científicas en el conocimiento de sus cualidades, le fuese otorgado el Premio Nobel de Medicina en 1903.
A los 30 años de edad, obtuvo el título de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Copenhague, aunque desde estudiante ya había mostrado un interés por experimentar los beneficios terapéuticos de la luz del sol. Cuando apenas había egresado de la universidad, fue auxiliar de anatomía, aunque debido a su pasión por la investigación clínica, abandonó este puesto, dedicándose a inventar y descubrir distintos elementos terapéuticos, aunque no dejó las tutorías por completo, pues la actividad docente le sirvió para ganarse la vida.
La primera investigación que documentó giró en torno al aislamiento de un grupo de enfermos de viruela. Primero los encerró en cuartos oscuros y posteriormente expuso las pústulas a las radiaciones lumínicas por medio de orificios en cortinas, con un efecto que puede considerarse satisfactorio, disminuyendo el riesgo de dejar cicatrices. En 1896 tuvo la audacia de fundar el Instituto Fototerapéutico Finsen, orientado a investigar científicamente las cualidades de la exposición solar. Ahí demostró que ciertos tipos de luz tenían atributos antibacterianos, por lo que diseñó una lámpara de arco voltaico que se denominó Lámpara de Finsen.
Sus descubrimientos se fueron generando en una época particularmente prolífica para el avance de la ciencia médica. El bacteriólogo alemán Emil Adolf von Behring (1854—1917) recibió el primer Premio Nobel de Medicina en 1901 por su descubrimiento de las toxinas y la aplicación de suero contra la difteria; Wilhelm Conrad Röntgen (1845—1923) fue un físico alemán quien por descubrir los Rayos X, fue galardonado en 1901 con el primer premio Nobel de Física; el médico alemán Heinrich Hermann Robert Koch (1843—1910) descubrió el bacilo de la tuberculosis, del cólera y propuso los postulados que llevan su nombre, para fundar la bacteriología y recibir el Premio Nobel en 1905; el médico polaco Paul Ehrlich (1854—1915) junto con microbiólogo ruso Iliá Ilich Méchnikov (1845—1916), fueron acreedores al Premio Nobel 1908 por sus descubrimientos en la inmunología.
Todos estos avances opacaron los trabajos de Finsen; sin embargo, no representaron una limitante para que en el año de 1903 fuese acreedor al Premio Nobel de Medicina por sus contribuciones a la fototerapia, aunque no pudo recibir personalmente el galardón por lo avanzado de una enfermedad que iba a condicionar su fallecimiento al año siguiente, es decir en 1904.
Ahora se sabe que Niels Ryberg Finsen tuvo un padecimiento denominado Enfermedad de Niemann-Pick, caracterizado por acumulación de grasas a nivel celular, predominando el colesterol, con alteraciones de la función del hígado, el corazón y el bazo. Las transformaciones de estos órganos generan graves consecuencias con malestares agobiantes, como por ejemplo la ascitis o acumulación de líquido a nivel peritoneal, es decir, entre las membranas que recubren las vísceras abdominales. Cuando se altera el hígado, hay una tendencia a que pigmentos biliares circulen en la sangre, provocando múltiples molestias desde color amarillento en la piel llamada ictericia, hasta prurito o comezón insoportable. Se clasifica dentro de las enfermedades hereditarias, muy raras.
Siendo un padecimiento de carácter genético, no hay curación, aunque para mitigar las molestias, la mejor estrategia de tratamiento gira en torno a la exposición con rayos ultravioleta del sol. Muy probablemente esto condicionó la admirable observación de las cualidades terapéuticas de la luz natural por parte del Dr. Finsen. Tan es así que en algún documento mencionó: “Todo lo que he aprendido sobre el valor terapéutico de la luz, tiene su explicación en la necesidad que he tenido de ella. Yo siempre estoy sediento de luz”.
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (1904—1973), mejor conocido por su seudónimo de Pablo Neruda, en su poema El Sol describió: A plena luz de sol sucede el día, el día sol, el silencioso sello extendido en los campos del camino. Yo soy un hombre luz, con tanta rosa, con tanta claridad destinada, que llegaré a morirme de fulgor.
Esta exquisita descripción pudo haber representado fielmente la estimación de Niels Ryberg Finsen con respecto a esta radiación que representa indudablemente una parte sustancial de la vida. Elementos terapéuticos ahora ya casi olvidados, provienen literalmente del sol, de ahí que los baños de luz indudablemente, cuando se toman con moderación, nos ayudan a estar definitivamente mejor.