Pionero de la Óptica en México
Después de una entrevista para un programa de radio realizado en las instalaciones del INAOE, el doctor Daniel Malacara Hernández se dirige —de la mano de su esposa, María Isabel Doblado y en compañía del doctor David Sánchez de la Llave, coordinador del departamento de Óptica del Instituto— a recorrer el auditorio Enrique Erro; se toman algunas fotografías mientras él añade algún dato o referencia histórica del espacio, identifica aquello que parece intacto y aquello que ha cambiado, —sonríe— disfruta estar en Tonantzintla, un lugar lleno de recuerdos vivos, de hazañas colectivas donde él tiene una loable participación.
En el marco del Año Internacional de la Luz, se conmemoran los 50 años de óptica en el país e indudablemente Daniel Malacara es el referente obligado porque es el precursor de la óptica en México. Sus aportaciones científicas a este campo científico traspasan fronteras, sus publicaciones han sido traducidas a varios idiomas; su libro Optical Shop Testing es uno de los textos obligados, de referencia en los laboratorios del mundo. Pero sus esfuerzos no se limitan a la producción de conocimiento, gran parte de sus energías las ha dirigido a la formación de técnicos en óptica, en la creación de espacios para el desarrollo de la ciencia y la trasferencia de conocimiento, en la conformación de programas de posgrados e investigación y en el establecimiento de laboratorios de óptica, y no se da crédito de ello, es modesto al hablar de logros y aportaciones.
Mañana le harán entrega de un reconocimiento por su trayectoria científica, ¿qué significado tiene para usted este homenaje?
“Me siento muy honrado y emocionado por el gran cariño que le tengo a esta institución; me siento ligado sentimental y profesionalmente al INAOE, aunque debo decir que considero que tal reconocimiento está basado en un hecho fortuito: ser el primer doctor en óptica en el país, eso es un accidente, pude haber nacido después y entonces no me toca”.
Sin embargo, no es el hecho fortuito el digno de reconocimiento sino sus destacadas e innovadoras aportaciones en el campo de la instrumentación óptica, diseño, pruebas y fabricación óptica; producto del trabajo, empeño, tenacidad y compromiso.
¿Qué dificultades ha tenido que enfrentar para desarrollar sus proyectos científicos?
“Soy un hombre agradecido, siempre tuve el apoyo y el respaldo de muchas personas —familia, maestros, amigos y colegas— para realizar los proyectos que me propuse. Tuve la suerte de haber nacido en una época donde no había nadie que supiera de óptica así que había que empezar con algo, todo era nuevo, todo era posible; soy un hombre afortunado que se divierte con la luz”.
Referente en el estudio de la luz
Doctor, ¿qué lo motivó a estudiar óptica?
“Yo nací en León, Guanajuato en 1937. Cuando asistía a la primaria ya sabía qué quería hacer; les decía a mis compañeros: yo voy a ser físico aunque francamente no tenía idea de qué hacía exactamente un físico.
Cuando era pequeño tuve un libro de secundaria en el que había instrucciones para fabricar un radio de galena, para construir microscopios y telescopios pequeños con un par de lentes, y otras actividades relacionadas con la ciencia; yo me repetía todos los experimentos que allí había; era fascinante”.
Su padre fue el primero en notar el entusiasmo y pasión del joven Daniel por la física, “mis primeros telescopios los construí con un astrónomo aficionado, Armando López Valdivia, amigo de mi padre, con él disfruté y dediqué muchos fines de semana al aprendizaje.
En el Instituto de Lux, mi profesor —un sacerdote jesuita doctor en física— me dijo: tienes que ir a la Facultad de Ciencias de la UNAM si es que quieres estudiar física. En 1957 la Universidad Nacional era el único lugar donde se podía estudiar física y la facultad era la única en todo el país con profesores doctores en esta disciplina, eran nuestros ídolos y nuestros maestros. Inicialmente yo quería ser astrónomo, pero Arcadio Poveda Ricalde —que por cierto daba clases fascinantes— me convenció de tener aptitudes más adecuadas para la óptica”.
Malacara Hernández es Físico por la UNAM (1961), Maestro en Ciencias y Doctor en Óptica por la Universidad de Rochester, Nueva York (1965). Es investigador emérito e investigador nacional de excelencia del Sistema Nacional de Investigadores.
Ha publicado más de un centenar de artículos de investigación y alrededor de 70 capítulos de libros, es referente y cita en miles de publicaciones.
En su haber cuenta con varios galardones que reconocen sus excepcionales contribuciones al basto campo de la óptica, algunos de ellos son:
Reconocimiento de la Academia Mexicana de Investigación Científica (1968 y 1975), Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Tecnología y Diseño (1986), distinción Rudolf e Hilda Kingslake en Rochester, Nueva York (1989), Premio A. E. Conrady Award de la Sociedad Internacional de Ingeniería Óptica (1994), Premio Galileo Galilei de la Comisión Internacional de Óptica (1997), Premio Burleigh-Fraunhofer de la Optical Society of America (2002), Fellow de la Sociedad Internacional de Ingeniería en Óptica y Fellow de la Sociedad Óptica Estadounidense.
El legado de Malacara
Para David Sánchez de la Llave, no hay duda de la trascendencia del trabajo del doctor Malacara: “de algún modo, los ópticos vemos en Daniel Malacara a un padre; él llegó a picar piedra y lo hizo de una manera extraordinaria, tan lo hizo bien que hoy existen diversas áreas de investigación en óptica en distintas instituciones de investigación del país, el INAOE y el CIO son sólo algunos ejemplos de esto. Estoy convencido que no sólo los ópticos sino toda la comunidad científica le debemos algo al maestro”.
Al precursor de la óptica en México no le faltaron propuestas de trabajo en instituciones educativas y de investigación de renombre, sin embrago su compromiso social lo motivó a regresar a México para construir espacios para la generación de conocimiento científico y la formación de nuevos ópticos; tuvo la convicción de colaborar con arduos esfuerzos colectivos para desarrollar la ciencia en el país.
La trayectoria profesional de Malacara da cuenta de su convicción: ha colaborado con distintas instituciones académicas en la creación y consolidación de espacios para el desarrollo científico. Instauró el Departamento de Óptica del Instituto de Astronomía, —por instrucciones del entonces director Guillermo Haro— trabajó en el Observatorio Nacional de Kitt Peak, en Tucson, Arizona, para aprender a construir telescopios con dimensiones superiores a las que en ese momento se construían en México, y a su regreso fue el encargado de equipar el laboratorio del instituto.
Fue director técnico del INAOE, creó e instaló el laboratorio de óptica y los posgrados en área, participó en la construcción del telescopio del observatorio “Guillermo Haro Barraza”, en Cananea, Sonora, con un espejo de 2.10 metros de diámetro, el espejo más grande hasta ahora construido en América Latina.
También colaboró en la creación del Departamento de Óptica en el Centro de Investigaciones Científicas y Enseñanza Superior de Ensenada (CICESE) en Baja California; y es fundador del Centro de Investigaciones en Óptica (CIO) de León Guanajuato.
El legado de Daniel Malacara es sólido y permanente, espacios para el desarrollo de la ciencia, la formación de especialistas, nuevas vetas para la investigación, caminos y posibilidades para las nuevas generaciones de científicos en el país.
Una nueva empresa: el Laboratorio Nacional de Óptica de la visión
Actualmente, los esfuerzos del doctor Malacara están dirigidos —entre otras actividades— a la operación del Laboratorio Nacional de Óptica de la Visión, un proyecto con financiado por el Conacyt y que tendrá como sede el CIO, y en el cual participan diversas instituciones, entre ellas el INAOE. Se tiene proyectado que antes de finalizar este año se inicie formalmente las operaciones. Este laboratorio será el primero en su tipo en América Latina y tiene por objeto el estudio del ojo humano desde disciplinas como la medicina, la psicología y la física en conjunto.
Malacara Hernández detalla: “El ojo humano es un instrumento óptico fascinante, —las cámaras fotográficas son maravillosas pero es materia inanimada— el ojo humano es susceptible de tener enfermedades y deformaciones, cambia constantemente, su complejidad hace posible estudiarlo desde el punto de vista físico, —es decir, un físico estudia el ojo como si fuera una cámara— con sus aberraciones; desde la medicina que lo estudia como un órgano vivo con enfermedades; y también desde la psicología es posible obtener respuestas de los cambios y adaptaciones del que puede ser objeto el ojo humano cuando está expuesto a ciertos colores y a cierto tipo de iluminación. El propósito es estudiar el mismo globo ocular desde distintos conocimientos, rompiendo con la tradición de analizarlo de manera aislada y fragmentada.
“Entonces ¿por qué no hacer una institución donde los tres tipos de profesionales trabajemos en conjunto el estudio del ojo?
“Ciertamente lograremos cosas muy bonitas e interesantes; ya existen experiencias de este tipo en otros lugares del mundo como en Rochester, Chicago y Murcia, en estos institutos dedicados a la visión están logrando cosas maravillosas, un ejemplo es la elaboración de un instrumento que permite ver el fondo del ojo humano con muy alta precisión y resolución; esto permitirá detectar muchas enfermedades cuando aún no se han manifestado. Este instrumento está basado en óptica adaptativa, que primero fue usada por los militares, luego los astrónomos y ahora y con mucho éxito por los ópticos.”
La divulgación como posibilidad del desarrollo de la ciencia en México
¿Qué cambios ha observado en el desarrollo de la investigación científica en el país?
“Hace 50 años cuando obtuve el grado de doctor, en México eran pocas las universidades que ofrecían licenciaturas y posgrados en el área de la física y la astronomía, pero en general eran contados los científicos de distintas disciplinas.
“En el INAOE y en el CIO no cultivamos únicamente la óptica clásica, sino también ramas más modernas de la óptica que son igualmente importantes. La nanotecnología, los láseres, la óptica de materiales, holografía con nuevos materiales, todo esto es de mucha importancia tecnológica y va a dar lugar a muchas industrias y muchas aplicaciones que ya se están investigando. Ciertamente no soñábamos con esto hace unos cuantos años.
“Hoy, la Optical Society American tiene más de 20 mil socios, todos ellos investigadores americanos; el Sistema Nacional de Investigadores tiene ese mismo número pero en todos los órdenes de investigación, en óptica específicamente debe haber alrededor de mil 500. Sin duda hemos mejorado pero no es para sentirnos satisfechos, hay mucho por hacer.
“Una de las dificultades para desarrollar ciencia en el país está relacionada a la poca inversión y apoyo a la ciencia, el porcentaje del PIB que se dedica a este sector es de alrededor de 0.3 por ciento, en otros países es arriba del 1 por ciento, y en otros hasta de 3 por ciento. Al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto se proyectó que al finalizar el periodo presidencial el porcentaje del PIB dirigido a la ciencia alcanzará el 1 por ciento; sin embargo, tenemos serias dudas de que se concrete.
“Y ¿qué pasaría si el presupuesto fuera del 3 por ciento como en Japón, eso haría que mejorara la ciencia al nivel que soñamos? No.
“Para que crezca la ciencia en México hay que crecer en paralelo en muchas cosas; hay que preparar gente; se requiere de más investigadores, aumentar el numero de instituciones científicas, desarrollar ciencia básica, ciencia aplicada; y además hacer ciencia más allá de la publicación de papers; hay que desarrollar a todo el país en cultura, ciencia, tecnología, industria y eso no será fácil ni en poco tiempo; dar dinero nada más a la ciencia, desgraciadamente no creo que sea la solución”.
El impulsor del primer programa de posgrado en el área de óptica considera importante no caer en la falsa disyuntiva de impulsar ciencia que tenga aplicaciones o ciencia básica.
“Hace 50 años, en el área de la óptica se estudiaba óptica clásica, la óptica de lentes para aplicaciones astronómicas; cuando llegué a Rochester en 1961, dos años atrás se había descubierto el láser, quienes lo descubrieron dijeron: este es un instrumento muy bonito en busca de aplicaciones, ojalá que un día se pueda aplicar en algo; y ahora el láser ha invadido nuestras vidas, pero no se inventó por razones prácticas sino por razones científicas.
“Por otro lado, creo que el trabajo de los ópticos no solo es desarrollar tecnología, es también desarrollar ciencia básica y hacer divulgación científica porque si no convencemos a los niños de la importancia de la ciencia, cuando sean diputados no votarán a favor de que se dé mayor apoyo a la ciencia, pero además necesitamos estimular a los jóvenes para que sean científicos, esa es la posibilidad para desarrollar la producción de conocimiento científico en el país.
“Soy presidente de la Red de Divulgación Científica del estado de Guanajuato, y dedicamos mucho tiempo a impulsar estas actividades porque el científico en el futuro tienen mucho que hacer, ojalá lo hagan con mucho entusiasmo como los viejos, tengo mucha esperanza en los jóvenes, ojalá les estemos dejando un mundo un poquito mejor del mundo que recibimos y ellos deberán mejorarlo.
“Yo soy un hombre afortunado que se divierte con la luz; ese es mi trabajo; soy feliz de tener esa profesión, hago cosas que me son satisfactorias, siento que lo poco que he aportado ha trascendido, esas son las satisfacciones de quienes escogimos el camino de la ciencia”.