—No me gusta el Dorado
—afirmó la Captadora de Transmisiones: mucho ruido, mucha estática.
—Suena bien
—dijo el hombre. Ya estoy harto de escuchar sólo el aullido de los coyotes.
Un hombre es un hombre, de Gabriel Trujillo Muñoz.
A medida que avanza nuestra civilización, parece que nos vamos acercando cada vez más a esos futuros desastrosos que han narrado los autores de cuentos de ciencia ficción, como el mexicalense Gabriel Trujillo en Un hombre es un hombre. Nos encaminamos a un futuro sin animales, pues estamos ocupando y contaminando los espacios de alimentación y apareamiento, así como las rutas migratorias de los animales, tanto en tierra como en los cuerpos acuáticos. Hemos acabado con la noche en bastas regiones del planeta y nuestras comunicaciones llenan todo el espacio terrestre.
Nuestro mundo artificial depende de las ondas de radio y las micro-ondas para estar compartiendo información por medio de nuestros dispositivos portátiles o fijos. Desde 1920 se comenzaron a hacer transmisiones radiofónicas en México. En 1901, Guillermo Marconi había mandado la primera señal telegráfica cruzando el Atlántico. En la película Contacto la escena inicial es muy interesante. Muestra de manera poco precisa cómo se van propagando nuestras telecomunicaciones que han abandonado nuestro planeta. Las ondas de radio se propagan a 300 000 km/s, en un segundo ya alcanzaron la Luna, seguirá propagándose (ver Saberes y Ciencias No. 44, El Espectro Electromagnético). Las transmisiones de AM rebotan en la ionósfera, pero las de FM y televisión se escapan de la Tierra.
El tamaño de la esfera que cubren nuestras telecomunicaciones es de aproximadamente 100 años luz, es decir, nuestras transmisiones ya pueden ser captadas, con un receptor muy sensible a 100 años luz de la Tierra, ese el tamaño de nuestra “radio burbuja”. Ya contiene más de mil estrellas, incluyendo Próxima Centauri (a 4.3 años luz de distancia), Sirio (a 10 años luz de distancia) y todas estrellas más brillantes que podemos ver a simple vista. Si nos estuvieran observando desde algún exoplaneta de alguna de las estrellas en nuestra radio burbuja, ya se habrían dado cuenta que en años recientes ha aumentado notablemente la potencia y la cantidad de nuestras transmisiones. Nuestra necesidad de comunicarnos ha dado pie al proyecto SETI, que por un tiempo uso el radiotelescopio de 300 m de diámetro de Arecibo, en Puerto Rico.
Los mapas muestran que la actividad humana hace que los cielos oscuros sean un recurso natural escaso (ver los otros artículos en este número). Las ondas de radio no las podemos ver. Creemos que no contaminan y es difícil apreciar su impacto en cuanto a la cobertura de las transmisiones de radio y televisión. Existen pocas regiones en el mundo donde una radio portátil no detecte ninguna señal. A las zonas donde una radio portátil no detecta señal alguna las llamamos radiosilentes. Estamos tan acostumbrados al ruido de las ciudades, que es probable que un sentimiento de inseguridad, o malestar, puede hacernos presa en dichas zonas.
En 2010 iniciamos un experimento para detectar la formación de las primeras galaxias en el universo (ver Saberes y Ciencias No. 44, El Experimento SCI-H: tras la Búsqueda de las Primeras Estrellas en el Universo). Ello nos llevó a la búsqueda de las zonas radiosilentes en nuestro país.
La única zona declarada en México donde se prohíbe la emisión de radio transmisiones, está comprendida dentro de la circunferencia con 20 km de radio alrededor del Volcán Sierra Negra, también conocido como Tliltépetl, donde se encuentra el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano (GTM), que con su gran antena de 50 m se convertirá en el radiotelescopio más grande del mundo, especializado en la detección de ondas milimétricas. El GTM está dentro del Parque Nacional Pico de Orizaba que, aun con todo el esfuerzo legislativo y restrictivo, no es una zona radiosilente. Es imposible parar la propagación de las ondas electromagnéticas con decretos. El GTM opera a el rango de los milímetros, no es afectado por las ondas que captan los celulares, la radio o la televisión. Sin embargo, tener emisores de radio dentro de esa zona podría interferir con la electrónica de los instrumentos ultrasensibles con los que cuenta el GTM. Como veremos más abajo, el GTM se encuentra dentro de la zona más densamente poblada de México, allí se encuentran las mayores y más potentes radiodifusoras y televisoras del país.
Para identificar las mejores zonas radiosilentes de México hemos hecho trabajo teórico y experimental. Con equipo simple, compuesto de una antena y un analizador portátil de espectros (un instrumento que indica la potencia y la frecuencia de las señales detectadas). En mayo de 2010 nos dirigimos a las zonas con probabilidad de ser radiosilentes. La primera zona que exploramos fue la entrada al GTM. Encontramos transmisiones de celular, radio FM, televisión y banda civil. Días después nos dirigimos a la “Zona del Silencio”, en la frontera entre Coahuila, Durango y Chihuahua. La famosa zona está dentro de la Reserva de la Biósfera de Mapimí. Es una zona poco poblada y la orografía de la región contribuye a hacerla una buena zona radiosilente, como descubrimos. Fue sorprendente encontrar pocas señales de radio FM y televisión. El celular deja de funcionar desde la entrada a la reserva. Pero encontramos que frecuentemente el contrabando de narcóticos traza rutas dentro de la reserva. Esto nos alarmó. Ya sabíamos que en EE.UU. no hay regiones libres de las trasmisiones de FM y televisión (ver mapa de EE. UU). La “Zona del Silencio” presentaba excelentes condiciones para nuestro experimento, pero encontrarse con traficantes no sería agradable.
Me quedé pensando, recordé a la Isla Guadalupe. Solo había leído sobre ella. Le propuse a Jeff Peterson, co-coordinador del proyecto, que fuéramos a la Isla Guadalupe. Nos tomó tiempo conseguir todos los permisos e indagar la forma de llegar. Afortunadamente el Dr. Alfonso Aguirre Muñoz, director del Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI), nos ayudó. Un año después de estar en la Zona del Silencio, alcanzamos la isla, para nuestra sorpresa, habíamos dado con una zona radiosilente realmente sorprendente.
Para validar nuestros resultados se buscó en la base de datos en el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) a todas las radiodifusoras de FM de nuestro país, en dicha base de datos se menciona también la potencia con la que transmite cada una de las radiodifusoras que están registradas. Las posiciones Geográficas de las estaciones fueron cotejadas en la base de datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). Usando esta información junto con un modelo de propagación de las ondas, se generó el mapa de México que mostramos.
Dicho mapa es parte de los resultados de la tesis doctoral de José Miguel Jáuregui en el INAOE. Al compararlo con los mapas de cielos oscuros no es sorprende encontrar que son semejantes. El factor común de contaminación son los asentamientos humanos, las zonas fuertemente pobladas concentran las mayores cantidades de contaminación de todos los tipos. Allí encontramos que efectivamente el GTM no se encuentra dentro de una zona radiosilente para FM o televisión. Encontramos que la Zona del Silencio es un buen sitio (zonas negras en el mapa), también nos damos cuenta que la Isla Guadalupe y el Archipiélago de Revillagigedo son potencialmente las mejores zonas radiosilentes (zonas blancas en el mapa) en Norteamérica. Sin embargo, en la península de Baja California descubrimos una zona radiosilente inexplorada, está dentro del Área de Protección de Flora y Fauna Valle de los Cirios. Debemos estar consientes y actuar para preservar las regiones de cielos oscuros y las zonas radiosilentes, con ello también ayudamos a mantener la biodiversidad de nuestro planeta. Al mismo tiempo, dichas zonas presentan condiciones idóneas para la exploración del Universo.