“El hombre es hombre,
y el mundo es mundo.
En la medida en que ambos se
encuentran en una relación permanente,
el hombre transformando al mundo sufre
los efectos de su propia transformación”.
Paulo Freire
Hoy en día, vivimos en una realidad social hiriente y desinteresada, donde las diferencias generan conflictos y la forma de actuar refleja violencia, individualismo, competencia y una desensibilización respecto a lo vivo que aumenta constantemente.
El eje transversal que toca las formas de relacionarse en lo educativo y comunitario de los programas del CUPS está basado en la interpretación de filosofía de Paulo Freire y se busca aplicarla en los procesos educativos que se generan en la participación social a través de los programas que se desarrollan en la Universidad como parte de su compromiso y responsabilidad social.
Hemos observado que los procesos de la educación popular permiten incidir en la realidad como posibilidad de reestructurar las formas de relacionarnos, construir conocimiento y de participación social en una realidad compartida. Encuentros de reconocimiento del otro basados en el diálogo, en una educación horizontal, en donde los sujetos (educador/educando) cuestionan y reflexionan sobre su propia visión del mundo, socializando sus diferencias en busca de lo común y siendo constructores de su propia realidad a través de la cooperación. De esta forma buscamos dejar de reproducir las relaciones de poder que se dan en la escuela tradicional en donde se ve al educador como el que sabe más, el que establece las reglas del juego y el que utiliza un diálogo dominante que impone “su verdad” a los educandos, los cuales son vistos como objetos a los que hay que ayudar transmitiendo conocimiento vacío lejos de su contexto.
La experiencia y las emociones son de suma importancia para el encuentro educativo, en él, los sujetos transmiten sus emociones y testimonios a través del lenguaje no solamente escrito u oral, también corporal. Vivimos en el mundo con el cuerpo, sentimos y nos comunicamos a través de él, el lenguaje corporal siempre está presente de diferente manera en cada persona. El cuerpo ha sido elemento de dominación y es visto como botín de guerra pero también lo corporal es resistencia y rebeldía.
La experiencia, la razón, lo corporal y lo emocional nos hacen expertos en nuestra propia vida y en la interpretación que tenemos de ella, sabedores y al mismo tiempo ignorantes del conocimiento generado en el mundo, una concepción de sujetos incompletos o en construcción que necesitamos narrarnos desde nuestra propia experiencia vivencial, desde lo ya aprendido y sentido, aquí radica la importancia de encontrarnos con los otros. Todos podemos aportar nuestro conocimiento empírico desde el pensamiento y sentir; de igual manera, hospedamos el pensamiento ajeno y diferente elaborando una pedagogía vivencial que permita resignificar nuestra acción en el mundo.
La experiencia ha influido en el mundo desde los primeros hombres en la tierra; el ensayo y error exhibe nuestra característica de humanos inacabados y siempre aprendiendo, con la finalidad de encontrar el conocimiento, hemos innovado, creado y generado formas diferentes de afrontar nuestra realidad. Sin embargo, la experiencia también puede ser pensada como ya establecida o finalizada, vista como una receta que si la llevas a cabo al pie de la letra, obtendremos buenos resultados, reproduciendo una y otra vez las mismas formas de actuar, pensar y sentir sin contemplar el tiempo y las circunstancias, compartir la experiencia como receta para que el otro no cometa un error que ya se cometió niega su posibilidad creadora y sitúa al otro como incapaz de enfrentarse al mundo por sí solo.
En los procesos generados en el CUPS, la experiencia es fuente de posibilidad en la construcción de diferentes modos de hacer lo educativo. En las clases de alfabetización de niños, jóvenes y adultos, se viven siempre de diferente manera, la metodología puede ser la misma, pero los sujetos son distintos, por lo tanto, los resultados varían entre cada sesión educativa. Entonces, ¿por qué tratar de enseñar de la misma manera a sujetos con vivencias, saberes y sentires diferentes?
Las emociones también constituyen nuestro carácter de humanos, el deseo, la pasión o la curiosidad han impulsado el querer saber (sentir y razón), nos ha llevado a descubrir las profundidades del mar, conocer el universo, investigar los modos de conocer y de pensar y hasta de actuar. Por otro lado, las emociones como el dolor, la ira o la soberbia nos han llevado a someter pueblos, territorios y a hacer actos barbáricos para infligir miedo al enemigo.
Las emociones inspiran a los sujetos del encuentro educativo, nos transgreden, nos mueve, nos inspira, nos alientan día a día a ser quienes queremos ser con los demás, es por eso que en cada programa del CUPS, se busca fomentar estos encuentros educativos, encontrando lo común a partir de la diferencia, sustentando y alimentando el trabajo comunitario desde las múltiples experiencias, sentires y visiones de vida. Echar mano de las emociones y la experiencia en cada encuentro educativo abierto y cambiante nos permitirá entonces, emanciparnos mutuamente, conocer aquello que aqueja al mundo y nuestra realidad inmediata. Construirnos en busca del devenir que queremos en comunidad.