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Inflación

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La inflación anual de 2017 ha sido la más alta desde 2001; la que se le parece mucho es la de 2008, que preludió la crisis económica de 2009. Hace un año, el incremento en el precio de la gasolina desencadenó sucesivo incremento de bienes y servicios; este mes han sido varios los productos que han incrementado precios: tarifas eléctricas, gas y gasolinas, alimentos procesados, tortilla, huevo, leche, granos básicos, frutas, verduras y muchos más.

En la Central de Abasto de la ciudad de Puebla, la cotización al mayoreo del maíz blanco fue de 5.9 pesos por kilo al mayoreo el 3 de enero de 2018; un año antes, su precio fue de 5 pesos por kilo. El origen de ese maíz es de Sinaloa, nuestro principal proveedor desde hace varios lustros. En el último decenio, el precio del maíz blanco al mayoreo en la citada central ha aumentado 10.5 por ciento en términos reales; no sucede lo mismo con el precio medio rural que se le paga al productor de maíz, el cual ha descendido 5 por ciento en términos reales, según los reportes de cierre de cosechas registrados por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). La producción de maíz la realizan más de tres millones de productores en México, la comercialización la operan un puñado de empresas transnacionales, quienes establecen precios especulativos de distribución. No es la única razón por la que el precio de ese producto aumenta, dos terceras partes de la producción nativa de maíz es de temporal, y las sequías afectan su rendimiento y elevan el precio, como también afectan a productores de riego como sucedió en 2011. Además importamos uno de cada tres kilos de maíz que consumimos y el incremento del precio internacional y/o la devaluación del precio lo encarece. Desde que liberalizamos la economía en 1994, los precios reales pagados a los productores nativos de maíz son decrecientes y aunque algunos años han aumentado (2007-2008, 2011, 2015), el precio actual es menor, en términos reales, al que prevalecía en 1993. No son los productores nativos los responsables del incremento del precio final del maíz.

La tortilla producida en tortillería es más cara que la generada en tiendas de autoservicio: a la escala de operación habría que agregar la calidad y tipo de insumo utilizado: maíz blanco nixtamalizado en el primer caso, harina de maíces blancos y amarillos en el segundo. El kilo de tortilla en tortillerías de la ciudad de Puebla fue de 11.31 pesos por kilo el pasado 3 de enero cuando un año antes había sido 10.85 pesos, el incremento es menor a la inflación anual. Entre 2007 y 2018, el precio real de la tortilla ha disminuido 21 por ciento: en 2007 se podían adquirir 5.4 kilos de tortilla con un salario mínimo, hoy se adquieren 6.5 kilos. La tortilla es un alimento básico de la dieta popular y por lo general se le subsidia para que impacte lo menos al salario nominal, como sucedió en el proceso federal de 2009 cuando Mario Marín, entonces gobernador de la entidad poblana, otorgó un subsidio a los expendios de tortilla para que el kilo de tortilla no excediera de 8.5 pesos el kilo. Es factible que después de la jornada electoral del próximo mes de julio se incremente el precio de la tortilla, no tanto por el reciente incremento al precio de maíz, sino por la elevación de las tarifas de energía eléctrica y gas.

El huevo blanco en la Central de Abasto de la ciudad de Puebla se cotizó el 3 de enero a 28 pesos el kilo por mayoreo, cuando un año antes estaba a 22.73 pesos; el huevo sucio tiene un precio menor, y el huevo blanco grande y mediano, el rojo y el orgánico registran precios superiores. Entre los primeros días de enero de 2007 y de 2018, el huevo blanco en la central mencionada subió 50 por ciento en términos reales. El consumo per cápita de huevo en México es de 22.4 kilos, lo que en dinero es aproximadamente la tercera parte de lo que gastamos en maíz, y en especie, el consumo es un huevo diario por persona.

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