En este proceso electoral hay una necesidad de un modelo mucho más honrado.
Hay una fuerte necesidad de creer en algo. Renovación moral o cinismo. La idea de que el líder carismático sea una especie de efecto espejo podría explicar este momento. La corrupción busca ocultarse, se esconde la mano pero, cuando no hay freno moral a la conducta humana estamos frente a un gobierno cínico. Miedo y mesianismo son elementos presentes en el electorado mexicano. Las diferencias entre los proyectos de desarrollo de los gobiernos progresistas de América Latina y la propuesta del candidato presidencial puntero en las preferencias electorales de las que han dado cuentan diversos estudios demoscópicos, son evidentes.
Son líneas por las que nos conduce Liza Elena Aceves López, doctora en sociología política, maestra en ciencias políticas y licenciada en economía, para comprender el desarrollo del proceso electoral en México, de las tendencias de las encuestas que miden la intención del voto con los presidenciables y los posibles panoramas ante los resultados de los comicios del 1 de julio.
El desencanto del sistema
—Los estudios demoscópicos sobre las intensiones de voto colocan a López Obrador con una ventaja significativa, ¿cuáles son los cambios políticos más sobresalientes desde 2006 para que hoy tengamos este panorama electoral?
—Hoy hay un amplio sector de la población desencantada del proceso democrático ocurrido en México a partir de la elección del año 2000 con el arribo de Vicente Fox a la presidencia de la República. Cierta decepción sobre la alternancia política, con dos gobiernos federales de Acción Nacional y el retorno del PRI al poder —algo que no se hubiese imaginado en aquel inicio de siglo. El desencanto sobre la alternancia está probado, no importa que cambiemos de gobierno, el modelo económico sigue siendo el mismo, los índices de violencia siguen creciendo, los salarios siguen siendo bajos y, entre otras cosas no hay una agenda de derechos humanos que nos permita vivir en armonía.
Con el triunfo de Vicente Fox, en México se abrió un proceso de esperanza política en la democracia; es decir, México que era el país que no entraba al ciclo democrático en América Latina, por fin se sumaba a la alternancia política con el triunfo de Acción Nacional y yo diría, se instauró lo que se podría llamar el gran acuerdo nacional de que la democracia podía funcionar. Eran los años de una creciente fe en el Instituto Federal Electoral (IFE), la idea de que México era un país moderno, que se habían acabado los años de persecución política del partido único.
En 2006 se rompió —muy pronto— este proceso de unidad nacional en torno a la democracia, apenas seis años más tarde y eso dividió prácticamente a todo el país. Las elecciones de ese año mostraron un país dividido, sin embargo, una parte de él tenía esperanza en el sistema democrático.
El reiterado fraude de esa elección en muchísimas regiones del país, la intervención del presidente de la República —de Fox en el asunto del desafuero en el proceso electoral— hizo que la mitad del país sintiera que nuevamente estábamos en el ciclo del priismo; en cambio, la otra mitad del país que aceptaba la derrota de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) consideraba que lo que había pasado no era lo suficientemente grave como para desechar el juego institucional del que se sentían orgullosos, que era la instauración de la alternancia democrática.
La otra cosa que ha cambiado es que en el año 2000 las condiciones de violencia sistemática no estaban instauradas como están hoy en México, yo creo que una de las cosas que más lastiman el proceso democrático tienen que ver con la violencia del crimen organizado y que se traduce en desapariciones forzadas, y también asesinatos de periodistas, de defensores de derechos humanos, defensores del medio ambiente, encarcelamientos. En 2000 no vivíamos este ambiente de violencia que vivimos hoy. Esto me parece que ha cambiado radicalmente la evaluación que tienen los mexicanos de la política de la alternancia.
Hay una necesidad
de un modelo mucho mas honrado
—La elección está cerrada, ¿estamos frente a dos proyectos de desarrollo distintos?
—Hoy, lo que hay es una gran necesidad de creer en algo, y los mexicanos cada día creemos en menos cosas, antes de Enrique Peña Nieto y sobre todo antes de Felipe Calderón, la sociedad creía en el IFE, y eso se fue desmoronando lentamente; creía en la iglesia que con todos los escándalos de abusos sexuales y complicidad que han tenido también ha perdido prestigio dentro de la sociedad mexicana; creía en el Ejército y ya no cree en él porque sabe que en la guerra contra el narco ha cometido una gran cantidad de abusos contra la población civil.
Me parece que estas instituciones, el sistema político, la iglesia y el Ejército han caído en el descrédito, colocando al país en una pérdida de elementos en los cuales creer y de los cuales abrazarse para vivir una vida feliz.
Miedo y mesianismo
—El miedo y la fe en que la voluntad de un líder tiene la capacidad de iniciar transformaciones sociales está presente en esta elección…
—Tenemos una sociedad que se divide en un grupo que en lo que cree con más fuerza es en su miedo y otro que cree también con muchísima fuerza en las capacidades que tendría el movimiento de López Obrador para cambiar las condiciones del país.
Estas dos posturas, considero, formarían parte de lo mismo y ambas tendrían algunos rasgos delicados.
Es muy evidente que aquellos que organizan la vida a partir del miedo son muy peligrosos, vemos lo que sucede en Estados Unidos con el gobierno de Trump, ese miedo nos lleva a una especie de conservadurismo político.
Ahora, del otro lado, la creencia absoluta de que un liderazgo político puede resolver los problemas, esto lo podemos llamar mesianismo —no populismo— y también es peligroso. En los dos casos tanto el conservadurismo como en el mesianismo, me parece que son riesgosos para la construcción de un Estado de instituciones democráticas.
La primera tiene el riesgo de exacerbar la violencia, de decidir cosas irracionales en términos de conservar patrimonios, familia, de endurecer las políticas en la comisión de delitos y una serie de elementos de moral decimonónica que tiene que ver con el cuerpo de las mujeres, los derechos sexuales y reproductivos, las formas de organización de la familia, etcétera, que están constituidas desde el miedo.
La postura de la esperanza mesiánica me parece que también derrumba el proyecto de construcción de instituciones y de derechos, y podrían en alguna medida, alejarse del sueño de la construcción de un sistema de partidos de pluralismo político y exacerbar la creencia de que las transformaciones vienen de las voluntades personales o de las condiciones o características personales de un sujeto histórico.
Esto ha sucedido también en Sudamérica en los últimos años, la derrota de las izquierdas en América Latina también tiene que ver con la crisis de instituciones en las cuales creer y aunque ha hecho que enfrentemos cambios institucionales y reelecciones —que no se dan de mala fe y por deseos autoritarios— sino por la creencia de que solamente el líder puede hacer transformaciones profundas en una sociedad.
AMLO, el candidato espejo y la reserva moral
Cuántos mexicanos se ven reflejados en Anaya, en un hombre rubio, delgado, practicante de yoga, que tiene gastos mensuales de 300 mil pesos —más allá de si legales o no—; el promedio de los mexicanos no vive así, no tiene una familia como la que tiene Anaya, ni nunca va a tener a los 39 años las oportunidades que un sujeto como él tiene.
Lo mismo pasa con Margarita Zavala, por qué no se ha convertido en la candidata de las mujeres, porque la mayoría de las mujeres tampoco se ve reflejada en ella; no es la mujer que todos los días sale a trabajar con una serie de complicaciones; ella es la ex primera dama.
En cambio, Obrador, un hombre de hablar pausado, que no es polemista, responde las preguntas de manera lenta, con el traje desaliñado, se le cree. Su discurso de “No robar. No mentir. No traicionar” es uno de los elementos fundamentales de su planteamiento político.
Esta conexión con Andrés Manuel nos habla de que, a pesar de todos estos años de corrupción, de impunidad, que se ha generalizado la idea de que la corrupción somos todos y todos estamos tras de ella, hay una parte de la subjetividad nacional que está deseosa de un modelo mucho mas honrado, honesto, donde no todos son corruptos, donde algunos puedan salvarse y eso me parece que es muy esperanzador.
Lo que hace López Obrador es colocarse por fuera del círculo político, aunque no sea real, es parte del grupo político, pero su discurso lo coloca como un externo “todos ustedes son ladrones, tiene intereses, pero yo no, yo soy externo a los contubernios de la política”.
Y todos los esfuerzos del PRI y PAN, de todos los que están contra AMLO están empeñados en demostrar que él es igual que todos, mientras él está intentando un efecto de diferenciación, los otros estarían muy satisfechos solo mostrando que es tan malo como ellos y eso lo hemos visto desde 2006. “Andrés Manuel no es lo que piensan, también roba, pone a sus hijos en el partido, tiene tres departamentos, de qué vive, etcétera. “Es tan ladrón como nosotros, por qué quieren ir con él si es tan cínico como nosotros”. Eso nos habla de que hay un piso muy bajo en la política mexicana.
El éxito de Obrador en el tablero político de show man es que logra mandar el mensaje y es convincente de que no es como los otros, después de todos estos años la gente le cree que es austero, la gente le cree que tiene departamentos en Copilco, propios de la clase media y que no tiene grandes departamentos en Maimi.
Simbólicamente, él representa la reserva moral del país, y creo que lo que nos vamos a disputar el 1 de julio es si la reserva moral todavía alcanza para regenerar al país o está agotada, eso es lo que creo que está en juego.
No es un debate sobre eficiencia, carisma o capacidad, es sobre un modelo social con una reserva moral o un modelo social de cínicos, eso es lo que se está confrontando.
—¿Este liderazgo tiene la capacidad, la posibilidad de crear los cambios que en ese sentido ofrece?
—Yo creo no es suficiente el voluntarismo, si pensamos que los fenómenos son sociales, si ponemos el peso a la base social, tendremos que ver la capacidad que tenga una elección presidencial para remover las fibras más sensibles de la base cultural que hoy impera.
¿Será suficiente para acabar con los cárteles de la droga, con los grupos de interés que hay en el país? Me parece que no.
Dos panoramas,
renovación moral o gobierno cínico
¿Qué posibles panoramas hay frente a esta elección presidencial?
Un triunfo eventual de AMLO tendría que iniciar un proceso de renovación moral de muy largo aliento, sería el inicio de una disputa muy larga todavía por la reinvindación de la honestidad en el país y eso va a tomar décadas revertirlo, me parece que es la oportunidad histórica de iniciar, si nosotros no nos sumamos a este proceso en este momento creo que el país tiene pocas posibilidades de cambiar hacia una situación mejor.
Y más bien lo que vamos a observar en los siguientes años es un estado cínico, la corrupción está por todos lados, la corrupción está ahí, no nos hace falta información. Si no nos falta información y no sucede nada, se parece mucho más al cinismo a lo que nos estamos acercando que a la simple corrupción. La corrupción siempre se encubre, el ladrón siempre esconde la mano, cuando no tienes necesidad de guardar la mano, estamos frente a una situación donde no hay un freno moral a la conducta humana y eso es muy peligroso. Nos hemos acostumbrado a que roban, a las muertes cada vez más violentas y contantes, desapariciones, abuso de poder, a vivir con miedo, a considerar que no tenemos derechos, y revertir eso va a llevar mucho tiempo.
Creo que hay una voluntad de cambio importante en el país.
La esperanza es que hay gente que aspira a la renovación moral. Hay dos discursos: el de los valores tradicionales, el de la familia cristiana que está agotado, y el que pretende restituir la honorabilidad republicana a través de la función pública.
Anaya dijo en Puebla que heredarle la gubernatura Moreno Valle a Martha Érika no era nepotismo, cuando un marido le hereda a su esposa un cargo y no se ve, entra en el ámbito del cinismo, ya no nos sorprende, la señora puede tener esa candidatura sin tener en su currículum nada que no sea el DIF que es el cargo que obtuvo por estar casada con Moreno Valle. Pueden ser cosas menores; sin embargo, se trata de la confrontación de un estado con función social y un estado que es patrimonio de unos cuantos para su beneficio.
México lejano de Venezuela, las diferencias
—Un señalamiento contra el candidato puntero de las encuestas es la supuesta similitud de su propuesta de modelo como el de Venezuela con el propósito de infundir miedo ante nuestro desconocimiento de la situación de este país sudamericano ¿Cuáles son las diferencias o similitudes reales entre ellos?
—Son bien distintas las condiciones, yo creo que no tiene ningún rasgo semejante más que el liderazgo, éstos son parecidos, es el gran poder carismático y la confianza puesta en un sujeto por una sociedad que ha perdido la confianza en muchas instituciones.
Lo primero es que el proyecto de López Obrador no tiene ningún rasgo, en términos de política económica semejante; lo que propone está mucho más cercano a las recomendaciones que hace la OCDE para el incremento del gasto social, que el gasto que se realizó en Venezuela, en Bolivia o en Ecuador durante los gobiernos progresistas.
La segunda cosa es que no hay un solo referente de izquierda tradicional en el discurso de AMLO, en Venezuela se hablaba del proyecto del socialismo del siglo XXI, en Bolivia el partido que gana las elecciones es el Movimiento al Socialismo, en Ecuador la revolución ciudadana tiene rasgos de una crítica anti neoliberal muy fuerte.
En el caso del discurso de AMLO ninguno de esos rasgos está presente. La construcción del imaginario del Movimiento de Regeneración Nacional es Juárez, son los liberales del país, está proponiendo una agenda política liberal tradicional, no hay un solo referente del proyecto comunista; ni siquiera encuentro un referente a la palabra burguesía, socialismo, clase, nada de eso existe.
Las supuestas similitudes son solo parte de una campaña de miedo y sustentada en el desconocimiento que tenemos de la situación política de América de Sur.