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Políticas sanitarias sin sustentabilidad

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p-08Cuando los políticos abordan los problemas de salud, se orientan esencialmente a los aspectos mercadotécnicos que puedan generar una mayor atención y así, ser convincentes en propuestas orientadas a un electorado que brinde un mayor número de votos. Se habla entonces de la construcción de hospitales o clínicas, de la necesidad de tener un mayor número de personal de enfermería y de médicos, de buscar el impulso en la investigación biomédica y así podríamos seguir, con propuestas que se dirigen a los pacientes, tratando de cambiar la percepción general de los mexicanos de que nuestro sistema de salud es francamente deficiente, incompleto, ineficiente y caduco.

Por todos es sabido que un buen número de personas enfermas buscan en la medicina privada una opción para resolver diferentes problemas de salud, lo que ha producido un alto número de consultorios que ofrecen servicios a un costo risiblemente barato y una tendencia a elaborar recetas, que con frecuencia deriva en un exceso de prescripción, para hacer de la salud un negocio definitivamente provechoso.

Pero al margen de que el hacer propuestas de campaña no necesariamente implica el explicar cómo se ha de ejercer un gasto público, resalta que la orientación a la mejor forma de ubicar los problemas de salud prioritarios, no siempre son de índole preventiva ni mucho menos, visualizando aspectos sutiles que tengan una visión a largo plazo.

Criticar es fácil. Tomar partido por algún candidato de la preferencia personal llevaría a una postura parcial y en este momento, cuando los ánimos están encendidos, resulta fundamental ser ecuánime y equitativo para poder mantener la objetividad.

Una serie de aspectos vinculados estrechamente con la salud humana y que nunca hemos de ver reflejados en planes de gobierno analizando las campañas políticas, se refiere a los recursos naturales y sistemas biológicos que en su sustentabilidad, puedan ser una especie de resguardo para la salud en el futuro. Esta visión podrá parecer exagerada, pero si pensamos en el mañana como algo no necesariamente lejano, podemos fácilmente vislumbrar un porvenir francamente desolador desde una gran variedad de puntos de vista.

Pensando en asegurar la alimentación poblacional, se lleva a cabo una explotación desmedida de recursos naturales y aunque aparentemente se piensa en disminuir el hambre y la pobreza, realmente se genera una ruptura de la integridad de ecosistemas que puede tener impactos tremendos en periodos cortos, precisamente reflejados en pobreza y hambre como secuela, que constituyen problemas prioritarios en salud, no abordados en las campañas políticas. Quienes fallecen de desnutrición no son electores y por lo mismo, no cuentan, es decir, los niños.

Además, aunque se piensa en la efectividad de los programas de planificación familiar, hay un acelerado crecimiento de la población mundial concentrado en países pobres, con una demanda en elementos básicos de subsistencia como requerimientos de agua, recursos forestales, pesca y la necesidad de cultivar alimentos en suelo fértil que a final de cuentas, cambiando la vocación de la tierra, contribuye a la degradación antinatural con un impacto impredecible de contaminación ambiental condicionado por fertilizantes, acidificación del agua que llega a los ríos y finalmente a los océanos para culminar con la alteración de los ciclos naturales de elementos como el Fósforo, el Carbono y el Nitrógeno. El reflejo directo de estos cambios altera la biodiversidad con un impacto directo en la calidad de vida. Esta ruptura de los ecosistemas condiciona el surgimiento de enfermedades con un compromiso de la salud física y mental. Ya no hablamos de fenómenos que dependen en una forma determinante de una variable que afecte, sino de una combinación de fenómenos que complican el análisis y dificultan la prevención; pero es posible valorar alternativas. Bajo un escrutinio estadístico resulta que pueden establecerse modelos predictivos y así, instituir medidas preventivas que evitarán que se llegue a la enfermedad, lo que se refleja claramente en el aforismo de la medicina que reza: “Es más barato y fácil prevenir que curar”.

Resulta absurdo que la visión alejada de las cuestiones ambientales no se relacione con las más básicas condiciones de salud. México goza de recursos pesqueros importantes, pero se ha dado una creciente disminución de este recurso y se ha puesto en riesgo un porcentaje importante de gente que depende precisamente de este medio de subsistencia. Si se le agrega el hecho de que tenemos una pobre variedad de nutrientes que se adquieren por medio de la comida que se complementa con frutas y verduras, se provoca el excesivo consumo de productos ricos en azúcares y harinas determinando que siete de cada 10 adultos, cuatro de cada 10 jóvenes y uno de cada tres niños padecen sobrepeso u obesidad, condición que nos ubica en el primer lugar a nivel mundial en estos rubros. Por supuesto esta condición promueve el riesgo de generar enfermedades cardiovasculares, cáncer, accidente cerebrovascular, enfermedades pulmonares, enfermedades metabólicas, problemas inmunológicos y un largo etcétera.

La preocupación política más difundida en plena campaña electoral, gira en torno al dinero, al gasto, a la corrupción o al producto interno bruto, entre otros; sin embargo, de acuerdo al Fondo Monetario Internacional, ocupamos el onceavo lugar a nivel mundial en términos económicos y en el año 2016, fuimos calificados con un Índice de Desarrollo Humano alto; pero nuestra realidad es verdaderamente atroz. 43.6 por ciento de mexicanos vive en pobreza, lo que es en números 53.4 millones de personas y 7.6 por ciento padecen pobreza extrema, es decir, 9.4 millones de individuos. La riqueza está muy mal distribuida. En este contexto, la cantidad y variedad de enfermedades alcanza valores verdaderamente ofensivos, lo que muestra un futuro verdaderamente desolador. Estos problemas de salud jamás podrán resolverse construyendo clínicas ni hospitales.

No está por demás comprender que es necesaria una visión que contemple algo más allá de la construcción de obras y si bien, como médico siempre he sentido que la salud es lo más importante, resulta una realidad que la educación debe ser prioritaria y de la misma forma, debe marcar la materia básica para el desarrollo del país. En este punto, resulta determinante cuidar el medio ambiente y recalcar la importancia de que a mayor biodiversidad, se pueden tener mayores probabilidades de aspirar a una buena salud, contemplando paralelamente el mantenimiento de los ecosistemas, evitar el uso desmedido de recursos naturales, valorar cómo disminuir la contaminación del agua, el aire, los suelos y sobre todo, considerar que un cambio en nuestras conductas definiendo nuestros patrones culturales, darán como resultado un mejor resguardo del planeta para las generaciones jóvenes del presente y las del futuro. Estos puntos deben ser debatidos en las actuales condiciones electorales del país.

 

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