La expresión de juicios en una forma apasionada genera la más grave de las polarizaciones en las sociedades. Una gran cantidad de acaloradas discusiones se han dado a raíz del flujo de sudamericanos en México, que en la ya célebre “caravana de migrantes” han provocado las más variadas de las reacciones. Sin embargo, poco se analizan los alcances que puede tener este flujo de personas hablando en términos de la salud.
Valorando las necesidades que he tenido de establecerme en otros lugares, a lo largo de mi vida, me hace ver que muchos hemos tenido que trasladarnos en la búsqueda de otras oportunidades que le impriman al desarrollo distintas propuestas de crecimiento, aunque hayan sido de carácter transitorio. He podido visualizar la forma en la que se han ido constituyendo poblaciones con pocos individuos autóctonos. Tal es el caso de Cancún, Quintana Roo, o el crecimiento desmesurado de la misma Ciudad de México.
Sobre el tema de la salud, desde un punto de vista ambiental, orgánicamente es imprescindible que se tengan que generar procesos de adaptación a presiones circunstanciales desde el aire que se respira, el cambio en la alimentación, la alerta ante peligros donde sobresale la delincuencia, la falta de agua e incluso, la deposición de las excretas. Así, podemos percibir a simple vista lo complejo del fenómeno. Pero tomar como decisión el detener este movimiento masivo de personas mediante la utilización de la fuerza o la construcción de muros, resulta verdaderamente inútil. Siempre se van a dar formas de evadir cualquier estrategia de detención.
Los padecimientos de los migrantes deben ser los mismos que nosotros debemos enfrentar con una especie de aderezo que incrementa sus complicaciones. Los niños son los más susceptibles a padecer infecciones respiratorias, enfermedad digestiva con deshidrataciones provocadas por la patología intestinal, desnutrición y problemas de la piel como quemaduras solares e irritaciones con infecciones. Los adolescentes estarán expuestos además al abuso sexual y todos los problemas derivados de la salud reproductiva con violencia, para culminar en adultos con las enfermedades crónicas y degenerativas como diabetes, hipertensión, cáncer, eventos cardiovasculares, embarazo y partos complicados, circunscritos a innumerables trastornos psicosociales enmarcados por la ansiedad, depresión, desgaste emocional y zozobra. A todo esto hay que agregar accidentes, hipotermia, “golpe de calor”, drogadicción, alcoholismo, tabaquismo y un largo etcétera.
Pero hay otros aspectos de un carácter verdaderamente terrible. Las enfermedades por micobacterias son indiscutibles termómetros de la pobreza, con tuberculosis y lepra como los más representativos. Estas dos patologías en pleno siglo XXI persisten en México y es muy probable que puedan tener un incremento en la medida que se presente el flujo migratorio; pero de esto no tienen la culpa los enfermos sino quienes han favorecido precisamente las condiciones sociales de pauperización humana. Lanzar gases lacrimógenos no va a evitar la migración ni mucho menos prevenir estos problemas de salud. Ni qué decir de entamebiasis, giardiasis, tripanosomiasis, salmonelosis, paludismo, dengue, tricuriais, teniasis, toxoplasmosis, oncocercosis y demás enfermedades infecciosas, incluyendo aquellas prevenibles por vacunación, para las cuales definitivamente no estamos preparados para enfrentarlas en brotes agudos hablando en términos de grandes grupos de la población.
Pero si bien, no resulta práctico establecer puestos de control médico con una atención personalizada llevada a cabo por un equipo de salud, definitivamente resulta importante evaluar cómo se pueden llevar a cabo controles por medio de estrategias eficientes para poder detectar en una forma priorizada, patologías transmisibles y no transmisibles que puedan brindar un panorama epidemiológico que muestre lo que se deba afrontar, sin que esto implique la expulsión o la repatriación de un individuo, respetando los derechos humanos y sobre todo, la dignidad de un enfermo.
Estudios baratos como toma de presión, temperatura corporal, frotis y gota gruesa, análisis de materia fecal, examen de orina, biometrías y químicas sanguíneas, pueden ser de extrema utilidad, orientándolos principalmente a niños, mujeres embarazadas, personas de edad avanzada o personas con notorio desgaste físico o en condición de discapacidad.
La migración siempre ha existido, desde los mismos albores de la humanidad. El hombre prehistórico lo hizo buscando fuentes de alimentación. Tampoco es de actualidad el escape de una región por causas generadas en medio de la violencia, la guerra, la falta de oportunidades o la destrucción del entorno social. Las fronteras no pueden ser suficientes para detenerla y si bien resulta impresionante ver el número de personas que en la caravana llegaron a nuestro país, no serán efectivas las estrategias de contención fronteriza, pues a lo largo de toda la colindancia entre países, existirán huecos por los cuales podrán pasar.
Los retos son muchos y necesitamos una orientación coordinada de las instituciones de todos los países involucrados para poder medir las implicaciones que tendrán un impacto en el desarrollo humano. Es fundamental establecer pactos políticos que sistematicen las estrategias entre las naciones, de modo que puedan darse cambios internos que promuevan un mejor ordenamiento en el exterior.
Lejos de buscar la construcción de muros, desde el punto de vista humano, se requieren puentes de comunicación que sean enmarcados por prioridades que visualicen las mejores opciones de interacción social. Debemos considerar que quienes deciden abandonar los lugares de origen, enfrentan innumerables peligros que van a degradar la salud física y emocional en un estado tan lamentable, que provocará incluso la muerte. Por esta razón, lejos de ver con desdén a esta caravana, necesitamos hacer conciencia de que entre 2014 y 2016, el Instituto Nacional de Migración reportó haber llevado a cabo 421 mil 395 deportaciones, de las cuales, 88 mil 155 fueron niños y adolescentes. De todos estos, es imposible saber a ciencia cierta, cuántos lograron el objetivo de pasar ni mucho menos, cuántos lo lograrán.