El lado oscuro, oculto, lejano… de la Luna

p-07aExisten registros que, desde tiempos muy antiguos, hace unos 30 mil años, los seres humanos han observado a la Luna y con ello se han podido percatar de las fases que ésta presenta y lo cíclicas que son. También se percataron de que, invariantemente, siempre se ven las mismas características. No importa si la vemos creciente, llena o menguante, desde China o desde el Caribe, desde la Antártida o el Polo Norte, a las cuatro de la mañana o a las 8 de la noche, siempre le vemos los mismos detalles. Pero, ¿por qué la Luna insiste en ocultarnos una parte de ella? ¿Qué es lo que esconde?

Es claro que ella no nos esconde nada, el que no podamos ver un lado de la Luna responde a una sencilla razón, aunque a veces no tan fácil de captar: resulta que el tiempo en que tarda en dar una vuelta sobre su propio eje, es decir, su periodo de rotación dura lo mismo que lo que tarda en dar una vuelta alrededor de la Tierra, es decir, su periodo de traslación. A esto se le llama movimiento sincrónico y se originó por la misma interacción gravitacional entre la Luna y la Tierra. Cuando el sistema Tierra-Luna se formó, después de un gran impacto entre la Tierra y un objeto quizá del tamaño de Marte, al formarse, la Luna se encontraba mucho más cerca de la Tierra y también rotaba mucho más rápido de lo que lo hace hoy en día. Desde entonces, la fuerza de gravedad entre ambas ocasiona que los dos cuerpos se deformen, que les salgan “chipotes”, en la dirección de la fuerza. Es a lo que llamamos “mareas” y en la Tierra se notan claramente en los océanos cuando el nivel del agua sube o baja. Debido a estas deformaciones y a la misma rotación, la gravedad hizo que la Luna fuera disminuyendo su velocidad de rotación, hasta que su periodo de rotación se sincronizó con el de su traslación. Y esos “chipotes” no se movieron más, es decir, hubo un acoplamiento gravitacional. Sin embargo, es importante hacer notar que no sólo la Tierra frenó a la Luna, sino que el efecto ha sido para las dos, la Luna también ha frenado a la Tierra, pero de manera mucho menos evidente, aun así, llegará el momento en que la Tierra también le oculte un lado a la Luna.

Esta es la razón por la que no podemos ver un lado de la Luna, pero eso no significa que no exista, ni que no esté iluminado por el Sol. De hecho, es muy común que lo llamen “El lado obscuro de la Luna”, como el famoso disco de Pink Floyd, pero ese nombre es incorrecto para la Luna, ya que toda ella recibe en algún momento luz del Sol, aunque a muchos sí nos parece correcto para el álbum icónico de la banda británica. La Luna no tiene un lado obscuro, solo un lado oculto a la vista de los que habitamos la Tierra. También se le llama “el lado lejano de la Luna”, lo cual también es correcto.

Al no poder ver un lado de la Luna, el ser humano ha creado una gran cantidad de mitos y leyendas en torno a él. Sin embargo, hay cosas que podemos deducir. Lo primero que se podría suponer es que es igual, o al menos similar, al lado que sí podemos ver, ya que se trata del mismo objeto celeste. Por ejemplo, la Tierra tiene mares y continentes en los dos lados, el Sol tampoco es diferente de un lado ni del otro, y eso lo sabemos porque lo vemos rotar, de hecho, Galileo registró su rotación observando el movimiento de las manchas solares. Supondríamos entonces que la Luna debería comportarse igual que los demás astros y presentar las mismas características en ambos lados. Sin embargo, aunque nuestra curiosidad era grande, hubo que esperar mucho para poder confirmarlo.

El 7 de octubre de 1959 nos llevamos una gran sorpresa cuando una sonda, enviada a la Luna por la ahora extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, mandó las primeras fotografías del lado oculto: ¡resultó ser muy diferente al lado que sí podemos ver!, su terreno es mucho más “accidentado”. Para empezar, no existen los grandes asentamientos basálticos obscuros que dominan en el lado visible, esos que moldean “el conejo de la Luna” y que se formaron debido a erupciones provocadas por el impacto de grandes meteoritos. Al contrario, la cara oculta de la Luna está llena de cráteres de impacto, algunos de ellos de más de 500 km de diámetro, algo así como la distancia entre las ciudades de Oaxaca y Tuxtla Gutiérrez. Y es ahí, en el lado oculto, donde está el cráter Von Kármán donde los científicos creen que está la zona más antigua del satélite.

El hecho de que la Luna sea diferente en sus dos lados no encontró explicación hasta hace unos pocos años, cuando los científicos propusieron que, después del impacto que formó a la Luna, tanto ésta como la Tierra se encontraban a muy alta temperatura. Ya que la Luna es mucho más pequeña que la Tierra, se enfrió muy rápidamente, pero la Tierra seguía aún muy caliente. El lado de la Luna que “veía” a la Tierra recibió este calor, mientras que el otro estaba expuesto al frío del espacio. El lado que se enfrió más rápidamente creó una corteza más gruesa y, por lo tanto, los subsecuentes impactos de meteoritos no llegaron a producir las erupciones que dieron origen a los mares del lado visible y simplemente se quedaron como cráteres de impacto, como cicatrices en la corteza.

Sin embargo, el lado oculto de la Luna no sólo es interesante por el enigma que ha representado a la humanidad, estudiarlo ha sido todo un reto ya que, si una sonda o nave es enviada a ese lado del satélite, al estar interpuesta la Luna entre ella y la Tierra, la comunicación directa es imposible, es necesario hacer uso de un satélite que triangule esa señal, y para realizarlo se requieren grandes avances tecnológicos, los cuales ya se han dado. El 3 de enero de 2019, casi 50 años después de la llegada del hombre a la Luna, a las 10:26 horas de Pekín (las 20:26 horas del 2 de enero en México) la sonda china Chang’e 4 marcó un hito sin precedente alguno posándose en el lado oculto de la Luna, llevando consigo la tarea de efectuar importantes experimentos, algunos de ellos se están llevando a cabo ahora mismo.

p-07bEstos experimentos nos ayudarán a obtener información de la formación de la Luna, lo cual, a su vez, nos ayudará a entender la evolución del sistema solar. La misión Chang’e 4 podrá medir la composición mineralógica de las rocas en puntos clave, lo que apoyaría a determinar con mayor certeza por qué ambos lados son tan diferentes, y no sólo en cuanto al grosor de la corteza, por ejemplo, el lado oculto también contiene menos potasio y fósforo que el lado visible.

Aunado a esto, el lado oculto de la Luna es un excelente lugar para poder poner observatorios ya que se podrían hacer observaciones del espacio alejadas de la contaminación, en muchas frecuencias, de la Tierra y además sin tener que batallar con la atmósfera, lo cual permite datos mucho mejores. En particular, ese lado de la Luna es un lado completamente silencioso a las ondas de radio que nosotros emitimos, por lo que es un lugar ideal para instalar radiotelescopios que nos permitan tener un estudio más detallado del Universo, como la fotografía recientemente anunciada del hoyo negro en el centro de la galaxia M87.

Aunque actualmente el lado oculto de la Luna ya no es tan oculto, hay quienes aún afirman que es ahí donde se localizan bases extraterrestres y que desde ahí vienen a la Tierra a conquistarnos, y que es por esto que la NASA dejó de enviar naves a este satélite. Sin lugar a dudas el lado oculto de Selene, la Luna, ha sido un lugar enigmático para el ser humano por mucho tiempo, sin embargo, hoy en día sabemos mucho sobre él, cómo es y por qué es así, incluso, es ahí, en el lado oculto donde ya se ha logrado que broten semillas de papa, la primera materia biológica desarrollada por humanos fuera de la Tierra y de la Estación Espacial Internacional. Al parecer, el lado oculto le guarda grandes descubrimientos a la humanidad.

 

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