El Universo es una obra de arte

El Universo es una obra de arte. Explicar su naturaleza y la de los objetos que contiene, requiere de la misma creatividad que para generar arte. Por esta razón es que me causa un poco de angustia, o quizá sólo inquietud, que cuando se menciona “eventos culturales”, generalmente se re-fieren a eventos artísticos. Me parece que la cultura se sostiene en dos pilares, la ciencia y el arte, pero por alguna razón, casi nunca, se incluye a los eventos de divulgación o investigación científica, en este paquete. Mi inquietud se debe a que nunca las he visto o pensado como cosas ajenas.

Quizá esto se deba a las lecturas que tuve durante mi formación básica o quizá a que la astronomía, mi especialidad, tenga tanta cercanía con la creación artística. Por ejemplo, las pinturas en las cuevas de Lascaux, en Francia, con cerca de 30 mil años de antigüedad, combinan las representaciones de animales con las fases de la Luna, mientras que las imágenes obtenidas con el Telescopio Espacial Hubble, desde hace apenas unos 25 años, son ya parte de la cultura popular, aparecen en portadas de libros o discos compactos, así como en carteles y en muchas otras expresiones gráficas.

Siguiendo con la astonomía, podríamos apelar al cielo estrellado que es fuente de inspiración para muchas obras de arte en la música, la literatura y la pintura, dicen que los más bellos poemas han sido inspirados por el cielo nocturno, pero qué tal “Los Planetas”, de Holst, o los frescos del Giotto, uno de los cuales incluye un cometa, o textos como “El Astrónomo”, de Whitman. Un ejemplo más evidente, para nuestra región, se puede apreciar en la pintura elaborada por Cristóbal de Villalpando en la cúpula principal de la catedral de Puebla, donde incluyó un camino de estrellas.

La mejor referencia de un personaje que ha combinado la ciencia y el arte en su labor, innovando en las dos áreas, fue Leonardo da Vinci, a quien hace unos meses, el 2 de mayo, recordábamos en el aniversario 500 de su fallecimiento (y que fue el pretexto de la temática de este número de Saberes y Ciencias). Desde el lado de las artes, podríamos pensar también en Durero, aportando a la ciencia a través de sus representaciones naturalistas, mientras que, por el lado científico debemos mencionar los dibujos de Galileo, destacando sus dotes artísticas para plasmar lo que observaba a través del telescopio.

La idea de que el arte y la ciencia parecen dos disciplinas ajenas ha dado lugar a lo que se ha llamado las dos culturas. Sin embargo, estas dos disciplinas, la ciencia y el arte, en realidad están muy conectadas y ejemplo de ello son el uso de nuevos materiales, la conservación y restauración de obras de arte con nuevas tecnologías, los descubrimientos inspirados en la literatura, las obras literarias inspiradas en la ciencia, etcétera.

Aun con evidencias como éstas, mucha gente piensa que no hay relación alguna entre la ciencia y el arte, se piensa que son ajenas, que los artistas y los científicos ni siquiera se conocen, sin embargo, hay mucha retroalimentación entre ambas disciplinas, como ya mencionamos. De tal manera que se nos ocurrió, junto con Tania Saldaña, del IMACP, organizar unos diálogos entre un representante de cada pilar y mostrar sus relaciones múltiples, y también sus diferencias, desde luego. Nos pareció que una manera diferente de acercarse a la ciencia y al arte podría ser reuniendo a científicos y artistas a dialogar sobre sus especialidades, sobre temas comunes y sobre otros tópicos que parecerían serles ajenos. Un científico ha-blando de arte y un artista sobre ciencia.

Iniciamos el pasado junio con un par de diálogos, uno entre Omar López-Cruz, astrónomo del INAOE, y Sebastián Gatti, reconocido escritor, y un segundo entre Daniel Mocencahua, matemático dedicado a la robótica, y gran divulgador, y Jorge Andrade Roca, músico y compositor, curador, entre otras cosas, del Festival Discan-tus. En agosto tuvimos a otra astrónoma, Itziar Aretxaga dialogando con un director de cine multipremiado, Hugo Félix Mercado, así como a dos hermanos, Eduardo y Roberto Morales Manzanares, uno experto en Inteligencia Artificial y el otro músico.

Con un formato en el que cada dialogante habla en un primer momento de su disciplina, y en un segundo momento de la disciplina de su interlocutor, sin dejar de intervenir en otros momentos para enriquecer el diálogo, estos diálogos han resultado excelentes conversaciones más que una lucha a dos de tres caídas. El tiempo, infortunadamente, sí ha resultado límitado y hemos debido detenernos justo cuando el público está interactuando con ambos. Lo importante es que los diálogos han resultado enriquecedores para todos, asistentes y ponentes, mostrando que hay mucha más relación entre ambas disciplinas que la que generalmente se piensa.

Con la idea de que estos diálogos llegaran a más personas, y que permanecieran, invitamos a algunos de los dialogantes a plasmarlos en un texto. Aunque no es lo mismo que la conversación en vivo, un par de los autores lo intentaron y trataron de reconstruir su diálogo, mientras que otros se fueron por su cuenta y escribieron sus ideas de manera individual, pero siempre mostrando gran pasión por su tema y aceptando la contribución de su contraparte, en el otro pilar de la cultura. No puedo terminar sin mencionar el apoyo del INAOE, el IMACP y la UDLAP, para organizar los Diálogos y agradecer a La Jornada de Oriente por dedicarles un número de este suplemento. Espero que disfruten la lectura.

 

 

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