Volví a leer Crónicas Marcianas en estos días de contingencia, quizá porque me enteré que las estaban adaptando para elaborar una serie, esperemos que mejor que la que hizo la NBC en los 80s. Luego de felizmente volver a digerir el prólogo de Jorge Luis Borges y, desde luego, repasar la poesía, como le llama un amigo, de las Crónicas, me puse a revisar qué otros textos de Bradbury tenía. Estaba seguro de tener al menos su otro clásico, Farenheit 451, el de los bomberos incendiarios de libros (y que se volvió un clásico de Truffaut en el cine). Para mi sorpresa, hallé otros cuatro textos: Memoria de crímenes, El signo del gato, Las máquinas de la alegría y La bruja de abril y otros cuentos. Ya luego, revisando con calma, he visto que tengo varios más, pero digitales.
Tres de ellos, además de las Crónicas y Farenheit, son parte del acervo de la Biblioteca de Aula (BA), es decir, están disponibles en las aulas (o estaban, antes de la contingencia) para estudiantes de secundarias públicas. Al parecer el equipo de selección de la BA tiene buen ojo para este género.
Repasando los libros entendí por qué mis amigos lectores de CF mencionan frecuentemente que Bradbury no escribía CF. Hay temas recurrentes como el circo, Marte (desde luego), cine y su ambiente, Irlanda, México, sobre temas de pareja, personajes exóticos, y a veces de CF.
En Memoria de crimenes él mismo, en la introducción, menciona que se trata de textos de sus inicios y se nota, son menos acabados que los de otras colecciones de cuentos. Lo interesante es que revela un poco sobre la manera en que escribe. Dos cuentos tratan sobre México, La calavera de azúcar (Día de Muertos), y La larga noche, sobre los pachucos. Aborda a los muertos nuevamente en otros cuentos como La obra de Juan Díaz, el tema son las momias de Guanajuato y El día de los muertos en la que sobresale la narración de una corrida de toros, ambas historias aparecen en Las maquinarias de la alegría. Vuelve a referirse a México en Olé Orozco, en El signo del gato, sin dejar de mencionar que también aparecemos en las Crónicas, en el capítulo Junio de 2001. Aunque siga brillando la Luna, aunque la referencia no es muy notable:
“Cuando yo era niño, mis papás me llevaron a Ciudad de México. Siempre recordaré el comportamiento de mi padre, vulgar y fatuo. A mi mamá no le gustaba tampoco aquella gente. Eran morenos y no se bañaban a menudo. Mi hermana ni hablaba con ellos. Sólo a mí me gustaban realmente. Si mi padre y mi madre vinieran a Marte, harían otra vez lo mismo…”
Aparecen los personajes exóticos en Circo de cadáveres (Memoria de crímenes), La mujer ilustrada, T-rex y Así murió Riabúchinska (Las maquinarias de la alegría). ¿Pueden imaginarse el asesinato de un siamés (aquellos gemelos cuyos cuerpos siguen unidos después del nacimiento), una mujer que es obesa para llenarse de más tatuajes, un productor de cine cara de T-rex o una marioneta viva?
Bradbury pasó una temporada en Irlanda a principios de los años cincuenta, con John Huston para el guión de Moby Dick. Irlanda con sus personajes aparecen en El mendigo del Puente de O´Conell y La carrera del himno (Las maquinarias de la alegría).
La bruja de abril sólo contiene cuatro historias, pero muy bien seleccionadas: La sabana, un poco de CF sobre una casa futurista con los hijos que ya no saben hacer nada debido a las comodidades que ofrece; El otro pie, sobre Marte y el racismo; La sirena del faro, sobre una criatura submarina que interactúa con el sonido emitido por la sirena de un faro; y el relato que da título al libro que trata de un ser inmaterial, incorporeo, que viaja y ve todo desde el punto de vista de quien se apodera.
Y a veces incluye un poco de CF, como en Las vacaciones, donde desaparece la humanidad de un día a otro, menos una familia, y ¡Muchachos! ¡Cultiven hongos gigantes en el sótano!, sobre una invasión de ETs (Las maquinarias de la alegría). No importa si es CF o no, ¡cáiganle a Bradbury en la cuarentena!