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Reflexiones universitarias: el modelo neoliberal viola la autonomía, despolitiza a las universidades públicas y restringe los derechos sindicales

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Con la implementación del proyecto neoliberal en México, las universidades públicas del país sufrieron transformaciones, algunas de ellas relacionadas con su quehacer pedagógico y vinculación social, en las relaciones laborales y en la autonomía universitaria, sobre estos cambios reflexionan Judith Chaffee Hopper, doctora en Economía y Alberto Cordero Dávila, doctor en Óptica, como parte del foro Retos de la Educación Pública Superior en México, organizado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

A treinta años de la implementación del modelo gerencial de la educación superior, los efectos transformadores de la vida universitaria son visibles y razón de reflexión de estos dos investigadores universitarios que comparten en entrevista con Saberes y Ciencias sus críticas a este proyecto cultural que permeó a las universidades públicas.

Para comprender los efectos del neoliberalismo, puntualiza la economista Chaffee Hopper, hay que entender que éste es un proyecto cultural y no únicamente un modelo de administración económica; es una narrativa, una explicación de las cosas que genera un razonamiento que se establece en el sentido común de las personas, que le pasa a la sociedad en su conjunto, de allí que los efectos al interior de la universidad no haya sido exclusivo de los docentes universitarios, sino también de los estudiantes.

 

La gran mordaza, el sistema de puntos y la violación a la autonomía universitaria

 

En la BUAP, durante la rectoría de Alfonso Vélez Pliego, se impulsó un programa sin precedentes de superación académica, que permitió que muchos de los profesores universitarios realizaran estudios de posgrados, lo que trajo consigo mejoras sustanciales en la investigación y la docencia; “cae al centavo en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM)”, señala Cordero Dávila.

“Esto coincide con la implementación del neoliberalismo en México, en 1984, en el sexenio de Miguel de la Madrid, con Jesús Reyes Heroles como secretario de Educación Pública, que impulsa el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el Programa de Nacional de Educación Superior —que irá a lo largo del tiempo cambiando de nombre. Esto marca el inicio de una profunda transformación de las universidades autónomas públicas mexicanas, aunque no lo parezca, esto es una violación flagrante de la autonomía universitaria y que consistió en que el presupuesto para investigación ya no se entrega directamente a la universidad sino que es la SEP quien recibe y revisa los proyectos y entrega directamente el recurso a los investigadores por medio del financiamiento y las becas; esto atenta contra la autonomía de crear los proyectos de investigación y desarrollo y la libertad de cátedra, además que los investigadores son evaluados por fuera y no por la propia universidad —surge la evalcuación del SNI—, ahí se pierde la autonomia universitaria”.

“Entonces se le da dinero al profesor ‘bueno’. La SEP dice que la intensión es la mejora de la investigación y la docencia, porque va a evaluar a los profeseores y les va a dar dinero a los profesores ‘buenos’, a los ‘malos’ no les doy ni un centavo; sin embrago, la razón real es violar la autonomía universitaria y no dar un aumento generalizado a los profesores —en ese momento la inflación rebasaba el 100 por ciento y el salario se vio precarizado.

Lo que hacen es inventar una forma de puntos para compensar a los profesores ‘buenos’, a los ‘malos’, no.

Para la economista Judith Chaffee, este sistema de puntajes y evaluación logró en el momento que se aplicó, corregir un conjunto de conductas equivocadas, pero cuando se prolongó se convirtió en un obstáculo para que se pudiera seguir creciendo como universitario.

“Se establece un sistema salarial de puntos donde criterios ajenos a la discusión académica, aunque se dice que lo evalúan los pares, son los que prevalecen para decidir quién gana más dinero y quién no, se privilegian cierto tipo de resultados de investigación por encima de la docencia y se va  generando una brecha al interior de la universidad, así que la única forma de salir adelante es sometiéndote, y si encima tienes una postura crítica, tienes que hacer doble trabajo”.

 

¿Cuál es el efecto de esto?¿Ha mejorado la investigación y la docencia?

 

Esta modificación, coinciden ambos investigadores, genera una fragmentación de la investigación y una competencia “endiablada” porque se compite por el dinero; así, en lugar de que el investigador haga un artículo grande, lo divide y hace varios “chiquitos” —una práctica conocida.

“Sucede algo trágico, los docentes buenos siguen siendo buenos, pero tienen que dedicar más tiempo a la investigación y menos a la docencia, y los profesores malos se convierten en profesionales de las constancias, con sus matices y excepciones, pero es la esencia del fenómeno”, destaca Cordero Dávila.

La universidad pública vivió un proceso de despolitización que sacrificó el vínculo con la sociedad y lo cambió por los estándares de excelencia impuestos por organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con un conjunto de normas de corte gerencia que establece indicadores: tienes que publicar en tantas revistas de arbitraje, enfatiza la académica de la Facultad de Economía de la BUAP.

“Entonces, cumplir con los estándares impuestos y estar involucrado políticamente, no es posible, no se pueden hacer las dos cosas, es como la gran mordaza, una exigencia mayor a las universidades  que las ató por medio de los salarios. Pareciera que la despolitización y atención de los problemas sociales fue por gusto propio y fue, en realidad, por un contexto que se impuso, que fue violento en términos de relación laboral ”.

 

La restricción de los derechos sindicales y la limitación de la creatividad

 

El sistema de puntos, explican los universitarios, generó docentes de distintos niveles ”tienes de primera que son del SNI, que tienen un conjunto de condiciones laborales diferentes y la carga docente es menor; tienes a los de segunda que tienen definitividad y a los profesores horas clases, que tienen que juntar horas para vivir”.

Los profesores contratados durante el periodo neoliberal no tuvieron acceso a los derechos que sí tenían los anteriores al modelo, tienen contratos que no les dan las mismas prerrogativas, son contratados por cuatrimestre, y sin pago de períodos vacacionales, una restricción de los derechos sindicales.

“Estas prácticas para maximizar el uso de los recursos hubo a quienes nos agradaron porque ofreció una sensación de que ponía orden; sin embargo, el costo fue la pérdida de la libertad de tu tiempo en el sentido productivo. Si eres un profesor que quiere mantener su puntaje, no cambias de temática de investigación, o cambias con mucha dificultad, porque lo que tienes que invertir en una nueva línea de investigación es demasiado, entonces para mantener el puntaje (la tarea investigativa) se vuelve rutinaria y monótona. La creatividad en la investigación y producción se apaga, porque el tiempo no rinde para hacer demasiados cambios”, profundiza la investigadora.

 

La participación real en los órganos de gobierno y la asamblea, medios de cambio

 

Cambiar la reglamentación para que sea la universidad quien asigne las becas y poder afrontar las necesidades sociales, considera Cordero Dávila, es fundamental para retomar la autonomía; “hacer nuestra propia reglamentación puede traer consigo un enfrentamiento con la SEP; sin embargo, (la Secretaría) en este momento tiene la disposición para atender las problemáticas sociales.

“Es necesario dignificar el trabajo docente, la autonomía recibió un golpe brutal en 1984 y ya nos acostumbramos, hasta pedimos que se siga exigiendo porque hay dinero de por medio; sin embargo, atender desde la universidad los problemas sociales es mucho más complejo que publicar un artículo”.

En ese sentido, Chaffee Hopper insiste en que el proyecto de educación superior debe hacerse con los universitarios y no con grupos de planificadores administrativos que se crearon en la universidad para gerenciar. “Hay formas de participación, no todo debe ser en asamblea y tampoco debemos rehuir de ella. Existen órganos colegiados y de gobierno”.

Finalmente, consideran los docentes, las academias, los consejos de investigación, de unidad académica, “existe oficialmente la democracia académica pero realmente no, por lo que hay que tomarlas para cambiar el tabulador salarial y generar otras condiciones laborales; se requiere de una participación real en los distintos órganos de gobierno, dejar de tratar de administrar el proceso, se necesita abrir la discusión, que haya disenso, posturas diferentes”.

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