Conservar, ¿para qué?

· Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo” *

· Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo” *

A lo largo de la historia de la humanidad el uso y manejo de los recursos naturales ha sido fundamental para el desarrollo de las ciudades; sin embargo, al paso de los años el crecimiento de las poblaciones ha causado un aprovechamiento desmedido de los bienes naturales.

En todo el mundo, incluyendo México, se han creado un sinfín de programas para la conservación de las especies, liderados principalmente por instituciones de gobierno, universidades, organizaciones no gubernamentales y algunos sectores de la población, sin embargo, no ha sido suficiente, ya que en muchos casos no se les ha dado seguimiento y mucho menos evaluado para determinar si fueron un éxito o fracaso.

De los programas o acciones que más se han realizado en México, es la creación de Áreas Naturales Protegidas (ANP) siendo esta, una de las tantas estrategias para la conservación de la biodiversidad, las cuales son cuidadas y administradas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

Se tiene registro de que en 1917 el presidente Venustiano Carranza apoyó a que se decretara la primera ANP de nuestro país: “El Parque Nacional Desierto de los Leones”, ubicado al suroeste de la Ciudad de México, a partir de ese año a la fecha se tienen un total de 182 ANP de carácter federal, de las cuales 44 son reservas de la biósfera, 40 son áreas de protección de flora y fauna, 67 parques nacionales, 18 santuarios, ocho áreas de protección a los recursos naturales y cinco monumentos nacionales, además 356 áreas destinadas voluntariamente a la conservación, estas áreas son predios en donde sus dueños los consignan para la conservación de flora y fauna.

Puebla es el quinto estado con mayor biodiversidad, por lo que la creación de áreas naturales protegidas ha sido fundamental para la conservación. Destacan la Reserva de la Biósfera de Tehuacán–Cuicatlán (Puebla-Oaxaca), Parque Nacional Malinche (Puebla–Tlaxcala), Parque Nacional Izta–Popo (Puebla, estado de México y Morelos), Parque Nacional Pico de Orizaba (Pue-bla–Veracruz), Cañón del Río Blanco, Zona Protectora Forestal Vedada Cuenca Hidrográfica del Río Necaxa, Reserva Estatal Sierra del Tentzo y actualmente se está buscando que un pequeño fragmento de bosque de pino y encino, ubicado dentro de la capital se decrete como área natural protegida.

A pesar de que en nuestro país suman casi 908,395.20 km2 destinados para la conservación y que encima existen leyes ambientales que protegen estos lugares, la contaminación, el cambio climático, la venta ilegal de especies, la introducción de especies exóticas, deforestación, enfermedades, entre otras cosas, han hecho que estas acciones resulten insuficientes, teniendo consecuencias graves.

Otra de las causas que ha puesto en riesgo la conservación de las especies es la “buena voluntad”. Esto no solamente pasa en Puebla, sino también en todo México y en el mundo entero. Recientemente nos enteramos de la existencia de un proyecto de “conservación” en donde el objetivo principal era sacar de la ANP a una especie de anfibio, para llevarlo a un sitio artificial, carente de las condiciones naturales del ecosistema en donde habita. El proyecto estaba lidereado por personas con “buena voluntad”, pero sin los conocimientos básicos en términos de conservación. Este tipo de acciones, más allá de ayudar a cuidar, se convierten en problemas, poniendo en riesgo la sobrevivencia de las especies.

Crear áreas naturales protegidas ofrece diferentes beneficios como, por ejemplo: mantener la flora y fauna silvestres, paisajes y rasgos geológicos, procesos ecológicos de los ecosistemas, salvaguardar la diversidad genética de las especies silvestres de las que depende la continuidad evolutiva, particularmente de las especies endémicas o en peligro de extinción, así como contribuir a la generación de conocimientos a través de la investigación. Sin contar que estos sitios también brindan servicios ambientales que son aprovechados por el hombre.

Ante esto, querido lector, les invitamos a que se sumen a la conservación biológica de manera consciente, es decir, que apoyen sólo a proyectos que tengan un sustento académico y que haya una institución seria que los respalde, con esto gana la biodiversidad y también ganamos nosotros.

 

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