Manejo de la pandemia por SARS-CoV-2

Innumerables son las críticas hacia el gobierno federal mexicano, que se enfocan a descalificar la forma en la que se ha abordado la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2. Evidentemente existe una polarización en el que se enfrentan visiones opuestas, en una especie de golpeteo mediático que definitivamente tiene un tinte político, para descalificar a la estrategia planteada como “Cuarta Transformación”; y, por otro lado, se ha dado una férrea defensa que lucha contra falsas noticias, datos parciales, informaciones manipuladas y mensajes alarmistas que solamente dejan en el ambiente, innumerables dudas y conceptos equivocados.

He de hacer un paréntesis con algo que siempre me ha generado molestia. Hablando de profesiones y oficios, si me encuentro con un problema de índole legal y le pido a alguien apoyo, de inmediato me dirá que recurra a un buen abogado. Si me doy cuenta de que en la casa se comienzan a generar cuarteaduras y le pregunto a cualquier persona qué debo hacer, me referirá a un arquitecto o a un ingeniero. Así podemos hablar de carpinteros, plomeros, mecánicos y demás profesiones u oficios; sin embargo, en México, todo mundo se siente médico. Si alguien expresa que padece un dolor, de inmediato surgen innumerables consejos que, en el mejor de los casos, se orientan a utilizar remedios caseros; sin embargo, es extraordinariamente frecuente la recomendación de medicamentos, sin una idea de lo que es la farmacología, la orientación de lo que es la patología, la interacción de sustancias y, sobre todo, los efectos secundarios que pueden llegar a ser mortales.

En Estados Unidos es mucho más fácil comprar un arma que adquirir un antibiótico sin receta; pero en nuestro país, resulta extraordinariamente fácil comprar cualquier tipo de medicamentos. Esto tiene un reflejo en las condiciones de salud imposibles de medir.

De la misma forma, cualquier comunicador no solamente se expresan como profesionales de la salud sino incluso como epidemiólogos expertos.

Esta rama de la medicina es compleja, pues utiliza como herramienta tecnológica la estadística y modelos matemáticos que, con base en estudios de diversa índole, valora las enfermedades poblacionales, la forma de controlarlas, resolverlas y sobre todo prevenirlas. Se llevan a cabo análisis de muchas variables que, en un conjunto de individuos, tienen dinámicas impredecibles.

Obviamente, lo ideal para poder detener la Covid-19 desde un inicio era interrumpir de inmediato, lo que se denomina cadena de contagios. Esto hubiese implicado aislar a todos los países, considerando que una sola persona portadora del virus, genera una verdadera reacción en cadena. Por la alta movilidad internacional, esto es literalmente imposible.

Ante este panorama, desde finales de febrero, en México diariamente comenzaron a difundirse conferencias de prensa, de carácter informativo, lidereadas por el doctor Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud que en una incansable labor, desde un inicio planteó que la estrategia para mitigar los efectos de esta enfermedad, se seguirían los lineamientos dictados por el Comité de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sabiendo que la enfermedad llegaría en una forma inexorable. En la madrugada del 28 de febrero, Hugo López Gatell confirmó que un hombre de 35 años, habiendo estado en Italia, fue el primer caso confirmado de Covid-19 en México, específicamente en la ciudad de México. Se llevó a cabo el protocolo de aislamiento de probables contactos con una observación médica puntual y escrupulosa.

A partir de ese momento se estableció la estrategia de comunicar exhaustivamente toda la información que se iba recabando para evitar la propagación de la infección.

México fue el primer país que estableció con recursos propios una prueba de diagnóstico para el Covid-19 a través del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE), adoptando posteriormente el procedimiento recomendado por la OMS, disponible actualmente a todos los estados de la República y los seis centros de laboratorio en unidades especializadas de atención médica.

Analizando lo que sucedió en países con sólidos sistemas de salud como España e Italia, en la que se generó una saturación de hospitales e insuficiente infraestructura para atender a los pacientes enfermos, se decidió aplicar el denominado modelo de “mitigación”, con el que se buscó limitar la velocidad de transmisión de los contagios, protegiendo a los sectores poblaciones más vulnerables, garantizando la atención rápida y eficaz a quienes hubiesen sido infectados, rompiendo las cadenas de transmisión y disminuyendo el número total de eventos fatales.

Pero el reto es de un carácter tremendo por el tipo de población que tenemos, convirtiendo la situación en un fenómeno extremadamente complicado. No solamente ocupamos de los primeros lugares a nivel mundial en enfermedades crónico degenerativas, sino también un índice de pobreza en el que más de la mitad de la población vive “al día” y para poder sobrevivir, es imposible el confinamiento generalizado. Bajo este fenómeno y un sistema de salud literalmente desmantelado, se estableció el plan de prolongar la epidemia, evitando la saturación de hospitales, con los respectivos equipos de atención como los imprescindibles ventiladores mecánicos. También se “reconvirtieron” hospitales y hasta este momento, nuestro sistema de salud no ha colapsado, condición que es verdaderamente meritoria.

Sin embargo, los medios golpean al gobierno y critican las medidas de la Secretaría de Salud, hablando de cifras en términos absolutos y no relativos. Como somos el país que ocupa el tercer lugar en número poblacional del Continente Americano, siempre vamos a ocupar el tercer lugar en mortalidad; pero si analizamos lo que se denomina tasa de mortalidad, es decir el número de fallecidos por cada 100 mil habitantes, la perspectiva cambia. Actualmente Perú encabeza la lista en nuestro continente, pero entre los países más golpeados, Bélgica registra la mayor tasa de mortalidad, con 176 decesos por cada 100 mil habitantes, seguido de Eslovenia (150), Italia (135), Bosnia (134) y República Checa (133).

No se trata de marcar los aciertos o los errores cuando nos encontramos ante un fenómeno tan complejo; pero tampoco es de menospreciar el intenso trabajo, la dedicación, la entrega vocacional y valentía con la que ha actuado el personal de la Secretaría de Salud en México. A final de cuentas, hasta donde tengo entendido, en ningún país del mundo se informa diariamente, a través de conferencias de prensa, con un informe técnico, invitaciones a expertos en distintos tópicos relacionados con la salud, ni un espacio para preguntas abiertas a los periodistas, explicando todo lo relativo a la pandemia. Esto es un referente mundial, digno de ser reconocido y por supuesto, agradecido por todos y cada uno de los mexicanos.

 

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