A la sombra de la Luna

En la danza de la Tierra alrededor del Sol y de la Luna alrededor de la Tierra, hay ocasiones en que los tres se alinean y se producen los eclipses. Si la línea es Sol-Tierra-Luna, entonces tenemos un eclipse de Luna, mientras que se producirá un eclipse de Sol cuando la Luna se interponga entre nuestro astro y la Tierra, es decir, si la alineación es Sol-Luna-Tierra. En este caso, la sombra de la Luna se proyecta sobre algunas zonas de nuestro planeta, en las que, en pleno día, parece que nuestra estrella desaparece total o parcialmente.

Un eclipse de Sol se produce siempre durante la fase nueva de la Luna, cuando ésta pasa entre el Sol y la Tierra y su sombra barre una parte de la superficie de nuestro planeta. Para diferentes circunstancias se generan diferentes tipos de eclipses solares: total, anular, parcial y uno poco común denominado híbrido.

La sombra de la Luna tiene dos componentes, una más oscura llamada umbra y otra más tenue llamada penumbra. Si estamos en la zona de nuestro planeta donde pega la umbra, veremos un eclipse total, mientras que en si estamos en la zona de la penumbra, observaremos sólo un eclipse parcial.

En esta danza que se menciona al inicio, la Luna gira alrededor de la Tierra en una órbita elíptica, por lo que la distancia Tierra-Luna varía. Al punto más alejado en esta trayectoria se le llama apogeo y al punto más cercano se le llama perigeo. Esta variación en distancia hace que también su tamaño angular varíe, por lo que, si ocurre un eclipse solar cuando la Luna está en el apogeo, su disco aparente no será lo suficientemente grande como para cubrir todo el disco solar, y sólo se verá un eclipse anular. Otro efecto que debemos tener en cuenta, debido a que la Tierra también gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, es que el tamaño aparente del Sol también varía.

Finalmente, un eclipse se denomina híbrido cuando en partes de la trayectoria es anular y en otras es total. Y esto se debe, desde luego, a los mencionados cambios de tamaño aparente de los discos del Sol y la Luna.

La palabra Eclipse proviene del término griego ekleipsis que significa faltar o desaparecer, lo que puede parecernos raro ya que la Luna es unas 400 veces más pequeña que el Sol, afortunadamente, el Sol está a unas 400 veces la distancia Tierra-Luna, lo que hace que los tamaños aparentes de Luna y Sol en el cielo sean muy similares, y que el disco de nuestro satélite pueda ocultar al de nuestro astro. Y digo afortunadamente ya que esta coincidencia nos da la oportunidad de presenciar espectáculos celestes que son difíciles de describir de manera completa: el cielo se oscurece, aparecen las estrellas brillantes y algunos planetas, las aves se confunden con la noche y buscan sitio para dormir, y podemos apreciar la corona y el llamado anillo de diamantes. Alucinante.

Aquellos que vivimos el eclipse del 11 de julio de 1991, al cual estamos dedicando este número, tuvimos la fortuna de apreciar todo este espectáculo durante varios minutos. Fue tal su duración que incluso fue llamado el eclipse del siglo, además de volverse de los más vistos pues la llamada franja de totalidad cruzó por zonas altamente pobladas a lo largo del territorio mexicano.

Actualmente podemos calcular con gran precisión las órbitas de la Tierra y de la Luna, lo que nos permite, entre otras cosas, predecir los eclipses y determinar las posiciones exactas de sus sombras para cualquier instante. Así es como sabemos que el 14 de octubre de 2023 y 8 de abril de 2024 tendremos oportunidad de observar un eclipse anular y uno total, respectivamente, en nuestro país. Los detalles de cada uno son mencionados en otros artículos en este número de SyC. Varias instituciones de investigación, sociedades astronómicas, planetarios y demás, ya se están organizando para que el público en general pueda disfrutarlos con todas las medidas de seguridad. En SyC estaremos dando información oportunamente. Falta un par de años, pero son dos eventos que no nos podemos perder.

 

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