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Las rupturas de la 4T con la visión neoliberal de la educación superior

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La universalización de la educación superior, la promoción de una educación humanista, la generación de conocimiento y la investigación de las universidades, centros e institutos orientada a la atención de problemas prioritarios para el país, son algunas de las rupturas que el gobierno la 4T plantea frente a las universidades, primordialmente las de carácter público.

Así lo señaló el profesor investigador de la Universidad Autónoma de Puebla Francisco Vélez Pliego en entrevista con Saberes y Ciencias, quien detalló en qué consisten las principales rupturas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador con la política neoliberal que se aplicó a la educación superior.

 

La exclusión neoliberal vs la universalización de la educación superior

 

En los últimos tres decenios, la política educativa aplicada en las instituciones de educación superior del país se orientó a responder a las necesidades del modelo económico neoliberal y de sus mercados laborales, con la adaptación de los programas educativos y de los temas de investigación en generación de conocimiento e innovación tecnológica.

Además, las universidades de carácter público dejaron de crecer en matrícula, en cambio, la tendencia en este periodo fue estimular la creación de universidades particulares para atender a la población rechazada por las escuelas públicas.

Con ello, abundó el investigador, amplios sectores de la sociedad fueron excluidos de la formación profesional, al establecer sistemas de evaluación que profundizaron la desigualdad en el acceso a la educación, bajo la lógica de que la inversión en el sector público solo sería para quienes realmente fueran a aprovecharla, invisibilizando la diversidad de capital social y cultural que existe en un país como el nuestro y justificando la exclusión.

Asimismo, en las universidades se aplicaron sistemas de control con evaluaciones externas y criterios de calidad considerando la eficiencia terminal, y que aceleraron los procesos de egreso con la diversificación de medios para hacerlo ya no solo mediante la tesis de grado, sino con promedio, examen Coneval, entre otros, lo que tuvo una fuerte incidencia en el funcionamiento de universidades y en la definición de los programas educativos y metas, detalló.

Una visión distinta de la educación superior que propone el gobierno de la 4T está vinculada a la ampliación de las capacidades del sistema educativo, para absorber a un mayor número de aspirantes, es decir, una tendencia a la universalización, vinculada con la idea —y con lo ya demostrado— de que a mayor proporción de los grupo sociales que se insertan en actividades, a mayor nivel educativo, la sociedad tiene un comportamiento en general mucho más cercano a la idea de desarrollo que se quiere construir, a mayor nivel educativo se generan poblaciones capaces de apropiarse de las innovaciones, se adaptan mejor a los procesos de cambios que la propia sociedad va generando.

Esta idea surge en el debate del planteamiento de la economía del conocimiento, que consideró el académico, una visión limitada de que la innovación y el desarrollo solamente tienen como destino a la actividad económica.

“Lo que hoy se discute es la idea de la sociedad del aprendizaje, que generemos sociedades en que los distintos grupos sociales, a lo largo de su vida escolar hayan sido dotados de capacidades para estarse actualizando y adaptarse a las transformaciones que la sociedad en su conjunto está desarrollando y no solo a lo económico sino en general de lo que es la vida en comunidad, en sociedad”.

Esto supone, continuó, que los distintos programas educativos estén en condiciones de ofrecer “una enorme cantidad de alternativas” que permitan procesos formativos más amplios y más complejos que se inserten en lo que está sucediendo en la sociedad en general.

 

Los problemas prioritarios para el país y la investigación

 

La Cuarta Transformación, dijo Vélez Pliego, pone al centro de la discusión de la educación superior las prioridades que como país se tienen: el combate a la desigualdad y la pobreza de amplios sectores de la población; mantener y aprovechar la biodiversidad de la cual disponemos; la eficiencia en el manejo de temas que hacen crisis como el uso y disposición del agua, la contaminación de los recurso hidrológicos, las formas de expansión física de los asentamientos humanos y la movilidad, etcétera.

“Los seres humanos somos más que personas económicas, nuestras actividades son más amplias que un tema de mercado (…) se circunscriben en ámbitos culturales, sociales y políticos, diversos y complejos”.

“Necesitamos establecer agendas de formación y de investigación que coloquen en el centro las preocupaciones de los grandes problemas regionales y nacionales, orientando la actividad universitaria a la solución de esos grandes problemas”.

Por lo tanto, sostiene el sociólogo, esta perspectiva busca redefinir a partir del debate de la pertinencia social lo que lo que se enseña e investiga, “colocar al centro las características y particularidades sociales, políticas, culturales del país, sin dejar de lado el tema del mercado, sino vinculándolo”.

Señaló que en las últimas décadas, la discusión de la educación superior se orientó a adoptar modelos de cómo insertarnos en ciertos fragmentos de los mercados de trabajo que se crean como parte de la globalización. Una visión reduccionista de la tarea de la educación universitaria a las necesidades del mercado laboral para la formación de profesionales con habilidades y competencias requeridas para insertarse en procesos productivos, bajo el argumento de que el país no estaba en condiciones de invertir en el desarrollo de ciencia básica.

Bajo esta lógica, insistió, se sostuvo la idea de que el país no estaba en condiciones de invertir en ciencia básica en todas las disciplinas e innovar en desarrollos tecnológicos; “en el mejor de los casos adquirimos innovaciones del exterior, nos convertimos en maquiladores y realizamos tareas de ensamblaje de los productos desarrollados en el extranjero”.

Esta concepción, explicó el académico, desligó las actividades de las universidades del desarrollo de la ciencia básica en todas las disciplinas, y no se crearon condiciones para generar innovaciones en todos los ámbitos. “Esto promovió la especialización para tramos específicos de las cadenas de valor, lo que llevó a una propensión a pulverizar y fragmentar el conocimiento, e inhibir los posibles desarrollos que las instituciones de educación superior estarían en condiciones de proponer”.

“Esta visión deja de lado problemáticas que no están insertas en esos procesos productivos, como los grandes problemas sociales que están vinculados al modelo económico de las últimas décadas, asumiendo una perspectiva más integral, compleja y amplia del desarrollo del conocimiento, y de las posibles soluciones a los grandes problemas del país”.

 

La investigación en la etapa neoliberal de México

 

La propuesta del nuevo gobierno, sostuvo Vélez Pliego, se orienta a tratar de modificar la inercia en la construcción de propuestas de investigación desde el Conacyt, que se condujo más a la vinculación con los grupos de industriales y productiva y había disminuido sustancialmente el financiamiento a la investigación básica en las distintas disciplinas.

“Incluso buena parte de ese recurso no llegaba a la comunidad científica sino que mayoritariamente estaba siendo canalizado a las actividades de investigación y desarrollo de las propias empresas, es decir, estábamos financiando a las propias empresas filiales de transnacionales, con recursos suficientes en sus países de origen —era un subsidio absurdo— en esas actividades y no a los grupos de investigación de las universidades públicas y los centros Conacyt.

Con la propuesta de los programas nacionales estratégicos, se rompe con esa inercia, para darle la prioridad y pertinencia a la investigación y generación de conocimiento, que sean orientados a resolver problemas de carácter social y no nada más de carácter económico.

 

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