Varias veces al año aparecen notas en los medios diciendo que la NASA advierte sobre un gigantesco asteroide que “rozará” la Tierra; algunos son mesurados y solo dicen que “volará alrededor de la Tierra”, mientras que los más acelerados mencionan hasta el juicio final, debido a que un peligroso asteroide se dirige hacia nosotros.
Sin duda se trata de una estrategia para atraer más “clicks” a la publicación, y aunque siempre salen expertos a aclarar que no hay ningún peligro, en muy pocas ocasiones sale otra publicación haciendo la corrección, como el caso, que por lo mismo, me llamó la atención y que sucedió el año pasado. El Daily Express, en Reino Unido, publicó una nota sobre un asteroide acercándose a la Tierra, pero iba acompañada de una imagen que mostraba un asteroide chocando con la Tierra; solo que el tamaño del asteroide estaba un “poco” exagerado, correspondía a mil 500 km de diámetro, cuando el estimado para el asteroide era de 4.1 km, que además pasaría a varias veces la distancia Tierra-Luna. Debido a la presión, los editores decidieron eliminar la ilustración y colocar una nota aclaratoria.
Sin embargo, un evento como estos puede suceder, los expertos dicen que de hecho sucederá, el problema es que no sabemos cuándo, por lo que se han desarrollado redes internacionales de vigilancia de asteroides y se sabe que en los próximos 100 años, al menos, no hay un asteroide de gran tamaño (del orden de varios kilómetros) que vaya a impactar la Tierra, pero existen millones de menor envergadura y que pueden aún causar daños regionales o locales.
Los asteroides son objetos rocosos y junto con los cometas forman los llamados Cuerpos Menores. Ambos son residuos de la formación de nuestro sistema solar, por lo que es muy importante estudiarlos. Aunque son mucho más pequeños que los planetas, hay millones de ellos dando vueltas alrededor del Sol, la mayoría está entre Marte y Júpiter, en el llamado Cinturón Principal de Asteroides, pero también hay una gran cantidad en otro cinturón, el de Kuiper, localizado más allá de Neptuno. Algunos son peligrosos porque debido a perturbaciones gravitacionales se salen del Cinturón de Asteroides, se acercan a la órbita de la Tierra y pueden chocar con ella. A estos se les conoce como Asteroides Cercanos a la Tierra (NEAs).
Entonces, ¿son peligrosos los asteroides? Algunos lo son. Se estima que cerca de un millón de NEAs tienen dimensiones similares o mayores al de Tunguska, unas 300 veces más poderosos que la bomba lanzada en Hiroshima. Si un asteroide de 100 metros impactara la Tierra podría destruir cualquier ciudad del mundo, millones de personas morirían sin aviso.
Uno de un kilómetro podría acabar con un país entero y generar consecuencias graves para la vida, ya que modificaría drásticamente la temperatura y clima del planeta. Uno de 10 km acabaría con casi toda la vida en la Tierra, como lo hizo el que cayó en nuestro país hace 65 millones de años. El famoso cráter de Chicxulub que se encuentra en Yucatán, y del que nos hablá José Guichard en uno de los artículos de este número de SyC, fue generado por un asteroide de unos 10 km y que no solo acabó con los dinosaurios, sino con casi 75 por ciento de la vida en la Tierra. Aunque la probabilidad de que un asteroide peligroso, como Chicxulub, golpee la Tierra es baja, las posibles consecuencias hacen que sea una prioridad encontrar y catalogar esos asteroides que algún día pueden afectarnos.
En la imagen de portada de este número de SyC se muestran las órbitas de los más de mil peñascos de roca y hielo llamados Asteroides Potencialmente Peligrosos (PHA). Estos PHAs miden más de 140 metros de diámetro y pasarán a menos de 7.5 millones de kilómetros de la Tierra, aproximadamente 20 veces la distancia a la Luna, ya están registrados y ninguno golpeará la Tierra en los próximos 100 años, aunque no se han descubierto todos los PHA.
Además, aunque ya estén registrados, luego de 100 años, muchas órbitas se vuelven difíciles de predecir ya que algunas pueden ser perturbadas por su paso cerca de la Tierra o de otros planetas, tal es el caso de Bennu, que recientemente fue noticia ya que su órbita fue recalculada luego de la visita de la misión OSIRIS-Rex, así como de observaciones con telescopios desde la Tierra.
Otro caso es el de Apophis, descubierto en 2004 y cuya designación oficial es 2004 MN4. Inicialmente los cálculos de su órbita indicaron una probabilidad del 2,7 por ciento de impactar con la Tierra en 2029. Afortunadamente, tal como que nos platica Sergio Camacho en otro de los artículos de este número, observaciones posteriores descartaron completamente esa posibilidad.
Los astrónomos de todo el mundo reconocen el potencial peligro que estos objetos, por lo que además de la determinación precisa de las órbitas para calcular con certidumbre la probabilidad de impacto de estos objetos con la Tierra, se requiere investigar estrategias para salvar la Tierra, por ejemplo, este año la NASA planea lanzar la Prueba de Redireccionamiento de un Doble Asteroide (DART), de la que nos platica José Ramón Valdés en su artículo sobre Defensa Planetaria.
Desde México, los telescopios del INAOE, la Cámara Schmidt de Tonantzintla y el telescopio de 2.1m del Observatorio Astrofísico “Guillermo Haro”, de Cananea, Sonora, se han sumado a las campañas de seguimiento y monitoreo de estos objetos, lo que mostramos en una de las infrografías generadas por el Grupo de Planetas Menores del INAOE.
Se estima que unas 100 toneladas de material “caen” a la Tierra cada día. Rocas y trozos de hielo de un tamaño mucho más pequeño, que por lo general no representan ningún peligro, pueden generan exhibiciones memorables de bolas de fuego y meteoritos, así que esperamos que los artículos de este número les sirvan para apreciar de doble manera a estos interesantes objetos.