Originaria de Ciudad de México, Gabriela González-Mariscal Muriel obtuvo la licenciatura en Biología en diciembre de 1978 en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Iztapalapa, la maestría en Ciencias Fisiológicas, en julio de 1982, en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el grado de doctor en Fisiología, en julio de 1990, en el Departamento de Fisiología y Biofísica del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Desde 1990 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y actualmente es investigadora de Nivel III y coordinadora del Centro de Investigaciones en Reproducción Animal (CIRA) de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), donde desarrolla estudios sobre los ejes de regulación neuroendócrina de la conducta maternal en la coneja; comunicación odorífera en conejos y mecanismos de acción de hormonas esteroides en el sistema nervioso central.
También es y ha sido miembro de sociedades científicas como la de Estudios de la Reproducción de Estados Unidos, la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas, la Academia de la Investigación Científica, la Sociedad Internacional de Comportamiento y Sociología, la Internacional de Investigación de Neurociencias, la Sociedad Mexicana para el Progreso de la Ciencia, así como la del Comportamiento Animal de Estados Unidos.
Asimismo, fue presidenta de la Rama Americana de la Asociación Mundial de Cunicultura y tiene alrededor de un centenar de publicaciones en revistas especializadas y de divulgación científica, 26 capítulos de libros y aproximadamente 80 participaciones en conferencias y simposios por invitación. Actualmente tiene la edición dos libros científicos.
La trayectoria académica y científica de Gabriela González-Mariscal está vinculada a dos grandes factores que han incidido en su trabajo. Por un lado, el haber sido una de las más cercanas y principales colaboradoras del doctor Carlos Beyer Flores, investigador emérito del SNI y pionero en el campo de la neuroendocrinología en México; y por el otro, la creación, desarrollo y consolidación del CIRA.
Respecto de su relación profesional con el investigador fallecido en 2013, Marisela Hernández González, de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y Mario Salvador Caba Vinagre, de la Universidad Veracruzana (UV), incluyen a Gabriela González-Mariscal en el libro electrónico La familia académica Beyer, publicado en 2015 sobre “los alumnos, nietos e incluso algunos bisnietos académicos (de todos los niveles) que estuvieron bajo la tutoría directa o indirecta del Dr. Beyer”, según explican los autores.
En el texto, la doctora González-Mariscal Muriel reconoce la gran influencia que ejerció en ella Carlos Beyer para dedicarse a la investigación científica: “Conocí al doctor Carlos Beyer Flores en 1974, como integrante de la primera generación de estudiantes que ingresamos a la División de Ciencias Biológicas y de la Salud en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I)” donde eligió el área de Biología de la Reproducción.
“Recuerdo con cariño al doctor Gregorio Pérez Palacios y a la doctora Ana Elena Lemus, del Instituto Nacional de Nutrición, quienes nos enseñaron la bioquímica de esteroides, y al doctor Horacio Merchant Larios, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, quien nos introdujo a los complicadísimos “laberintos” de la embriología. Fue precisamente a través del contacto con esos y otros distinguidos investigadores que el entusiasmo por la investigación científica fue creciendo en mí”.
Por esa época, rememora González-Mariscal, Carlos Beyer la invitó a integrarse al Departamento de Investigación Científica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que dirigía y donde había laboratorios que cultivaban la Biología de la Reproducción, donde asociados, técnicos y jóvenes investigadores experimentaban con las acciones de los esteroides sobre el cerebro.
El primer proyecto de investigación que realizó la doctora Gabriela González Mariscal fue sobre la diferenciación sexual cerebral, proceso en el que las hormonas esteroides juegan un papel crucial, junto con Alonso Fernández-Guasti, también exalumno de la UAM-I.
Dicho trabajo consolidó en su primera publicación científica: González-Mariscal, G., Fernández-Guasti, A., y Beyer, C. Anesthetic pregnanes counteract androgen-induced defeminization. Neuroendocrinology, publicado en 1982.
Por ese entonces, recuerda la investigadora, experimentos que realizaba su mentor sobre lo que ahora se conoce como el mecanismo extragenómico de acción de esteroides le motivaron a adentrarse en el estudio de la fosforilación de proteínas en el cerebro, por lo que Carlos Beyer gestionó que, al terminar la Maestría, se fuera a hacer una estancia de investigación en el laboratorio de Aryeh Routtenberg, en la Universidad de Northwestern, Estados Unidos, quien era experto en ese tema.
En su estancia en esa universidad durante 18 meses, aprendió mucho y la idea era que al regresar, entre 1982 y 1983, continuara explorando el mismo tema en el CIRA, que recién había creado Carlos Beyer bajo un convenio de colaboración con el Cinvestav y la UATx.
Sin embargo, no fue hasta 1985 que Gabriela González-Mariscal fue contratada por el Cinvestav y se trasladó a las instalaciones del CIRA, ubicadas en el municipio de Panotla, Tlaxcala, entidad donde radica ahora. En este centro, realizó, bajo la dirección de Carlos Beyer, una serie de trabajos sobre la relevancia del metabolismo de la P en el sistema nervioso central para explicar las acciones de dicha hormona sobre la conducta sexual de la rata, tema de su tesis de Doctorado que obtuvo en 1990.
Fue en este centro de investigación de la UATx que actualmente coordina que González-Mariscal inició lo que se convertiría en su principal línea de investigación: la conducta maternal en los conejos.
Sucedió así, reseña, tras una visita que hizo al CIRA Jay S. Rosenblatt, de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos, quien era experto en el comportamiento maternal de la rata y había mostrado que, en esa especie, el mantenimiento de la conducta maternal durante la lactancia no dependía de ninguna hormona en particular, pero sí de los variados y continuos estímulos que la madre rata recibía de los críos durante casi todo el día.
“Jay quería explorar si esta idea era también válida en la coneja, especie que había restringido el contacto madrecríos a un sólo amamantamiento diario, con duración de tres a cinco minutos. Así es que Jay le propuso al doctor Beyer (…), que iniciáramos una línea de investigación sobre la conducta maternal de dicha especie”.
“Como el laboratorio en Panotla tenía un excelente bioterio de conejos, emprendimos ese proyecto y así inicié lo que se convertiría en mi principal línea de investigación. Nuestra primera publicación conjunta sobre este tema fue: González-Mariscal, G., Díaz-Sánchez, V., Melo, A.I., Beyer, C., y Rosenblatt, J.S. “Maternal behavior in New Zealand white rabbits: quantification of somatic events, motor patterns and steroid plasma levels. Physiology and Behavior”, en 1994.
“Una nueva vertiente de mi trabajo surgió de una sabia recomendación que me hizo el doctor Beyer: “Gaby: acérquese a la Cunicultura”. Yo creía que esta vertiente de las ciencias pecuarias trataba solamente de patología y nutrición, tópicos que yo ignoraba y por los que no tenía mayor interés. Sin embargo, al crearse la Asociación Nacional de Cunicultores de México en una reunión que tuvo lugar precisamente en Tlaxcala, decidí hacerle caso a mi maestro y asistí, junto con mis estudiantes, a ver de qué se trataba.
“Allí descubrí que muchos de los tópicos de interés versaban sobre la reproducción de los conejos y que podíamos tener un verdadero intercambio bidireccional entre el laboratorio y la granja. A partir de entonces he tratado de encontrar vertientes de mi trabajo que tengan una conexión con la producción cunícola”.