Sin suelo no hay vida

Foto: José Castañares

Foto: José Castañares

A través de la historia se ha conocido cómo el suelo ha sido parte de la vida de los seres humanos. Los suelos prestan importantes funciones o servicios que los mantienen y que apoyan las actividades sociales y económicas de las personas (Burbano, 2016). Las principales funciones del suelo son:

  • Producción de alimentos y biomasa. El suelo es el soporte y suministro de nutrientes para las plantas con la finalidad de producir alimentos y biomasa en general.
  • Escenario indispensable para los ciclos biogeoquímicos. El suelo tiene una posición central e insustituible en los ciclos biogeoquímicos que ocurren en la naturaleza, son mecanismos indispensables para que haya condiciones estables en la Tierra y para que se dé la vida.
  • Almacenamiento o fijación de carbono. El suelo es el mayor sumidero de carbono en la naturaleza. La fijación del carbono por el suelo (que se conoce con los nombres de “secuestro de carbono” o “captura de carbono”) impide que uno de los gases de efecto invernadero que propician el cambio climático, el CO2, vaya a la atmósfera.
  • Almacenamiento y filtración de agua. El suelo capta, infiltra y almacena el agua en el ámbito del ciclo hidrológico permitiendo así la recarga de los acuíferos.
  • Soporte de las actividades humanas y fuente de materias prima. El suelo suministra las materias primas que se utilizan en múltiples procesos productivos y sobre él se asientan todas las actividades industriales, las zonas residenciales y las obras civiles.
  • Reserva de biodiversidad. El suelo es una de las reservas más importantes de biodiversidad, por el enorme número de organismos que viven en su superficie y al interior del mismo.
  • Depósito del patrimonio geológico y arqueológico. El suelo conserva gran parte de los restos que dan cuenta de la herencia humana y de la historia ambiental reciente de la Tierra.
  • Entorno físico y cultural para la humanidad. El suelo sirve de base a las actividades humanas y es, asimismo, un elemento del paisaje y del patrimonio cultural.

Dadas las actuales circunstancias mundiales del Cambio Climático (CC), que es considerado el problema ambiental más importante para la humanidad, la FAO ha considerado que el CC y la reducción del riesgo de desastres constituyen el epicentro de su actual “marco estratégico” (FAO, 2015). Esto ha demandado un cambio de enfoque con los sistemas agroalimentarios, con el propósito de que privilegien la resiliencia, la productividad y la sostenibilidad (Burbano-Orjuela, 2018).

Por el impacto que tiene sobre la sociedad mundial, el CC ha sido considerado en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Los efectos del CC sobre los suelos son, a juicio de la FAO (2015), una amenaza seria para la seguridad alimentaria del planeta, dado que la fuerte modificación de temperatura y precipitación pluvial, puede impactar a la materia orgánica del suelo y a la dinámica general del mismo, igual que a la vegetación nativa y a los cultivos establecidos sobre él.

En la COP 21 de 2015, celebrada en París, surgió el proyecto de aumentar mundialmente la materia orgánica del suelo en un 0,4 por ciento al año, a fin de compensar las emisiones planetarias de gases de efecto invernadero derivadas de fuentes antropogénicas y detener así el incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera. Más recientemente, a fines de 2021, en la COP 26, conocida también como la “Cumbre del clima de la ONU” o como “Pacto Climático de Glasgow”, se logró aprobar un acuerdo determinante para mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global en 1.5 ºC para el año 2100, solicitando a los países a actualizar, a más tardar el año entrante, sus metas de reducción de carbono para 2030 (Linares y Valera, 2022).

La investigación y divulgación acerca del ciclo del carbono, en los últimos tiempos, se ha venido insertando en el ámbito del deterioro ambiental, donde el suelo resulta clave por su papel dual en el secuestro de carbono a corto y largo plazo y en la emisión en forma de CO2 a la atmósfera.

En el cuadro, mostrado abajo, se esbozan algunos de los estudios sobre carbono orgánico en suelos (COS), realizados por el Departamento de Investigaciones en Ciencias Agrícolas (DICA) y el Posgrado en Ciencias Ambientales, ambos pertenecientes al Instituto de Ciencias (ICUAP).

En la actualidad existe consenso sobre la necesidad de un manejo respetuoso del suelo, no sólo para incrementar la producción de alimentos, sino para preservar los servicios ecosistémicos y regular el clima. Hay que conocer y respetar el suelo para hacer el mejor uso posible de este recurso, sin olvidar que existe una relación inexorable entre el sistema natural —donde está el suelo— y el sistema sociocultural —donde están las personas— (Insuasti y Burbano, 2013).

El CC representa uno de los mayores problemas ambientales que la sociedad mundial deberá resolver para velar por la continuidad de la vida en el planeta. Frente a este problema global, el suelo puede contribuir a mitigarlo, en la medida en que se racionalice el uso del suelo y se preserve el carbono orgánico del mismo, mediante prácticas de manejo idóneas que inclinen la balanza a favor de la fijación o secuestro de carbono, antes que a la salida del carbono del sistema suelo, con la consiguiente formación de gases de efecto invernadero.

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Referencias

Burbano, H. (2016). El suelo y su relación con los servicios ecosistémicos y la seguridad alimentaria. Revista de Ciencias Agrícolas. 33(2):117-124

 

Burbano-Orjuela (2018). Carbono orgánico del suelo frente al cambio climático. Revista de Ciencias Agrícolas. 35(1): 82-96.

 

FAO. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. (2015). Los suelos ayudan a combatir y adaptarse al cambio climático. Trabajo No. I4737. 4 p. En: http://www.fao.org/3/a-i4737s

 

Insuasti, L., Burbano, H. (2013). El suelo: un bien social. Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural-Gobernación de Nariño-Universidad de Nariño. Pasto. Colombia. 30 p.

 

Linares-Fleites, G., y Valera Pérez, M. A. (2022). El origen y evolución de las Conferencias de las Partes (COP) sobre el cambio climático. RD-ICUAP, 8(22), 28-41. Recuperado a partir de http://rd.buap.mx/ojs-dm/index.php/rdicuap/article/view/678