Las mujeres matriculadas en el nivel de educación superior son más que los hombres, lo mismo sucede con el egreso. En el ingreso por primera vez al Padrón de investigadores del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), en el caso de los aceptados en las categorías de Candidatos en las promociones 2020-2023, la brecha de género (diferencia porcentual entre mujeres y hombres) fue de -5 por ciento, la cual se amplía en las categorías superiores (-50 por ciento en el nivel 3). Hay profesiones masculinizadas, como son las de física, matemáticas, ciencias de la tierra, ingenierías y tecnología, donde la brecha es de -50 por ciento o más; hay otras donde predominan las mujeres, como son las ciencias de la conducta, de la educación y las humanidades, donde la brecha es positiva (3 por ciento); en promedio, la brecha de género en el Padrón de investigadores del SNI es de -21 por ciento.
El acceso de las mujeres al mercado laboral es asimétrico: en las plazas académicas de las instituciones de educación superior, las de mayor jerarquía están masculinizadas; el ingreso al mercado laboral es similar, las mujeres teniendo en promedio un nivel de escolaridad mayor que los hombres, ganan menos que ellos por una hora trabajada y registran tasas de participación 30 puntos por debajo que la de los varones. Múltiples jornadas no asalariadas distraen a las mujeres en el ingreso, permanencia y movilidad laboral, no es un problema relacionado con la inteligencia, preparación o experiencia o una inexistente supremacía de género.
La brecha de género está vinculada al perfil de las instituciones educativas y/o de investigación más que a políticas de exclusión. En las entidades de Campeche, Guanajuato y Michoacán se registran las brechas de género más altas del país y en las entidades de Morelos, Nayarit y Tabasco, las más bajas, según el actual Padrón de investigadores del SNI. En el estado de Puebla, la brecha es -25 por ciento y son las instituciones que ofrecen programas de estudios en ciencias duras o tecnológicas las que registran las mayores brechas de género, como el INAOE (-71 por ciento), el Colegio de Posgraduados (-69 por ciento) y la Universidad Politécnica de Puebla (-56 por ciento); en cambio, las instituciones mas orientadas hacia profesiones de humanidades o sociales tienen brecha de género más bajas, como lo son la Ibero (sin brecha) y la UPAEP (-11 por ciento). La BUAP, con importantes programas en ciencias duras e ingenierías, tiene una brecha de -18 por ciento.
La entidad de Tlaxcala tiene una brecha de género por debajo de la media nacional, el perfil profesional de la Universidad Autónoma de Tlaxcala —que concentra dos de cada tres investigadores del SNI— la define: -15 por ciento, en la misma dirección se ubican las brechas de género en el Colegio de Tlaxcala (-9 por ciento) e IPN (-12 por ciento); situación diferente es la de las instituciones tecnológicas (Tecnológico Nacional de México y Universidad Politécnica de Tlaxcala), donde predominan los investigadores masculinos.
Un acceso paritario al mercado laboral demanda no solo igual acceso en la calificación, sino también otros roles sociales masculinos para que la permanencia y movilidad de las trabajadoras no lo determinen las múltiples tareas domésticas asociadas a su condición de madres, esposas e hijas.