Se registran cuando menos cuatro razones fundamentales por las que, quienes han hecho de la vida académica un proyecto de vida, al llegar la edad de la jubilación no se retiran; primero, porque los sistemas de jubilación se convierten en una ruptura en su forma de vida que atentan contra los sistemas de apoyo y protección social.
Una segunda razón, porque los ingresos automáticamente se reducen a 50 por ciento, ya que la jubilación se calcula sobre el salario base —el promedio de los últimos cinco años— y elimina los ingresos que reciben a través de una serie de prestaciones ligadas al salario y a los sistemas de estímulos.
Tercero, porque una persona que desarrolla una especialización laboral a lo largo de la vida seguirá haciendo lo mismo toda “su” vida, lo que significa que quienes se jubilan y pensionan buscan la forma de mantener la misma actividad en otras instituciones, sobre todo más pequeñas de las que salen.
Cuarto, por el valor que otorgan a su tarea: “Mi suposición calificada es que a menudo estamos muy comprometidos con nuestro trabajo. No es solo una forma de ganarse la vida, sino también un interés. Si eres investigador, aunque yo no lo sea, muchas veces puede ser una vocación o una misión”.
“Porque lo disfrutan o sienten que es importante continuar con su trabajo, perciben el ambiente general en su departamento y la universidad como positivo, sienten poca presión institucional para jubilarse y no tienen planes para jubilarse. Los factores económicos desempeñan un papel relativamente pequeño para continuar el trabajo”.
“Porque la profesión te presenta desafíos emocionantes y también te permite involucrarte de cerca con los estudiantes, así como con los compañeros a nivel local y mundial. Definitivamente te sientes relevante para tus estudiantes, para tus colegas y para el mundo en general. La idea de renunciar a todo esto mientras todavía estás en plena posesión de tus habilidades (o al menos eso esperas) es aterrador”.
La vejez conceptualizada como discapacidad
¿Qué se debe hacer con los ancianos que ya no sirven? Se pregunta en 1850 el socialista Pierre Leroux en uno de los primeros debates sobre la creación de la Caja Nacional de Pensiones para la vejez en Francia. Hasta finales del Siglo XIX los conceptos de jubilación e incapacidad para el trabajo están íntimamente ligados.
La vejez de los trabajadores no es considerada como una condición de edad, sino como la “incapacidad de producir”. La imposibilidad del trabajador mayor de vivir de su actividad por lo que se “inventa” la tercera edad y las pensiones como “forma de compensar la disminución de la productividad de los trabajadores ligada a la edad y evitar el recurso de la caridad” (Caranton, 2015)
Los conceptos de vejez e invalidez son intercambiables en la medida en que se aplican a todos aquellos que, “definitivamente, hasta el final de su existencia, no pueden ni podrán subsistir con su trabajo”. (Lenoir, 1979). La edad no es un dato natural, aun cuando sirva de instrumento para medir la evolución biológica de los individuos.
La invención de la edad y su relación con el trabajo determina la división del tiempo de vida del ser humano en tres edades; la primera como preparación para el trabajo, la segunda como la permanencia en el trabajo y la tercera como la salida del mercado de trabajo, es decir la jubilación y el pago de las pensiones.
Las personas que a lo largo del curso de vida logran un trabajo “decente” recorren esas edades, pero las condiciones de trabajo determinan que el envejecimiento dependa de los tipos de trabajo que desarrollan. No es lo mismo trabajar en una mina que en el campo, en una oficina o en la universidad.
Las múltiples vejeces y envejecimiento
Una verdad de Perogrullo es que no todas las personas envejecen de la misma forma; la primera diferencia que se registra, por ejemplo, una mayor longevidad en el medio rural que en el urbano. Es común que los campesinos dediquen toda su vida al trabajo. Salen de él solo cuando se encuentra realmente imposibilitados o por la muerte.
Los mineros tienen un proceso más rápido de envejecimiento que otros grupos de trabajadores debido a las condiciones en que laboran en México, lo mismo sucede con los trabajadores agrícolas migrantes por el tipo de abonos químicos que se utilizan para incidir en la producción de los alimentos.
El envejecimiento de la burocracia depende del ámbito de trabajo en que se desarrollen: En el área de la salud, los riesgos que experimenta quien trabaja con equipos que emiten radioactividad, es diferente a los anestesiólogos, por ejemplo. En tanto que los riesgos son mayores en los encargados de construcción o mantenimiento de carreteras.
Una diferencia fundamental se produce entre los llamados trabajadores académicos, debido a que la materia objeto de trabajo es el conocimiento. En el nivel de educación superior se distingue los productores (investigadores) de los transmisores (profesores), aunque muchos de ellos integran las dos funciones.
Llama la atención que los profesores de educación básica estén esperando la fecha en que cumplen los requisitos para la jubilación y automáticamente se aplican, en tanto que en el nivel universitario, estos permanecen, hasta que físicamente les es imposible acudir a sus oficinas o laboratorios.
Porque hay mayor permanencia de los investigadores
El Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología (FCCyT) realiza el “estudio sociológico sobre perspectiva de jubilación de los miembros del SNI”, en la parte cualitativa “los resultados muestran que las expectativas sobre el momento de la jubilación no dependen de las características demográficas (edad, sexo y lugar de residencia), ni la institución de adscripción (salvo excepciones) o pertenencia al SNI (nivel o importancia asignada al estímulo económico)”.
“En cambio, la percepción sobre la libertad para elegir el perfil de investigador es un determinante clave de las expectativas de retiro. Quienes sienten menor libertad tienden a preferir retirarse antes que quienes sienten mayor libertad. El número de horas dedicadas a la investigación está claramente correlacionado con las preferencias por retirarse”.
“Quienes investigan más de 30 horas semanales tienen un horizonte de retiro más lejano y es más probable que prefieran nunca jubilarse, aunque no se concluye una causalidad, ya que es posible que ajusten sus horas de investigación en función de sus expectativas de retiro. En complemento, quienes perciben a la jubilación como una liberación de sus cargas académicas tienden a plantear un horizonte de retiro más cercano”.
“La mayor proporción que representan los salarios y prestaciones, excluyendo todo tipo de estímulos, dentro del ingreso anual afecta positivamente las preferencias de los investigadores sobre el período deseable para su retiro, debido a que si se retiraran perderían, en comparación con otros investigadores, un menor porcentaje de su ingreso actual dada la menor importancia de sus estímulos”.
“Los investigadores que asignan mayor importancia a la pérdida de beneficios tangibles asociados a la adscripción institucional, como seguro médico privado, espacio para investigar y fondos para investigación y congresos, tienden a posponer la jubilación o a manifestar que nunca se jubilarían”.
“Sin importar su edad, la gran mayoría de los encuestados, sobre todo entre quienes plantean retirarse en el corto plazo, señalaron que su probabilidad de jubilarse aumentaría mucho si después del retiro conservaran la pertenencia al SNI de por vida”. (Bensunsán y Ahumada 2013, pp. 55-56)
Referencias
Bensunsán, G., Ahumada I., e Inclán, D. (2013) Estudio sociológico sobre perspectivas de jubilación de los miembros del SIN, Foro Consultiva de Ciencia y Tecnología, México.
Caranton, J. (2015) Mesurer le coût de la prévoyance sociale, Histoire & mesure, XXX-1, pp.165-200.
Lenoir R. (1979) L’invention du «troisième âge» constitution du champ des agents de gestion de la vieillesse. Actes de la Recherche en Sciences Sociales Année 26-27, pp. 57-82