La Biología (palabra que procede del griego bíos que significa vida y logos, tratado), estudia todo lo relacionado con la vida y lo orgánico, incluyendo los procesos, sistemas, funciones, mecanismos y otros caracteres biológicos subyacentes a los seres vivos en diversos campos especializados que abarcan su morfología, fisiología, filogénesis, desarrollo, evolución, distribución e interacciones en los niveles macroscópico y microscópico. En plena evolución, constituye un área apasionante del conocimiento que ejerce un efecto verdaderamente seductor a todo aquel que se adentra en la búsqueda de su comprensión.
Aunque su florecimiento se dio espectacularmente en el siglo XIX, ha estado vinculada desde tiempos inmemoriales con la medicina y la historia natural. Egipcios y griegos dejaron escritos de esto.
El conocimiento de la Biología se ha relacionado con la Medicina desde tiempos inmemoriales. Si desde la misma etimología del término, la palabra deriva de mederi, que significa curar o administrar algo para resolver problemas de salud, uno de los principales propósitos para convivir gregariamente entre los seres humanos fue seguramente el apoyo para mitigar el dolor o propuestas para mitigar y aliviar diversas molestias. No resulta difícil imaginar que los seres más primitivos encontraron en las plantas y minerales elementos que podían calmar dolencias que marcaban puntualmente una ruptura en la armonía orgánica y así, vinculando la vida con los vegetales, comenzó el análisis de características de todo lo viviente.
Ahora existe un agregado particularmente interesante con la Biología y la Medicina, que se orienta al elemento que va marcando un camino distinto en nuestra sociedad. La tecnología entendida como la combinación de técnicas, métodos, habilidades y procesos que se utilizan en la generación de bienes, servicios, productos y procesos, se integra en nuestras vidas en formas inimaginables y resultados sorprendentes. Ya no se necesita el conocimiento profundo de un instrumento para aprovechar su potencial. La conducción de un automóvil se lleva a cabo sin tener la mínima idea de la mecánica.
No existe una definición que sea lo suficientemente práctica para comprender a la biomedicina en una forma cabal o íntegra. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la define como la “aplicación de principios de la matemáticas y la ingeniería para tratamientos de materiales orgánicos e inorgánicos por sistemas biológicos para producir bienes y servicios”. Por supuesto esta definición adolece de muchos defectos, pues es definitivamente incompleta. Sus bases son la biología, ingeniería, física, química el campo de esta ciencia tiene gran repercusión en la farmacología, la medicina, la ciencia de los alimentos, el tratamiento de residuos sólidos, líquidos y gaseosos, la industria, la ganadería y la agricultura.
La biotecnología ha aportado nuevas herramientas particularmente útiles en las distintas áreas de la medicina tanto para afinar diagnósticos como para establecer tratamientos; sin embargo, se ha desatado un debate orientado a la ética en el que se cuestiona si estas nuevas estrategias mejoran o empeoran la condición humana. Sobresale la utilización de terapias que no pueden curar al paciente, sino simplemente prolongan la vida en condiciones penosas en tratamientos verdaderamente desproporcionados. Esto definitivamente es éticamente incorrecto y produce una visión errónea de lo que la medicina puede aportar a la vida.
La científica china Tu Youyou que nació en 1930, estudió en la universidad de Pekín y desarrolló su carrera en la Academia de Medicina Tradicional China. A finales de los años 60, trabajaba en un proyecto para buscar nuevas terapias para tratar el paludismo, que es una enfermedad transmitida por un mosquito de un género conocido como Anopheles y que en 2021 condicionó 247 millones de casos de la enfermedad, causando la muerte de 619 mil personas. Combinando la experiencia de la medicina tradicional con la orientación científica, identificó las posibilidades que ofrecía una planta utilizada en las poblaciones de China llamada comúnmente ajenjo dulce o ajenjo chino y cuyo nombre científico es Artemisia annua, originaria de Asia pero distribuida ampliamente en el mundo. Con un olor típicamente alcanforado, su uso tradicional se enfocaba al tratamiento de la fiebre; sin embargo, en 1971 se demostró que un extracto conocido como artemisina era útil en el tratamiento del paludismo de simios.
Una experiencia similar había demostrado las ventajas de revisar opciones de tratamientos poco convencionales. En Perú se utilizaba un producto natural para tratar precisamente el paludismo utilizando la corteza de árboles llamados Cinchona officinalis y Cinchona calisaya. Desde 1640, jesuitas lo introdujeron a Europa y de ahí surgieron dos medicamentos particularmente efectivos para tratar el paludismo, conocidos como Quinina y Cloroquina. Pero a medida que ha pasado el tiempo, en un fenómeno extraordinario, el parásito que produce el paludismo ha ido tolerando el efecto de estos medicamentos, condicionando lo que se conoce como resistencia.
En 1968, Vietnam pidió ayuda a la China comunista de Mao Zedong o Mao Tse-tung (1893 – 1976) pues en guerra con los Estados Unidos, la enfermedad mataba más soldados y civiles que el conflicto en sí. Se creó un programa secreto con el objetivo de encontrar tratamientos en los que no hubiese resistencia, liderados por Tu Youyou quien estudió alrededor de 2 mil recetas antiguas de medicina china, buscando compuestos de interés que curasen el paludismo de animales infectados. El mejor compuesto resultó ser la artemisinina, extraída al cocer plantas de Artemisia annua. Es de llamar la atención que esta investigadora fue la primera voluntaria en tomar el tratamiento para comprobar si era seguro. En 2011, Tu YouYou recibió el Premio Albert Lasker de Medicina (llamado el Nobel estadounidense) y en 2015 el Premio Nobel de medicina por sus investigaciones, junto a otros dos investigadores que estudiaron otro medicamente conocido como Ivermectina: el japonés Satoshi Ōmura nacido en 1935 y el irlandés William Cecil Campbell nacido en 1930.
Las enfermedades infecciosas y parasitarias siguen siendo un verdadero azote de los países pobres y la investigación orientada a resolver las enfermedades que los afectan es extremadamente costosa. No genera suficientes beneficios económicos para hacerla rentable, lo que se refleja en un desánimo para inversionistas y una desatención; sin embargo, la vida de Tu Youyou es el ejemplo más claro de la forma en la que se vincula la biología, la medicina y la tecnología para desarrollar un medicamento que aporta un buen nivel de bienestar y prosperidad para el conjunto social. La biotecnología constituye un elemento que aporta beneficios que no son debidamente valorados pero que se deben de reconocer.