Dinámicas de poder en la reconfiguración hegemónica neoliberal

Fuente: Recuperado del Plan Nacional de Seguridad Hídrica 2015-2050. Agua para todos (2016, p.18)

Fuente: Recuperado del Plan Nacional de Seguridad Hídrica
2015-2050. Agua para todos (2016, p.18)

Hablar de las causas de las disputas sociopolíticas existentes en la actualidad hace necesario comprender un supuesto fundamental: el neoliberalismo responde a una reconfiguración hegemónica capitalista, que ha buscado no solo mantener una estructura sistémica determinada, sino ampliar sus alcances y disipar cada vez más sus límites.

Así pues, el neoliberalismo no es solo una doctrina política, sino un paradigma dominante, el cual ha establecido un sentido común particular en las sociedades durante los últimos cuarenta años, un sentido que tiene que ver específicamente con la consolidación de la premisa básica del mundo de las mercancías y del velo alrededor del fetichismo del dinero: “todo tiene un precio, todo se compra…”. Somos generaciones rodeadas de: “el pobre es pobre porque quiere o el tiempo es dinero…”, expresiones que dan cuenta de que a través de la costumbre social hemos reforzado los imaginarios de la mercantilización de la vida.

La reconfiguración hegemónica neoliberal ha hecho que se naturalice que el mundo del dinero y de las mercancías es lo único real, porque lo que existe en la realidad son oportunidades, a las cuales solo se tiene acceso a través de condiciones materiales determinadas, que se toman y se aprovechan, de otro modo, no tenemos derechos como seres humanos. En el mundo que conocemos, el simple hecho de existir no nos otorga derechos, no es que nos hayan despojado de los medios de subsistencia, es que nunca fueron nuestros.

En este sentido, se plantea que el proyecto de reconfiguración neoliberal, a través de sus reformas de primera y segunda generación, afinó el proceso de impulsar un cambio regional, a través de un discurso que lo establecía como la “única” vía para la transformación ineludible del mundo después de la caída del socialismo realmente existente. En la mayoría de los países latinoamericanos, la acción de los gobiernos estuvo dirigida a realizar el salto al primer mundo para insertarse como fuera en la nueva dinámica de la economía mundial, porque después de un trauma político, social y económico como el que había vivido la región, el neoliberalismo como una “nueva expresión democrática” se presentaba como la única alternativa posible.

El proyecto neoliberal, que se terminaría implantando y apalancando en América Latina (AL), fue fundamental para reducir las capacidades del Estado, desplazando la idea en torno a lo nacional y alterando la categoría de lo social, estableciendo al individualismo como la perspectiva sociopolítica principal, por encima de lo colectivo y a la democracia electoral como estructura indiscutible del poder. Una democracia que se incorporó en la sociedad como valor universal, alejado de la realidad social, naturalizando el rechazo a cualquier tipo de cambio social y en el que preponderaron imaginarios de transformación solo en aspectos mínimos (Aceves y Sotomayor, 2013).

De esta manera el neoliberalismo configuró lo político, a través de la institucionalización de formas específicas de democracia, que subordinaron y excluyeron cualquier concepción alternativa de participación política, sobre todo ante los fracasos y las crisis de los gobiernos populistas y dictatoriales en la región, haciendo que la democracia representativa sistémica venciera como la única democracia real y el libre mercado se posicionara como una nueva era concluyente e irreversible (Aceves y Sotomayor, 2013).

En AL es justamente la imposición de esta reconfiguración neoliberal y sus imaginarios los que dan pie a una respuesta política progresista, que hace que la región construya su propio camino de divergencia política, en el cual, la hegemonía occidental estableció al neoliberalismo conservador como democrático y a los nuevos progresismos como no democráticos.

En este mundo reconfigurado por el que transitamos, se ha naturalizado la condición dominante del Estado, un estado neoliberal, una figura que se alza como estructura suprema, alejada de la sociedad y que de ninguna manera tiene que ver con la voluntad o las necesidades de las personas; que ha fortalecido la figura de la concentración en el mundo epónimo, centralizando bajo estructuras de poder concretas, los elementos condicionantes del sistema de producción capitalista, en el sentido que facilitan o limitan su reproducción.

De acuerdo con lo anterior, se puede entender que la reconfiguración neoliberal, en orden de una estructura social, política y económica determinada, ha necesitado establecer relaciones de poder, articuladas desde dos instancias particulares, por un lado la fuerza pública y por otro los medios de comunicación, los cuales han sido determinantes en la transformación del Estado en los últimos cuarenta años, porque han sido los responsables de definir la relación que se ha establecido con la sociedad.

Por un lado, con la existencia de estados nacionales que concentraron el poder geopolítico, fue imprescindible la organización y el mantenimiento de fuerzas militares, capaces de imponerse a las voluntades individuales; fue necesario ajustar los sistemas establecidos para la dominación y la represión, un elemento que se vuelve central a la hora de entender la relación existente entre la sociedad y el Estado en AL. Un ejemplo de esto puede verse en el momento originario del neoliberalismo, que necesitó de Estados fuertes, dictatoriales y autoritarios, así como de políticas que funcionaran para arrasar, contener, reprimir y desaparecer cualquier tipo de oposición al modelo que se buscaba implementar.

Por otro lado, los medios de comunicación organizados en estructuras mediáticas oligopólicas, han configurado un sistema informacional, creador de opinión pública, articulado a grupos de poder económicos y políticos, que ha hecho que la información sea manipulada y por lo tanto se convierta en una forma de dominación política e ideológica.

El proceso de reconfiguración hegemónico neoliberal se dio a partir etapas consecuentes, primero sobre la economía como esfera independiente y paulatinamente sobre la política, la cultura, la comunicación y la información, ayudando a configurar una dinámica concreta de dominación. La inclusión de la información y la comunicación en la reconfiguración sistémica, es vital para incidir sobre el estado psicológico, intelectual, social y cultural de los individuos, porque, tal parece que la capacidad de los seres humanos para encontrar su lugar social depende en gran medida de las estructuras de comunicación.

A partir de la reconfiguración neoliberal, en AL las sociedades han sido conducidas paulatinamente a una crisis multinivel, debido, principalmente, a que se ha llevado al límite el proceso de reproducción de los sujetos sociales, haciendo casi imposible el mantenimiento de la vida, buscando esencialmente la enajenación de lo político en el ser humano, la suspensión del sujeto social, su descomposición y una parálisis de su capacidad de autoproyectarse y autorealizarse reflexiva o conscientemente (Echeverría, 2011).

 

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Referencias

 

Echeverría, B. (2011). Antología Bolívar Echeverría. Crítica de la modernidad capitalista (Gonzalo Gosalvez). Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.

 

Aceves López, L., y Sotomayor Castilla, H. (Eds.). (2013). Volver al desarrollo o salir de él. Límites y potencialidades del cambio desde América Latina. Puebla: Ediciones EyC.