Salta la magnificencia de la postal más socorrida para los amantes de amaneceres románticos, gráciles, parsimoniosos, como sacados de una obra de Velasco o atardeceres dignos de una obra pictórica del mismísimo Dr. Atl, coleccionistas de postales en redes sociales y de la belleza que regalan nuestros volcanes vistos desde Puebla o para quienes simplemente siguen de manera religiosa el escape generoso de ceniza del gran coloso Popocatépetl, es inevitable sentirse atraído por las cumbres más altas de México, desde los más grandes hasta los más pequeños miran hacia la leyenda humeante en busca de una imagen diferente a la de ayer, y hablando del ayer, los más viejos, nuestros abuelos, recuerdan cuando las distintas caras de estos picos eran engalanados por huipiles blancos que se lograban observar durante todo el año y hasta hace unas décadas se podían observar de manera constate durante el invierno, efectivamente, estamos hablando de los <<glaciares>>.
Pero, ¿qué es un glaciar? Un glaciar es toda aquella masa de hielo que presenta una serie de características dinámicas que incluyen el movimiento desde la altura, hacia niveles más bajos y un régimen de pérdida y ganancia de agua, lo anterior de acuerdo con el investigador Hugo Delgado Granados del Instituto de Geofísica de la UNAM, es importante que sepamos, que para nuestro país la altura a la que se pueden o se podían mantener las condiciones ambientales para la formación de glaciares y que el hielo se mantenga son los cinco mil doscientos metros sobre el nivel del mar, en otras latitudes se pueden formar desde el nivel del mar ya que las condiciones climáticas permiten la formación de los que alguna vez se llamaron hielos perpetuos, de los que estamos siendo testigos, ya no son del todo perpetuos, es necesario sentar antecedentes de las características y presencia de estas masas de hielo que existen en nuestro país y en el mundo entero para poder entender y registrar el cambio en los ecosistemas ligados directamente a estos glaciares, por dos motivos principales, el primero es que si no dejamos registro de ello simplemente las generaciones venideras no tomarán en cuenta la importancia de este ecosistema y de las especies que en ellos habitan o habitaban, tan solo hay que voltear a ver que el glaciar del volcán Popocatépetl que inició su retroceso en 1994, ¿se acuerdan, de aquel año en el que nos despertamos con la noticia de la erupción del volcán y el levantamiento del EZLN?, las personas que nacieron en aquel año estarán cumpliendo ya 30 años y quizá nunca sabrán que en dicho pico, en aquel lugar, existió un glaciar y mucho menos que fue declarado extinto en el 2000, entonces, si esta generación no tiene conocimiento de ello, para ellos simplemente nunca existió y por ende todo estaría bien y no habría mayor preocupación.
Por otro lado, o el segundo punto, si no contamos con el conocimiento cómo resolveríamos entonces los problemas y quizá muchos de ustedes hasta este momento estarán pensando y qué relevancia tiene esto; no se preocupen, se los contamos. Los glaciares son de gran importancia, en primer lugar en la regulación de la temperatura tanto de los lugares más cercanos como de lugares como el valle de Puebla, por otro lado es importante que sepan que en aquellos años cuando los tres picos más altos, claro, no olvidemos al Citlaltépetl, cuyas masas de hielo abundante, tenían recarga ya sea en la temporada de lluvias o durante el invierno con las nevadas, durante la temporada de secas y debido al derretimiento natural (no acelerado), poco a poco formaban parte esencial de la recarga de mantos acuíferos de las diferentes regiones y cuencas hidrológicas de esta región, y, como consecuencia las ciudades como Puebla tenían agua de calidad y suficiente e incluso no olvidemos, que la zona lacustre que vio nacer a la gran Tenochtitlán se formó gracias al deshielo de estos glaciares que abastecían y daban vida a ecosistemas únicos en el mundo que a su vez tuvieron las condiciones para albergar especies endémicas que inspiraron a toda una cultura y hoy en día siguen arrebatando suspiros, risas y disputas, sí, estamos hablando del billete con denominación de 50 pesos mexicanos que presenta a un ajolote de la especie Ambystoma mexicanum.
Hoy los glaciares mexicanos están prácticamente extintos, los del Popocatépetl han desaparecido por completo, claro está que ha sido principalmente por la actividad volcánica presente hasta hoy, los de Iztaccíhuatl se pierden a un ritmo de 50 mil metros cuadrados por año desde el 2007 y para el Citlaltépetl se prevé que en dos décadas aproximadamente serán solo un bello recuerdo, ciertamente los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente. Uno de los glaciares que se encontraba en Iztaccíhuatl de los 11 que existían y como dato adicional, hoy en día solo quedan tres, conocido como Glaciar Ayoloco, desapareció en el 2018 y para el año 2021 se colocó una placa en la roca que presentan las marcas que recuerdan que en ese lugar algún día hubo un glaciar, pero también para recordar a las generaciones presentes y futuras que tenemos que seguir trabajando por la conservación de nuestros ecosistemas y de las especies que en ellos habitan; dicha placa presenta la siguiente leyenda <<A las generaciones futuras. Aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparecer en 2018. En las próximas décadas, los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente, esta placa es para dejar constancia que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos>>, solo ustedes sabrán si lo hicimos, palabras que resuenan como las pinturas de Velasco con los volcanes nevados, palabras que son duras como las pinturas de los volcanes haciendo erupción del Dr. Atl y sí, solo ustedes sabrán si lo hicimos.
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