La medicina artesanal

La artesanía se refiere al proceso de crear productos u obras de arte utilizando habilidades manuales y técnicas tradicionales. Estos productos suelen ser fabricados individualmente o en pequeñas cantidades y a menudo involucran el uso de herramientas y materiales específicos. Se caracteriza por su enfoque en la calidad, la atención al detalle y la autenticidad. Los artesanos suelen tener un profundo conocimiento de su oficio y pueden dedicar años a perfeccionar sus habilidades. Los productos artesanales pueden abarcar una amplia gama de categorías, que incluyen cerámica, tejidos, carpintería, joyería, metalurgia, vidrio, cuero y muchas otras formas.

La artesanía también puede tener un significado cultural y social importante, ya que a menudo está arraigada en tradiciones locales o étnicas. Además, puede ser apreciada tanto por su funcionalidad como por su estética, lo que la convierte en una forma de expresión tanto práctica como artística. En resumen, la artesanía es una manifestación de la habilidad, la destreza, la creatividad y la cultura humanas.

Comparar la medicina con una artesanía es una analogía interesante que resalta ciertos aspectos de la práctica médica. Al igual que un artesano, el médico debe de desarrollar habilidades específicas para llevar a cabo su labor. Debe adquirir destrezas técnicas a través de la formación y la experiencia para diagnosticar y tratar a los pacientes.

Tanto los artesanos como los médicos deben ser creativos y adaptables en su enfoque para resolver problemas. En la medicina, los casos de pacientes pueden presentar desafíos únicos que requieren soluciones personalizadas, en una forma similar a cómo un artesano puede modificar su proceso de creatividad para adaptarse a diferentes materiales o situaciones.

Al igual que en el caso de un artesano, tradicionalmente en la medicina el aprendizaje se ha basado en la guía práctica conducido por la mano de un maestro, instructor, mentor o tutor; aunque en la actualidad los avances científicos y tecnológicos han afectado las relaciones entre los guías y los alumnos, en el ámbito artesanal como en el médico. Hay un incremento masivo de conocimientos y formas de transmitirlos, de modo que la formación de médicos y artesanos ha sufrido modificaciones que rompen con el aprendizaje en contextos reales, en un detrimento del contacto humano y la sustitución de la originalidad por la masificación. Por esto no debe de dejarse de valorar que la labor del artesano y del médico debe de tener una orientación autodirigida, motivada por el deseo de aprender bajo la premisa de que se debe de seleccionar lo que se desea aprender.

En efecto existen materias de una carácter denso y obscuro que dificultan la adquisición de conocimientos y habilidades; sin embargo, el convencimiento de adquirir entendimientos en una forma natural que se enfoque a lo que se desea dominar, va a incrementar el interés formativo en un mecanismo que debe de fluir en una forma natural.

El artesano y el médico deben de tener conciencia del aspecto colaborativo que es imprescindible en el aprendizaje, desarrollo, investigación y enseñanza. Esto genera interacciones que permiten un avance de carácter continuo que debe de irse enriqueciendo en la misma medida en la que se plantean ideas, preguntas, ejemplos y obviamente un intercambio contante de experiencias.

También se debe de tener en cuenta el aspecto contextual, es decir que la actividad del artesano y el médico debe de generarse en el mismo entorno y ambiente donde se genera. El moldeado de barro, así como la exploración clínica no pueden aprenderse en ámbitos distintos al torno y por supuesto alejado de la cama del enfermo. Se va a recordar y aplicar mejor lo aprendido en clase, si se refuerza el conocimiento de lo aprendido en consulta externa, en una consulta de urgencias o en una consulta de atención domiciliaria. Por supuesto que se recuerda y aplica mejor en el quirófano lo aprendido durante una cirugía y así sucesivamente con los diferentes contextos donde tiene lugar la práctica profesional.

Esta característica del aprendizaje es la que más respalda la necesidad de realizar prácticas clínicas, al igual que los artesanos. Los estudiantes deben aprender en los contextos donde más tarde van a trabajar como profesionales. Pedir a un alumno que solo ha asistido a clase que aplique los conocimientos a pacientes reales sin entrenamiento previo es algo muy difícil, por no decir imposible. Así, es imprescindible que la formación de los profesionales de la salud incluya prácticas clínicas a ser posible desde el inicio. Obviamente, hay que adaptar las prácticas a los diferentes niveles educativos. No se puede pedir a un estudiante de primer curso lo mismo que a uno de cuarto, ni lo mismo a un residente de primer año que a otro que está por graduarse de una especialidad.

Para el artesano y para el médico, la actividad cotidiana debe de ser constructivista, es decir, mutable en la medida en la que se construye y reconstruye a cada momento, siendo siempre distinto, pero también personal, idiosincrático, imposible de transmitir en una forma inamovible y particularmente original. Se va a aplicar siempre la experiencia, pero también debe de existir una acción reflexiva y analítica, que pueda acoplarse precisamente al proceso de plan de acción, a cada momento en el que se lleve a cabo la materialización del imaginario creador.

Desgraciadamente nos encontramos en una etapa en la que la artesanía está sufriendo un alto riesgo de desaparecer bajo la intensa influencia de lo mecánico y la automatización, de la misma forma en la que la medicina sucumbe ante el embate de la tecnología, la influencia poco humanista y más mecanicista, con menos clínica y más pruebas de laboratorio y gabinete. Los maestros en tiempo real van desapareciendo, suplantándose por plataformas educativas en YouTube, Meet, Zoom, etcétera, haciendo una formación grupal, despersonalizada, poco estructurada, ineficiente, imprevisible y más cercana a lo falso que a lo real.

Tanto en lo artesanal como en lo médico debe de generarse una verdadera adquisición de valores, actitudes, conductas y virtudes que se vinculen con las culturas del entorno que priorice lo humano sobre lo material. Si bien es cierto que los simuladores van cobrando importancia dentro de la formación de cualquier programa educativo, es imprescindible incrementar una actividad más centrada en el aspecto humanitario para aprender a conjugar mejor los verbos escuchar, comprender, compartir, empatizar y además informar, comunicar, desarrollar y educar.

Efectivamente, a diferencia de lo artesanal, la medicina tiene una base científica que se combina con la aplicación de la evidencia empírica para poder tomar decisiones clínicas vinculadas con la vida; pero el enfoque artesanal tiene una mayor durabilidad, reflejando lo que son las épocas y condiciones sociales. Lo cierto es que nunca podremos dejar de admirar a los artesanos y a los viejos maestros que, apuntalando la historia de la humanidad, deben sobrevivir, transmutándose a pesar de todo y contra todo, finalmente transcendiendo en la formación de muchos profesionales y también de grandes artesanos.