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Politizar el cuidado y el dolor: el acompañamiento desde las Ciencias de la Familia

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CIUDAD DE MÉXICO
21/12/2024
Diversos colectivos y organizaciones sociales realizaron la «Marcha Nacional Contra la Inseguridad» exigiendo a las autoridades justicia para las personas desaparecidas y asesinadas en México, así como el fin de la ola de violencia que se vive en el país.
La movilización se realizó del Monumento de la Revolución al Zócalo Capitalino.
Fotos: Emiliano Molina / Obturador MX

Los colectivos de familiares de personas desaparecidas son grupos de acción política grupal que, ante la impunidad, la falta de justicia y acompañamiento del estado frente a las desapariciones forzadas, estos grupos de familiares se organizan para emprender la búsqueda de sus seres queridos y exigir justicia para las víctimas. En ese sentido, se ha documentado que están conformados en su mayoría por mujeres, quienes son madres, esposas, hijas, hermanas, novias, etcétera, de los desaparecidos (Ruíz y Jasso, 2020; Hincapié, 2017; Jelin, 2011; Maier,1990). La existencia de una marcada mayoría de mujeres en su estructura lleva a plantear la consideración del género como una condición históricamente producida en la que se le ha construido a la mujer como la responsable de las tareas de cuidado de los otros, la procuración del bienestar familiar y de proveer afecto a los suyos (Carrasco, Borderías y Torns, 2011).

El cuidado se ha distinguido entonces como la acción de ayudar a un niño, niña o a una persona dependiente en el desarrollo y el bienestar de su vida cotidiana. El cuidado engloba al menos tres dimensiones: I) hacerse cargo del cuidado material, que involucra un “trabajo” II) hacerse cargo del cuidado económico, que resulta en un “costo económico”, y III) hacerse cargo del cuidado psicológico, que implica un “vínculo afectivo, emotivo, sentimental”. (Batthyány, 2001). En ese sentido, se puede comprender la importancia del cuidado como el eje al centro de la vida, pues sin cuidado no es posible la reproducción social que demanda la subsistencia de las personas.

Si reflexionamos el cuidado a la luz de las desapariciones forzadas, coincidimos con el planteamiento de Ruíz y Jasso (2020) quienes señalan que las tareas de búsqueda continúan siendo un ejercicio de cuidado, al seguir velando por el bienestar de personas que dependen de alguien más, sólo que en este caso “quien recibe el cuidado es un familiar ausente, cuya vida, verdad y justicia, dependen de que haya otras personas para exigirla. Al igual que el trabajo de cuidado que se ejerce en condiciones sin desaparición, las mujeres que integran los colectivos de desaparecidos llevan a cabo dicha actividad sin remuneración y, sustituyen también a un Estado ausente al realizar tareas de búsqueda y procuración de justicia de sus familiares. El estado neoliberal que se desdibuja frente a las responsabilidades que debiera asumir hacia sus ciudadanos parte de la premisa de no reconocer al cuidado como un derecho que todo ser humano por el simple hecho de existir debiera tener. En ese tenor, como señala Tronto (2015) el no reconocimiento de este derecho lleva a un estado “democrático” que deja a su suerte a sus habitantes, entonces, las desapariciones forzadas ocurridas en las sociedades actuales, asumiendo así la implementación y legitimación de un individualismo institucionalizado en el que cada sujeto depende de sí mismo (Lorey, 2013), es decir, aquellas personas desaparecidas no fueron capaces de ser responsables del cuidado de sí mismos, o bien, las familias no fueron capaces de brindar los cuidados, como se ha estigmatizado a los familiares de desaparición forzada.

La existencia de un estado con régimen familista1 como el que se sostiene en México, en donde no se han promovido políticas para el cuidado ni protección de las familias para garantizar su bienestar social, se sostiene en mirar a las mujeres como las principales cuidadoras. A partir de este supuesto, podemos comprender la constante revictimización que se ejerce sobre las familias y específicamente sobre las madres de los desaparecidos al cuestionar su papel en la educación de los hijos, la ausencia de estas durante la desaparición o bien, la responsabilidad de su búsqueda, entre otras (Hincapié, 2017; Jelin, 2011; Maier, 1990). La responsabilidad que se le ha otorgado a las mujeres como únicas responsables del cuidado de los hijos, en un contexto de desaparición forzada y de una nula o mínima atención del Estado hacia las víctimas ha llevado a las mujeres de los colectivos a emprender largas y demandantes jornadas de búsquedas de sus seres queridos, condición que les ha afectado a nivel económico, personal y familiar. Muchas de ellas han señalado la pérdida de sus empleos debido a la dedicación de tiempo completo que otorgan a las jornadas de búsqueda y procuración de justicia, la reducción de sus redes de apoyo, problemas de salud física y mental, amenazas y extorsiones, entre otros (Frigolé, 2019).

 

Las Ciencias de la Familia: Una mirada al cuidado y el acompañamiento

 

La Licenciatura en Ciencias de la Familia es un programa educativo que se ofrece en la Facultad de Ciencias para el Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. En este programa educativo tenemos como uno de los ejes centrales en la formación, el reconocimiento del trabajo de cuidado como un elemento esencial en la reproducción social y sostenimiento de la vida. Partimos de la premisa que el cuidado debiera ser una corresponsabilidad entre el Estado, el mercado y la familia, apostamos a una desfamiliarización del cuidado en las políticas públicas del gobierno. En ese sentido, este programa educativo promueve el desarrollo de proyectos encaminados a una educación para el cuidado de la vida. Por lo anterior y a la luz de reconocer que la búsqueda de personas desaparecidas es un trabajo de cuidado es que hemos planteado la necesidad de desarrollar procesos de acompañamiento a familias que han enfrentado los efectos de la violencia sistémica, misma que les ha impactado en su estructura familiar.

Nuestra pedagogía para el desarrollo de procesos de acompañamientos en contextos de violencia se encuentra basada en comprender la diversidad de arreglos familiares que se han configurado a partir de distintos fenómenos como los feminicidios, el desplazamiento forzado y la desaparición. La vinculación de las transformaciones familiares a la luz de los procesos sociales es una herramienta clave en el desarrollo de procesos de acompañamiento en el primer nivel, pues coincidimos con Antillón (2016) en la premisa de despatologizar los distintos tipos de familias existentes. Así también, planteamos la necesidad de politizar el ejercicio del profesional que acompaña.

Desde el enfoque del Desarrollo de Capacidades (Nussbaum, 2012) que marca la ruta de nuestro programa, se apuesta por el conocimiento del origen de las violencias que atraviesan a las familias, los efectos psicosociales que han desarrollado en las mismas, la necesidad de despatologizar el dolor y el sufrimiento, la politización del dolor y el reconocimiento de las personas y las familias como sujetos de derechos. Para lograr lo anterior, tomamos dos elementos esenciales en el desarrollo de procesos de acompañamiento; el primero de ellos, la recuperación de los recursos personales, familiares y sociales de las personas para hacer frente al espiral de violencia en que se encuentran subsumidos. A partir de ello, también promovemos el desarrollo de proyectos familiares y comunitarios que se traduzcan en espacios en donde el dolor sea reconocido y sostenido por otros, donde existan fuentes de apoyo mutuo y de comprensión, en donde la escucha y el cuidado sean las herramientas clave para recuperar la dimensión familiar que se ha fragmentado como producto de la violencia. El fin último entonces sea una politización del dolor y el cuidado que viven las familias de desaparecidos como una herramienta que encamine a una vida digna de ser vivida.

 

 

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1 En el régimen familista típico la responsabilidad principal del bienestar corresponde a las familias y a las mujeres en las redes de parentesco.

 

Referencias

 

Antillón, X. (2016). Un lugar para contar/transitar el dolor, (tesis de maestría). UAM Xochimilco.

 

Batthyány, Karina (2001). “El trabajo de cuidados y las responsabilidades familiares en Uruguay: proyección de demandas” En: Aguirre, Rosario y Batthyány, Karina (eds.) Trabajo, Género y Ciudadanía en los países del Cono Sur. Montevideo: OIT-UDELAR-Cinterfor Grupo Montevideo.

 

Carrasco, C., Borderías, C. y Torns, T. (eds.). (2011). El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas. Madrid: Catarat

 

Frigolé Reixach, Joan. 2019. «Violencia, riesgo e incertidumbre: la desaparición forzada en México a través de la voz de las madres». Disparidades. Revista de Antropología 74(2): e018. doi: <https://doi.org/10.3989/dra.2019.02.018>.

 

Jelin, Elizabeth. 2011. “Subjetividad y esfera pública: el género y los sentidos de familia en las memorias de la represión”. Política y Sociedad 48 (3): 555-569. https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/view/36420

 

Lorey, I. (2016). Estado de inseguridad. Gobernar la precariedad. Madrid: Traficantes de Sueños.

 

Maier, E. (1990). “La madre como sujeto político”. Estudios Latinoamericanos 5 (9): 69-75. http://doi.org/10.22201/cela.24484946e.1990.9.47657

 

Nussbaum, M. (2012). Crear capacidades. Propuestas para el desarrollo humano. Barcelona, Paidós.

 

Ruiz, C. & Jasso M. (2 de septiembre de 2020). https://www.opendemocracy.net/es/mujeres-personas-desaparecidas-méxico/

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