Hace 55 años, la misión Apolo 11 se posó en la superficie de la Luna. Además de llevar a cabo algunos experimentos y colocar equipo para otros, los astronautas recolectaron más de 30 kilos de piedras lunares. En conjunto, las misiones Apolo trajeron a la Tierra un total de más de 380 kilos de muestras lunares.
El análisis de estas muestras permitió determinar varias cosas, como por ejemplo su edad y mineralogía. En ambos casos, se encontró que son muy similares a las de la Tierra.
La Luna no ha dejado de ser estudiada. Además de la exploración humana, a través de las misiones Apolo, se han desarrollado módulos de aterrizaje robóticos, que también han traído muestras para analizar. Otras misiones han lanzado cápsulas para impactar la superficie y estudiar los materiales que se elevan o desprenden. Por otro lado, se han utilizado observaciones con telescopios y determinado datos orbitales, lo que ha permitido que los científicos tengan una muy buena comprensión de la Luna, aunque no total, desde luego. Aún hay muchas preguntas sin respuesta, por eso el interés en la Luna permanece, incluso por países que hasta hace unos años no destacaban en el panorama de exploración espacial, como India o China.
Hasta 2019 aún había rocas traídas por los astronautas de las misiones Apolo que no habían sido analizadas. Aunque todas ellas habían sido recolectadas en el llamado lado visible de la Luna.
Hay entonces un lado no visible de nuestro satélite, un lado oculto. Esto se debe a que a la Luna le toma el mismo tiempo dar una vuelta sobre su propio eje, que dar una vuelta alrededor de la Tierra; es decir, sus periodos de traslación y de rotación están sincronizados. Eso hace que, desde la Tierra, veamos siempre una misma cara, y que haya otra que no podemos ver, nunca. Por eso le llamamos la cara oculta de la Luna, aunque algunos le llaman la cara lejana y otros más, de manera incorrecta, la cara oscura, el famoso Dark side of the Moon.
La diosa de la Luna
Estudiar esta parte oculta de nuestro satélite natural implica una complicación más. Necesitamos un retransmisor en órbita alrededor de la Luna para poder estar en contacto con la misión que enviémos. Los chinos lo han hecho bien. A través de misiones no tripuladas han logrado excelentes resultados. Algunas de las sondas Chang’e se han posado en el lado oculto de la Luna, efectuando experimentos como sembrar papas, medir la composición mineralógica de las rocas en puntos clave y la colección de material, que ya han traído a la Tierra.
Hace unas semanas, el 25 de junio, la Chang´e 6 trajo a la Tierra las primeras rocas del lado oculto de la Luna. Más de dos kilogramos recogidos de la superficie mediante un brazo robótico o bien a través de perforaciones llevadas a cabo con un taladro, cayeron en una zona de Mongolia, luego de una travesía que inició el 3 de mayo.
Chang´e 6 se posó en el cráter Apolo, en la llamada SPA. La Cuenca Aitken del Polo Sur (SPA) es una de las estructuras de impacto más grandes y antiguas conocidas. Con un diámetro que supera los 2 mil 500 kilómetros y una diversidad de características geoquímicas y geológicas, la SPA es un sitio fascinante para el estudio de la Luna.
El hecho de que la Chang´e 6 se haya posado en esa zona para obtener muestras no es casual, ya que las preguntas que los especialistas tratan de contestar actualmente son: por qué las dos caras de la Luna son tan diferentes, cuál es la estructura lunar profunda y cuándo se formó la SPA. Esto dará información en cuestiones fundamentales sobre la evolución de la Luna.
La SPA muestra propiedades únicas, con anomalías de algunos elementos y otras características que indican que la SPA podría contener una composición mineral diferente de otras regiones lunares. Esto, aunado a la gran cantidad de material del manto que se cree que ha excavado y fundido, la convierten en un lugar crucial para estudiar la composición y la evolución del manto lunar.
El estudio de las muestras traídas por la Chang´e 6 ayudará a conocer cuándo inició y cuándo terminó el oceano de magma lunar después del impacto que dio origen a nuestro satélite, proporcionando valiosa información sobre los procesos geológicos que han moldeado la superficie lunar a lo largo de su historia.