Se sabe que la superficie de la Tierra tiene una cobertura de 70 por ciento de agua; sin embargo, del total de agua existente solo 2.5 por ciento es agua dulce y únicamente 30 por ciento de ella está disponible para consumo hu-mano (Conagua, 2011).
A nivel mundial, la industria utiliza 22 por ciento del agua, la agricultura 70 por ciento y el consumo doméstico es de 8 por ciento (UNAM, 2018). El sector agrícola intensivo tiene un impacto derivado no únicamente del uso de líquido para el riego, sino de la contaminación por el uso de agroquímicos, así como el cambio de uso de suelo de lo forestal al agrícola intensivo. Por el lado de la industria, el agua es contaminada con una gran variedad de químicos que resultan dañinos a la vida, además de interrumpir los ciclos hídricos.
De acuerdo con cifras de la Red Nacional de Monitoreo y Calidad del Agua, en la cuenca del Alto Atoyac se registran niveles por encima de la norma para metales pesados como Cadmio, Cromo, Mercurio, Plomo, Aluminio, Hierro, Manganeso y Níquel, donde las zonas principalmente afectadas son las zonas de Tlaxcala, Texmelucan y Puebla (Conahcyt, 2024). De acuerdo con el Primer Informe Estratégico Cuenca del Alto Atoyac, en la región Puebla-Tlaxcala existe una incidencia de mortandad infantil de 34 por ciento por encima de la media nacional, en esta misma región la leucemia aguda se ha convertido en la principal causa de muerte en niños de cinco a nueve años, mientras que, para la población joven, la enfermedad renal crónica registra una probabilidad de ocurrencia cuatro veces mayor que en el resto del país (Conahcyt, 2024).
La distribución geográfica y la temporalidad del desastre ambiental tienen una lógica económica. De acuerdo con Barreda (2020), a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994 se han generado espacios geográficos donde la actividad industrial ha ocasionado un deterioro exacerbado de la naturaleza, estos espacios han sido catalogados como infiernos ambientales. Durante el gobierno de Zedillo surgieron en México las Zonas Económicas Especiales (ZEE) y su delimitación coincide con los infiernos ambientales (Barreda, 2020). Las ZEE se han caracterizado por condiciones que otorgan privilegios fiscales a las empresas, al mismo tiempo que flexibilizan los criterios de protección laboral y ambiental. Según el diagnóstico oficial, los principales afectados son trabajadores de la industria maquiladora, campesinos y sus familias.
¿Cómo entender el problema de la escasez de agua en Puebla?
La disponibilidad de agua para consumo humano es uno de los principales problemas en México, Puebla no es excepción; se ubica dentro del corredor logístico e industrial que conecta el Golfo de México con el Océano Pacífico. Aquí se concentran siete proyectos de energía solar y parques eólicos, 118 naves para megagranjas porcinas, cerveceras, refresqueras, minas y dos grandes ensambladoras de automóviles, en cuyo entorno gravitan empresas de menor escala, que en conjunto representan una alta demanda de agua.
Además, el crecimiento de la mancha urbana interrumpe el ciclo hídrico a través del cambio de uso de suelo y por otra parte con el incremento de la extracción de agua de los mantos a una velocidad mayor a su tasa de reposición (Conagua, 2020).
El ciclo hídrico es mucho más complejo de lo que pensamos, los especialistas aconsejan tener visión de cuenca hidrológica bajo un plan técnico y administrativo centralizado e integral para la gestión del agua. De acuerdo con la Constitución, esta es una facultad del Estado mexicano.
La gestión hídrica debe ser uno de los componentes principales de la regulación territorial; sin embargo, se ha colocado al mercado como centro de su gestión en Puebla, así las actividades más rentables se han superpuesto a las de conservación, saneamiento y recuperación. Por ello es urgente detener la sobreexplotación para uso industrial, la deforestación indiscriminada y la incorporación de tierras de cultivo a la mancha urbana.
Según un sondeo realizado por miembros de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP y la Colectiva por el Bienestar Social en 2023, 70 por ciento de los hogares en Puebla carecen de un suministro suficiente y estable de agua; más de 30 por ciento de las personas tienen que pagar regularmente por el servicio de pipas y al menos un 60 por ciento considera que ha padecido enfermedades por la falta de condiciones sanitarias en el suministro de agua. Esta última cifra concuerda con el Primer Informe Estratégico Cuenca del Alto Atoyac, sin contar que la población tiende a no considerar otras enfermedades, como la insuficiencia renal crónica y diferentes tipos de cáncer, cuya causa subyacente es la contaminación del agua.
Reducir la gestión del agua a un problema de abastecimiento resulta peligroso, ya que se pierde de vista la complejidad del ciclo hidrológico. Por esta razón el enfoque de mercado que opta por la privatización del servicio de agua potable y saneamiento resulta ineficiente y nocivo.
Según especialistas, el déficit de disponibilidad es de 28.2 hm3 anuales. En Puebla 25 municipios presentan sequía extrema y 74.7 por ciento de municipios presentan sequía (Conagua, 2024).
Podemos hablar de dos factores principales para entender la escasez de agua en nuestro entorno inmediato: las fugas en la red de agua, que alcanzan un 44 por ciento según cálculos de la concesionaria, y por otra parte la sobreexplotación industrial que ha agravado el abatimiento de los acuíferos en la región.
¿Cuál puede ser la ruta hacia una gestión hídrica sustentable?
Como vemos, es urgente el lanzamiento de una política hídrica con visión de cuenca, vocación democrática y que tenga como eje el derecho al agua. Las políticas públicas deben centrarse en impedir la expansión de megaproyectos extractivos y contaminantes que profundizan el despojo y acaparamiento, violentando el derecho humano al agua, salud pública y a un ambiente sano. Para ello, consideramos la necesidad de priorizar al menos cuatro factores: aplicación de las normas oficiales mexicanas dentro de la industria, en lo referente a la disposición y saneamiento; rehabilitación de la red hidráulica, protección a las áreas forestales y de captación de agua y la creación de un plan hídrico centrado en la eficiencia operativa, ecológico y social, toda vez que la lógica mercantil ha demostrado ser inoperante e ineficiente.
1 Doctora en Economía Política del Desarrollo, investigadora de la línea de Procesos Políticos en la Universidad Autónoma Metropolitana campus Iztapalapa, profesora de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas BUAP.
2 Maestro en Economía, profesor de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas.
Referencias
Conagua (2022). Estadísticas del agua en México 2021, Semarnat, Ciudad de México.
Conagua (2024). Actualización de la Disponibilidad Media Anual de Agua en el Acuífero Valle de Puebla (2104), Estado de Puebla.
Conahcyt (2023). 1er. Informe Estratégico Cuenca del Alto Atoyac (Tlaxcala y Puebla): Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental; Problemática Socioambiental y Recomendaciones para Atención Integral. Versión Octubre 2023, Ciudad de México.
Gaceta UNAM (29 de oct. 2018). Más del 80% del agua se va en uso agrícola y de la industria. Disponible en: https://www.gaceta.unam.mx/crisis-agua-industria/
Colectiva por el Bienestar Social (2023). Estadísticas sobre uso y disponibilidad del agua en Puebla, documento de trabajo.