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Sequía, calor extremo, incendios, ríos y presas en mínimos niveles, apagones, y más

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La sequía tiene muchas caras: hay sequía meteorológica (llueve menos de lo esperado por varios días, meses, años); sequía agrícola, el agua (sea por lluvias o por riego) no satisface los requerimientos de los cultivos; sequía hidrológica (los ríos, embalses, las presas se encuentran en niveles mínimos); sequía socioeconómica (la población no recibe la demanda para sus actividades del hogar, de sus negocios, de sus industrias, etcétera).

Hay índices y métodos para calcular esos déficits. Lo complicado de la sequía es que es difícil determinar de manera única cuándo empieza y cuándo termina, además de que no se tienen métodos comunes para su cálculo y pronóstico. Otra complicación es que los posibles efectos dependen fuertemente de las capacidades de respuesta de las personas e instituciones que la enfrentan.

 Figura. Monitor de Sequía en México (30/4/24). La sequía es más intensa entre más oscura es la región. La línea negra delimita las áreas donde domina la intensidad. S y L se refieren al periodo de afectación. [https://smn.conagua.gob.mx/es/climatologia/monitor-de-sequia/monitor-de-sequia-en-mexico].
Figura. Monitor de Sequía en México (30/4/24). La sequía es más intensa entre más oscura es la región. La línea negra delimita las áreas donde domina la intensidad. S y L se refieren al periodo de afectación. [https://smn.conagua.gob.mx/es/climatologia/monitor-de-sequia/monitor-de-sequia-en-mexico].

El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, 2022) propuso que las crecientes amenazas climáticas, como son la sequía y el calor extremo, detonan impactos combinados y en cascada.

Por ejemplo, para la agricultura, esa combinación provoca disminución en la humedad de los suelos, lo que afecta los rendimientos de cultivos y su calidad, pero también puede propiciar la aparición de plagas, la muerte de animales (ganados, de granja o silvestres), el aumento de precios de los alimentos básicos, la malnutrición, y la calidad de vida de las personas. A mediano o largo plazo, esas afectaciones en los sistemas de producción de alimentos ponen en peligro la seguridad alimentaria.

Es claro que en las condiciones globales actuales de cambio climático es importante asumir que nos encontramos ya en condiciones de impactos combinados y en cascada. Por ejemplo, por días han sido noticia la escasez de agua en ciudades y el campo; otros días los medios informan sobre incendios forestales fuera de control; entre abril y los primeros días de mayo, hubo alertas por ondas de calor. Sin embargo, estas condiciones corresponden a esos impactos combinados y en cascada y enfrentarlas de manera aislada puede no ser la mejor estrategia.

Cabe señalar que la historia de México ha estado marcada por fuertes sequías. A partir de la interpretación de diferentes códices y análisis arqueológicos (códice Telleriano – Remensis; López-Luján, 2018) y la dendrología (que estudia el grosor de los anillos de los árboles, y los asocia con déficit o exceso en lluvia, por ejemplo) se sabe que en el año 1454 (1 tochtli  o 1 Conejo) se presentó una sequía muy severa. Otros años críticos en el país (Stahle et al, 2016) se denominaron “La conquista” (1521 – 1524); “El Año del Hambre” (1785 -1786); “La sequía en la Revolución” (1909 – 1910). En todos ellos se dieron impactos muy severos en la producción agrícola, con efectos similares: hambre, enfermedad, mortalidad, que se unieron a graves conflictos sociales y económicos.

En abril de 1803, Humboldt y Bonpland llegaron a la Ciudad de México (Andrea Wulf, 2016), y observaron que “parece, pues, que los primeros conquistadores quisieron que el hermoso valle de Tenochtitlán se pareciese en todo al suelo castellano en lo árido y despojado de su vegetación. Desde el siglo XVI se han cortado sin tino los árboles.” Así, los desastres provocados por las sequías nos indican que hay una construcción social de esos desastres, y no son producto exclusivo de la falta de lluvias.

El Servicio Meteorológico Nacional también publica el “Monitor de la Sequía” en México. Con este monitor se establece la intensidad de la sequía: “anormalmente seco, sequía moderada, severa, extrema, excepcional, o sin sequía”. También se describe el tipo de impacto de la sequía, delimitando los impactos dominantes, y si estos serán por un periodo corto, “típicamente menor de seis meses, lo que puede afectar a la agricultura o a los pastizales”, o bien si es “de largo periodo (mayor de seis meses), lo que puede afectar los recursos hídricos o ecológicos” (ver figura).

La sequía y los calores extremos, aunados a la escasez de agua, acrecientan y dificultan también el combate a los incendios. Hasta el 10 mayo de 2024 (https://monitor_incendios.cnf.gob.mx/incendios_tarjeta_semanal) se registraron 3 mil 788 incendios forestales en cerca de 28 entidades federativas, en una superficie de 228 mil 920 hectáreas.

En cuanto al almacenamiento hasta el 11 de mayo, 147 presas, de un total de 210 (https://sinav30.conagua.gob.mx:8080/Presas/), se reportaron con un nivel por debajo de 50 por ciento, y 36 por debajo de 10 por ciento de su capacidad. Para el caso de Puebla, el estado cuenta con 41.4 por ciento de su almacenamiento máximo.

Durante este año en nuestro país se ha visto disminuida el agua de ríos, lagos, y lagunas (https://www.jornada.com.mx/2024/05/09/estados/024n1est). Ejemplo alarmante se observa en Pátzcuaro, Michoacán. ¿Corresponde a sequía hídrica? Claramente sí, en lo que respecta a la disponibilidad de agua. Sin embargo, hay problemas sociales agudos: la extracción de agua para la producción de aguacate (Pátzcuaro), por ejemplo. “No es sequía, es saqueo”, demandaban ciudadanos en Nuevo León. Si hay conjunción de los dos eventos (sequía y saqueo), se tienen las condiciones para la agudización de problemas sociales y económicos.

Sobre las olas de calor, en Conde y Luyando (2023), se describieron las condiciones que determinan su presencia. Para 2024 (Conagua, Comunicado_de_Prensa_0277-24) se proyectaron cinco ondas de calor: una en marzo; otra en abril; dos en mayo y una en junio. Se han dado ya una en abril y la segunda, que inició el 3 de mayo, que han provocado que 18 estados del país se encuentren con temperaturas máximas de 40 grados Celsius (°C) o más. Por ejemplo, en la ciudad de Puebla, el 9 de mayo se rompió el récord en 77 años, alcanzando los 35.2 °C. Ante ello, ha habido suspensión de clases, deshidrataciones, mareos, etcétera. Más gravemente, en San Luis Potosí, el 11 de mayo se reportaron más de 10 muertos por golpes de calor.

Finalmente, a partir del 8 de mayo, y ante la gran demanda de energía para los aires acondicionados, y ventiladores, varios estados del país han experimentado los llamados “apagones”, con la posibilidad de que se agudicen en el futuro en condiciones del cambio climático proyectado (Tejeda et al, 2011).

El IPCC (2022) señala que existe una “ventana de oportunidad” para revertir el cambio climático que está en marcha. Si bien los gobiernos tienen que cumplir sus compromisos, es cierto que tenemos que abandonar la idea de “bienestar” asociada al exceso y desperdicio de recursos. Reducir el consumo, en particular de agua y de energía, es un primer paso para el actuar local, pensado en lo global.

1  Las autoras agradecen el apoyo del proyecto PAPIIT IN107123 de la UNAM

Conde, C., E. Luyando. 2023. ¡Qué calor en la ciudad! Saberes y Ciencias. Suplemento de la Jornada de Oriente. Julio 2023 · número 136. Año XII.

López- Luján, L. Arqueología Mexicana. 2018. XIV (149):36-45.

Stahle et al, 2016. Quaternary Science Reviews 149.34-60

Tejeda, A., Luyando, E., Jáuregui, E. (2011). Average conditions of thermal stress in Mexican cities with more than one million inhabitants in the face of climatic change. Atmósfera, 24:15-30.

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