En el campo de la astronomía, pocos nombres han tenido un impacto tan profundo como Edwin Hubble. Aunque hoy lo conocemos por sus importantes descubrimientos, su historia es un recordatorio de cómo la dedicación, la curiosidad y las circunstancias del momento han cambiado nuestro entendimiento del Universo.
A inicios del siglo XX, la comunidad astronómica estaba dividida sobre el tamaño y la naturaleza del Universo. Dos gigantes de la época, Harlow Shapley y Heber Curtis, debatían acaloradamente sobre si las “nebulosas espirales”, observadas en el cielo, eran parte de nuestra galaxia o sistemas estelares independientes. Desde la implementación del telescopio para estudiar los cielos, numerosos astrónomos habían detectado la existencia de estas “nebulosas”, que, como su nombre lo indica, aparecían como nubes difusas en contraposición a las estrellas, que se visualizaban en el firmamento como puntos brillantes. Estas nebulosas parecían estar conformadas por gas y estrellas, pero durante gran parte del siglo XIX y principios del XX, no se sabía si eran objetos situados en nuestra propia galaxia, la Vía Láctica, o si eran sistemas similares a la Vía Láctica, pero extremadamente distantes. La medición de distancias en astronomía es un desafío fundamental y complejo, dado que no existen reglas simples para determinar cuán lejos están estos objetos. Este debate no encontró ningún claro ganador sino hasta unos años más tarde, con la llegada de Edwin Hubble.
En ese contexto, Henrietta Leavitt, una astrónoma que trabajaba en el Observatorio de Harvard, hizo un descubrimiento clave. Leavitt, como parte de un grupo de mujeres conocidas como “computadoras”, por el tipo de cálculos sistematizados que realizaban, era responsable de medir las magnitudes de estrellas en placas fotográficas. Fue así como identificó un tipo especial de estrellas variables, las cefeidas, que se expanden y contraen periódicamente, cambiando su brillo de manera regular.
Leavitt descubrió una relación fundamental entre el periodo de variabilidad de estas estrellas y su luminosidad intrínseca. Este hallazgo permitió a los astrónomos calcular la distancia a las cefeidas observadas, lo que abrió una nueva ventana para medir distancias en el cosmos. Sus descubrimientos fueron cruciales para el trabajo posterior en la astronomía y de Hubble en particular.
Mientras tanto, Edwin Hubble, quien este año celebramos el 135 aniversario de su nacimiento, emergió como un pionero en la astronomía. Hubble mostró un interés temprano por las matemáticas y la física, y, aunque en un esfuerzo por complacer a su padre, inicialmente decidió estudiar derecho, su verdadera pasión por la astronomía lo llevó a una carrera diferente. Hubble era un atleta dotado, destacándose en deportes como el atletismo, el fútbol y, sobre todo, el baloncesto. Después de la muerte de su padre, se enfocó en apoyar a su madre y hermanos, enseñando español, física y matemáticas a nivel secundaria y preparatoria, donde además trabajó como entrenador de baloncesto. Finalmente, Hubble logró estudiar un posgrado en astronomía, forjando una carrera profesional en el campo, logrando tener acceso y modernizando los observatorios astronómicos más importantes de la época.
En 1923 Hubble apuntó su telescopio hacia la “nebulosa” de Andrómeda y observó una estrella que inicialmente creyó que era una nova, una explosión estelar. Sin embargo, al estudiarla más detenidamente, se dio cuenta de que se trataba de una cefeida. Gracias a la relación periodo-luminosidad descubierta por Leavitt, Hubble pudo calcular la distancia a esta estrella, demostrando que Andrómeda no era parte de nuestra galaxia, sino una galaxia completamente separada, ya que la distancia de la Tierra a Andrómeda era mucho mayor que cualquier tamaño estimado para nuestra propia galaxia.
Este descubrimiento fue un punto de inflexión en la astronomía, ya que por primera vez se confirmó que el Universo era mucho más grande de lo que se pensaba. Nuestra galaxia era solo una de muchas en un vasto cosmos. Este singular descubrimiento habría sido suficiente para inscribir el nombre de Hubble entre los más importantes astrónomos de nuestra era, pero la labor de Edwin no cesó aquí.
Unos años después, en sus estudios de galaxias distantes, Hubble notó una correlación entre la distancia a las galaxias en general y la velocidad con la que parecen alejarse de nosotros. Cuanto más lejos estaba una galaxia, mayor era su velocidad de recesión. Este descubrimiento se plasmó en lo que hoy conocemos como la Ley de Hubble: la velocidad de una galaxia es proporcional a su distancia.
Este hallazgo implicaba que el Universo no era estático, como se pensaba, sino que estaba en expansión. Aunque Hubble es generalmente asociado con este descubrimiento, en realidad no dio una explicación física a su relación, misma que ya había sido reportada dos años antes por el astrónomo belga Georges Lemaître, quien no solamente había descubierto esta relación empírica, sino que había logrado explicarla empleando una teoría revolucionaria, recientemente publicada, la teoría de la relatividad general de Einstein. Lemaître propuso que esta expansión era consecuencia del origen del Universo en un estado extremadamente denso y caliente, lo que hoy llamamos el Big Bang. Sin embargo, los trabajos de Lemaître no recibieron mucha atención, ya que fueron publicados en francés en una revista poco conocida. Con el tiempo, la comunidad científica reconoció su contribución, y hoy nos referimos a esta relación como la Ley de Hubble-Lemaître.
Edwin Hubble no solo cambió nuestra percepción del Universo, sino que también estableció las bases de la cosmología moderna. Sus observaciones demostraron que el Universo estaba en expansión, un descubrimiento que sigue siendo una de las piedras angulares de la astronomía actual. Gracias a su meticulosa labor y a las cefeidas descubiertas por Leavitt, el Universo se nos reveló en toda su magnitud y complejidad.
A lo largo de los años, los conceptos que Hubble y sus contemporáneos establecieron han influido en investigaciones actuales sobre la energía oscura y la expansión acelerada del Universo.
En 1990 la NASA lanzó el telescopio espacial Hubble, en honor al astrónomo que, casi un siglo antes, había cambiado nuestra visión del cosmos para siempre. Este telescopio ha continuado explorando los misterios del Universo, proporcionando imágenes y datos que han ampliado aún más nuestro conocimiento.
Hubble, junto con otros pioneros como Henrietta Leavitt y Georges Lemaître, nos mostró que el Universo es vasto, dinámico y en expansión, un recordatorio de que en la ciencia, las respuestas a nuestras preguntas a menudo nos llevan a descubrir nuevas y emocionantes incógnitas, resaltando la naturaleza progresiva de la ciencia.