La Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla cumple 60 años de su fundación, de los cuales pasé 40 años como profesora investigadora (1980-2020) y en los que compartí con mis compañeros y compañeras de trabajo, quienes se volvieron en varios casos mis amigos y amigas entrañables, logros invaluables que definieron nuestro quehacer cotidiano y también parte de nuestra vida. Ser parte de la formación de jóvenes a lo largo de los años se convirtió en una de las maneras de la propia y necesaria actualización docente, sus tesis y su incorporación a los proyectos de investigación en mucho contribuyeron y aportaron al conocimiento de un tema o problemática específica, así como su energía vital contribuyó a emprender nuevos proyectos. Además, las relaciones entabladas con sujetos y actores sociales nutrieron las decisiones de investigación y le dieron sentido y enriquecieron nuestra prácticas y acciones en materia de docencia e investigación.
Me incorporé a la Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla en septiembre de 1980, por invitación del maestro Víctor Espíndola Cabrera, para cubrir una plaza en suplencia. Egresada del Posgrado de Economía de la UNAM, generación 1978-1980, donde conocí a Víctor porque fue mi compañero en la maestría.
Cursar el posgrado de Economía en la UNAM fue un privilegio, porque su plan de estudios permitía acceder al conocimiento y comprensión de teorías y análisis que en las universidades argentinas estaban proscritas. Además de los extraordinarios profesores que nutrieron con su capacitación, militancia y reflexión nuestra formación.
Estudiar la obra de Marx, las teorías del imperialismo para comprender las bases del funcionamiento del capitalismo actual y sus formas de reproducción social, así como otras teorías críticas y sus interpretaciones, al mismo tiempo que nos adentrábamos en la historia de México y también de Latinoamérica a partir de contraponer a la historia oficial la visión de los vencidos, fue clave para mi formación y en mi incorporación a la Escuela de Economía, pero también para comprender nuestra propia derrota y el exilio.
Uno de los objetivos del posgrado era formar docentes para las universidades estatales para consolidar las plantas académicas. En ese momento, desconocía que me dedicaría a la docencia e investigación y que me quedaría a vivir en México.
Proveniente de Rosario, Argentina, llegué a México el 7 de febrero de 1977, como parte de la salida de muchas y muchos del Cono Sur, producto de los golpes de Estado, la intervención de Estados Unidos y el establecimiento de las dictaduras militares y la política de exterminio de los opositores.
Las expresiones organizativas y partidarias de izquierda, imbuidas de las revoluciones más relevantes del siglo XX, con énfasis en la cubana, buscaban una transformación social a partir de la “toma del poder”, en el tránsito hacia el socialismo.
En Argentina, la derrota del movimiento social y sus expresiones políticas y guerrilleras como fueron Montoneros y el PRT-ERP, significó el asesinato y desaparición de muchos de sus militantes y el exilio de otros.
Llegamos a un país donde nos sentimos protegidos, pero fuimos apropiándonos de los procesos de lucha, resistencias y represión que tenían de luto gran parte del territorio nacional, aunque de alguna manera oculto bajo un discurso democrático y una política de Estado de férreo control.
Llegar a Puebla desde el Distrito Federal en lo personal significó otro exilio; sin embargo, la solidaridad de muchos, así como la presencia de una comunidad latinoamericana producto del exilio que participaba en la universidad y/o en el Fresola, Frente de Solidaridad Latinoamericana, propiciaron una mayor adaptación e integración.
En la Escuela, la docencia que inicié con el Seminario de Producción junto a otros profesores me permitió avanzar en la comprensión de la estructura económica de México y Puebla y conocer a empresas o proyectos productivos del ámbito social, así como la geografía de la entidad, que reflejaban la diversidad y desigualdades regionales preexistentes y que se convertirían en cierta medida en ejes de las investigaciones del área agraria que posteriormente conformamos. Impartí por muchos años las materias de economía política; los talleres y seminarios de investigación, así como las materias específicas de nuestra área de investigación, que se constituyó en una salida terminal del plan de estudio.
Un proyecto fundamental en los primeros años de los 80 que definiría la investigación y la docencia asociada a la vinculación social en la facultad fue la creación, en octubre de 1983, del Centro de Investigación y Comunicación (CIC), que tenía el triple propósito de la investigación sobre la realidad económica poblana; de establecer vínculos y aportar al desarrollo de las organizaciones populares y con ello contribuir a la formación profesional de los estudiantes. En cierta medida se convirtió en una militancia de vida.
Estudiantes, profesores y administrativos buscamos recrear, a partir de las diversas tendencias que existían en la Escuela, una voluntad colectiva de transformación de nuestro propio espacio, y si bien los cambios, las disputas y los conflictos de la izquierda en la universidad, aunados a los del país, propiciaron la imposición de una reforma universitaria que canceló el modelo de universidad crítica, democrática y popular, y truncó el proyecto del CIC, la áreas de investigación, docencia y vinculación que conformamos como son la agraria, industrial y urbana-municipal, se mantuvieron posibilitando con sus investigaciones la apropiación y generación de conocimiento para la sociedad.
Como parte de la creación del área agraria, Carlos Montes, Sergio Cortés y yo recorrimos por meses el territorio poblano e interactuamos con diversos actores sociales, que posibilitaron no solo comprender sus demandas, sino su accionar político. La Sierra Norte por ejemplo, en 1976 había destacado a nivel nacional por la toma de tierras, reclamando un nuevo reparto agrario, y si bien hubo algunas afectaciones, la sierra fue militarizada y escenario de fuertes disputas. La masacre Monte de Chila, Jolapa, ocurrida el 28 de enero de 1970, donde al menos 324 personas fueron asesinadas, la mayoría de ellas campesinos, mujeres y niños totonacos y nahuas, mientras las cifras oficiales reportaban 20. Así como la matanza en Rancho Nuevo Pantepec, el 2 de junio de 1982, donde 27 campesinos fueron acribillados por guardias blancas, policías estatales y municipales convocados por caciques de Francisco Z Mena y Xicotepec muestran la violencia generada como respuesta al reclamo de tierras, por caciques y latifundistas de esa región.
En el marco de la crisis de los 80 que marcó un punto de inflexión en la historia reciente de México y evidenció las limitaciones de un modelo de acumulación y de hegemonía y el tránsito hacia la liberalización económica, las transformaciones en materia educativa significaron la privatización de la educación pública a nivel federal y estatal y en la transformación del modelo de universidad crítica, democrática y popular por uno basado en la llamada “excelencia académica”, que implicaba limitar el ingreso mediante el establecimiento de cupos y examen de admisión así como el cobro de cuotas, que hoy está en crisis. En lo académico, los nuevos planes de estudios tenían la intención de ser sólo reproductores del pensamiento dominante y en la investigación / vinculación como proveedoras de servicios a bajo costo para los sectores empresariales y gubernamental.
Hubo que reinventarse, un nuevo centro de investigación, ligado a la creación de la Maestría en Economía, en 1995, en lo personal titularme de la maestría y posteriormente el doctorado en la UNAM. Y finalmente, hace casi 17 años ya, la creación del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social (Cedes), la Maestría en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional (MDECI) y el Doctorado en Economía Política del Desarrollo (DEPD) cuyos primeros años de funcionamiento fueron encabezados por Jesús Rivera de la Rosa, Isabel Angoa Pérez, Rosalía Vázquez Toríz y Jaime Estay Reyno, respectivamente, evidenciaron una nueva respuesta colectiva al modelo educativo vigente en la universidad.