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Saberes y haceres de las y los familiólogos

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Las Ciencias de la Familia son un cuerpo de saberes y haceres multidisciplinarios de las Ciencias Sociales y Humanas que permiten discernir la cotidianidad de los hogares, las familias y las personas desde su carácter diverso hasta sus problemáticas y representaciones sociales, económicas, políticas, históricas y culturales. Estos saberes y haceres conducen la formación de profesionales que buscan: a) estudiar, investigar y cultivar conocimiento sobre y para las familias; b) diseñar y orientar procesos de acompañamiento, intervención y trabajo para y con las familias, y c) promover y gestionar acciones transformativas a nivel político, social o comunitario con impacto en las familias y los hogares.

Las Ciencias de la Familia se entretejen a través de ontologías y epistemologías de orden horizontal, intergeneracional y multidisciplinario; es decir, florecen a través de un diálogo y ejercicio intelectual entre saberes y haceres de orden familiar, comunitario y científico. De esta manera, las Ciencias de la Familia son sensibles e inherentes a los problemas, transformaciones, necesidades o luchas de cualquier realidad familiar. Su contribución a la sociedad es trascedente y ha marcado un hito a lo largo de la historia y conformación de nuestros territorios tanto en el pasado, como en el presente, y claro, en el imaginario colectivo y prospectivo del porvenir.

Las disciplinas que arropan a las Ciencias de la Familia, teórica y metodológicamente, tienen origen múltiple en: a) la sociología, disciplina que provee cuerpo de conocimiento a nivel teórico y político; b) en la antropología, quien le dota de un cuerpo de conocimiento e interlocución a nivel metódico, epistémico y ontológico; y c) en la psicología, donde encuentra un cuerpo de conocimiento experiencial, y vivencial por cada integrante de la familia en relación a su bienestar emocional y salud mental. Sin descartar las contribuciones de otras disciplinas como la pedagogía, la historia, las ciencias políticas, la economía, la demografía, la filosofía, etcétera. Esta multidisciplinariedad de cuerpos de conocimiento se articula desde un enfoque de justicia cognitiva; es decir, de respetar y valorar a cada uno de los saberes familiares de tipo profesional y personal.

Quien cursa la carrera de Ciencias de la Familia es nombrado en su quehacer como familióloga o familiólogo; es decir, aquel/aquella profesionista que conduce sus saberes y haceres teórica y metodológicamente, a través de la educación familiar, la orientación y la mediación familiar, así como en la consultoría, gestión y promoción del bienestar y el desarrollo familiar, comunitario y social de las personas. De esta manera el o la familióloga:

  1. Discierne saberes familiares desde el seno de los hogares, comunidades y territorios, epistémica y metodológicamente, en interlocución con sus diversidades, diferencias y sentidos universales. Asimismo, y de manera metódica dialoga de manera horizontal con la historia, la cultura, el territorio y la experiencia de las personas y sus familias.
  2. Establece, cultiva y/o facilita espacios profesionales, de orden comunitario o institucional para la promoción del bienestar integral de las familias y el desarrollo de sus capacidades, a través de brindar información, cultivar estrategias, fomentar redes y co-construir resoluciones, transformaciones, cambios y/o prácticas que permitan y promuevan en las familias y sus integrantes el florecimiento de sus capacidades, la búsqueda y el disfrute de su bienestar emocional o su desarrollo humano integral.
Fotografías: Enrique Taboada
Fotografías: Enrique Taboada

En su quehacer profesional y ejercicio intelectual de carácter científico-practico, las y los familiólogos destacan por la comunión epistémica y metódica entre su saber y hacer a través de tres grandes perspectivas: la perspectiva familiar, la perspectiva de género y la perspectiva de cuidados:

  1. i) La perspectiva familiar le brinda una mirada multidisciplinaria, intergeneracional y horizontal de su profesión frente a sus realidades de estudio, investigación, acompañamiento o intervención. Define su atributo científico práctico en sus haceres y saberes. Demarca su comunión, relación y diferenciación de otras disciplinas de las Ciencias Sociales y Humanas que brindan explicaciones, soluciones o sinsentidos sobre el universo de la familia y las familias.
  2. ii) La perspectiva de género le brinda la capacidad de reconocer procesos de desigualdad social, escenarios de violencia estructural y desprotección social, así como condiciones de vulnerabilidad, pobreza y precariedad en razón de género que acontece la vida familiar, sus relaciones, subjetividades e identidades. Asimismo, esta perspectiva destaca el carácter diverso, local y diferenciado de los hogares, las familias y las personas a fin de sus realidades comunitarias, territoriales e históricas de los lugares, los espacios y tiempos en los que habitan.

iii)        La perspectiva de cuidados le brinda la capacidad de promover procesos sociales, culturales y familiares de carácter territorial. Reconociendo que la vida está o deberá estar al centro de cualquier sociedad y en consecuente el cuidado y los cuidados también estarán o deben estar al centro. Es decir, el familiólogo/a reconoce la trascendencia que representa el cuidado y los cuidados, no como complemento, sino como una condición inherente a la vida. Al tratarse el cuidado de una necesidad universal, y de la cual emanan derechos y responsabilidades, estas deberán exigírseles y garantizarse por el Estado, el mercado en comunión con la sociedad, sus comunidades y familias.

En síntesis, el familiólogo o familióloga es un/a profesional, formado/a en las Ciencias de la Familia, cuyo mercado de trabajo y sentido laboral es por sí mismo una experiencia transformadora, paradigmática y de contribución al bienestar social de las personas y las familias. Sus oportunidades y áreas de desarrollo profesional al ser del tipo institucional, social o comunitario responden a las necesidades, capacidades y trayectorias de vida de los hogares y sus familias.

La diferencia del familiólogo/a de otras profesiones se encuentra en la perspectiva familiar, perspectiva de género y perspectiva de cuidados con la que se sumergen e interlocucionan con las circunstancias, condiciones y necesidades familiares en el día a día.  De esta manera, además de llegar al origen, las causas y consecuencias de sus problemas y necesidades, también disciernen el papel de la familia, los hogares, sus integrantes y/o la comunidad para la búsqueda y co-construcción de explicaciones, soluciones y capacidades que permitan trazar posibilidades presentes y futuras, donde la vida, el cuidado y las familias estén al centro.

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