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Acoso migratorio

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La mesura, el respeto, el decoro y la legalidad no parecen ser atributos del presidente Donald Trump, quien reiteradamente denuesta y criminaliza a diestra y siniestra. Ahora ya el senado de su país le aprobó el presupuesto fiscal del año entrante, por lo que dispondrá de mayores recursos para la guerra y para acosar a los inmigrantes que radican en ese país que aún no se han ciudadanizado. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas dispondrá de un presupuesto ampliado para la detención, retención y traslado de migrantes y duplicará la capacidad de detención; se continuará con la construcción del muro fronterizo con México y se contratará a 20 mil nuevos agentes fronterizos; los servicios de inmigración aumentarán sus tarifas y cobrarán las que eran gratuitas: por solicitud de asilo se pagarán mil dólares (USD); por permiso de trabajo, 550; por apelar el fallo de un juez migratorio, 900, y por solicitar Estatus de protección temporal, 500 USD, y las remesas enviadas al extranjero a través de giros postales, cheques de caja o efectivo pagarán 1 por ciento. Continuarán las redadas de los residentes temporales o ayunantes de documentos, tanto en centros de trabajo como en lugares públicos.

La arbitrariedad de los actos de detención y la brutalidad del acoso violenta derechos humanos, migratorios y laborales de los migrantes y trastoca soluciones en conflicto. Los inmigrantes se ocupan de la reproducción de las personas y del capital, la mayoría de ellos está inserta en una actividad laboral legal, ya sea en los hogares o en el proceso de producción, distribución, cambio y consumo; la privación de su libertad (ya sea por detenciones o amenazas de deportación) desarticula actividades, principalmente en la agricultura, hoteles y esparcimiento y aletarga el consumo; también genera solidaridad tanto de inmigrantes como de nativos así como manifestaciones públicas de rechazo a ese tipo de acoso. También construye subjetividades en resistencia ante un depredador común y consensa formas organizativas y tácticas de lucha por una residencia digna, humana y ganada con el esfuerzo de muchas generaciones. Si el problema es la seguridad nacional, visibilizarlos como residentes permanentes o ciudadanos y otorgar visas de trabajo acorde al mercado laboral sería más eficiente y digno. A lago plazo, pueden promover el quédate en casa para que migrar sea un derecho, no una fatalidad generada por el despojo, la invasión, el corporativismo y la anexión.

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