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Anfibios en la ciudad

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Era una noche de verano y como en cada una de esas noches, la lluvia era parte del sonido de la ciudad, la cual, además, hacía que el ruido de los autos fuera menos ensordecedor. En las noches de verano de esta ciudad también hay un sonido luchando por sobrevivir al asfalto, a la ciudad creciente y al ajetreo de una vida que pasa sin mirar atrás; el canto de los anfibios.

Los anfibios, organismos que abandonaron el mar para conquistar la tierra, aparecieron hace aproximadamente 370 millones de años durante el Devónico; sus características fisiológicas y morfológicas les han permitido continuar hasta la actualidad. Se encuentran en casi todos los ecosistemas, excepto en los polos; de ahí en fuera los encontramos principalmente en aquellos lugares en donde la humedad y la temperatura les permiten sobrevivir a las inclemencias del clima.

Hoy en día podemos clasificar a los anfibios en tres órdenes: caudados (salamandras, ajolotes y tritones), gymnophiona (cecilias) y los anuros (sapos y ranas). La mayoría de los anfibios presentan una piel lisa, vascularizada y sin protección de escamas, pelo o plumas que les permite llevar a cabo una parte de su respiración e intercambio de gases. En el mundo tenemos aproximadamente 7 mil 42 especies de anfibios, de estas, 400 especies aproximadamente se encuentran en nuestro país.

En esta ocasión, querido lector, nos centraremos solo en las ranas y los sapos; es importante decir que este grupo no solo ha logrado colonizar el medio terrestre, sino que también los podemos encontrar enterrados o en los troncos o copas de los árboles, desde luego, parte de su vida sigue ligada al agua. Estas características les han permitido explotar diferentes nichos (papel o lugar que ocupa una especie dentro de un ecosistema). En cuanto a la talla, hay organismos que miden 1 cm y otros alcanzan longitudes de hasta los 30 cm. En cuanto a su alimentación, son insectívoros por excelencia; gracias a esto son organismos que ayudan al control de las plagas. Generalmente los encontramos activos durante la noche y principalmente durante la época de lluvias; esta actividad también está ligada a la reproducción, ya que el canto que emite la mayoría de los machos será para atraer a las hembras y que, una vez llevado a cabo el cortejo y la reproducción, las hembras depositarán los huevos en algún cuerpo de agua cercano o en algunas especies los pondrán en las hojas de los árboles.

Aunque parezca sorprendente, en la capital poblana todavía existen especies de ranas y sapos tratando de sobrevivir al crecimiento de la ciudad; es importante mencionar que estas especies de anfibios, a diferencia de otras, tienen la capacidad de adaptarse a los ambientes perturbados, en donde la poca cobertura vegetal, el ruido, la contaminación y el aumento de la temperatura, son sus principales enemigos. La rana arborícola de montaña (Dryophytes eximius), la rana fisgona deslumbrante (Eleutherodactylus nitidus), la rana del género (Lithobates sp.) y el sapo de espuelas mexicano (Spea multiplicata) son las especies de anfibios que tenemos en la ciudad. De las tres especies, la rana fisgona deslumbrante, vive principalmente en las copas de los árboles o entre la vegetación, mientras que las otras tres especies están más ligadas a los cuerpos de agua.

Aunque haya especies como las que tenemos en la capital, adaptadas a ambientes perturbados, no quiere decir que no estén en riesgo de desaparecer, ante esto es importante sumarnos o apoyar los programas para su conservación.

Los invitamos a que en esta temporada de lluvias paren la oreja y pongan atención, que el concierto de la sinfónica de los anfibios los querrá deleitar con su más famoso éxito, cantando bajo la lluvia.

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