Cierre electoral en 2017

Faltan cinco meses para elegir al próximo presidente de la República y por lo menos uno de cada cinco ciudadanos no tiene definido su intención de voto, y de los que ya la han expresado, en muchos casos pueden cambiar. Sin embargo, algunas constantes se observaron durante el año pasado: el PRI es el partido con más rechazo por la ciudadanía, Morena es un partido que mejoró sus preferencias electorales, el PRI cerró al alza y el PAN, en el mejor de los casos, se mantiene constante o ha decrecido. Las alianzas ya formalizadas registran mejores porcentajes que la de los probables candidatos que habrán de encabezarlas y, de los precandidatos presidenciales, Andrés Manuel López Obrador fue el mejor posicionado. Las encuestas electorales reflejan, en el mejor de los casos, la preferencia de la población objetivo en el momento de su aplicación y las preguntas formuladas no siempre son idénticas entre las empresas encuestadoras, ni entre distintos sondeos aplicados en periodos diferentes por lo misma empresa: algunas veces se pregunta intención de voto por partido, en otras por alianzas, y en la mayoría por probables candidatos a través de respuestas inducidas a la lista presentada por el encuestador; no siempre se explicita si las respuestas presentadas son brutas (con registro de intención no declarada) o efectivas (reasignando las no respuestas).

Al mes de enero de 2018, los ciudadanos de la Lista Nominal eran 87.8 millones, y si en este año la participación fuera de 63 por ciento, igual a la de la elección presidencial de 2012, la votación que podría esperarse es de 55.3 millones (fue de 50.1 millones en 2012). Es probable que la Lista Nominal incluya a ocho millones de ciudadanos que radican en el extranjero y que por lo general no participan en la elección presidencial y si lo llegan a hacer, es en un porcentaje menor a uno por ciento, por lo que una votación de 60 a 65 por ciento con respecto a la Lista Nominal es ya alta, mucho más cuando lo que priva en la mayoría de las localidades es la inseguridad pública y el mensaje gubernamental que se promueve es la criminalización de la protesta social y la militarización del proceso electoral.

Si las elecciones presidenciales hubieran sido el mes de diciembre de 2017, Andrés Manuel López Obrador habría tenido entre 20.2 millones de intenciones de voto (estimación propia con base en GEA-ISA, encuesta de octubre-diciembre de 2017) y 27.2 millones (con base en Parametría, diciembre de 2017); Ricardo Anaya tendría entre 13.1 millones de intenciones de voto (con base en DEFOE-SPIN, diciembre 2017) y 22.8 millones (con base en Buendía y Laredo, enero de 2018): José Antonio Meade tendría la intención de voto de 13.1 millones de ciudadanos (con base en DEFOE-SPIN, diciembre de 2017) y 17.6 millones (con base en Parametría, diciembre de 2017). Los ciudadanos que no mostraron preferencias por ninguna de las opciones ofrecidas como respuestas variaron entre 15.8 millones (con base en Parametría, diciembre de 2017) y 29 millones de ciudadanos (con base en DEFOE-SPIN, diciembre de 2017). De cinco encuestas consultadas, López Obrador fue la primera posición en cuatro y empató en otra; Ricardo Anaya fue segunda posición en tres encuestadoras, en otra empató el primer lugar y en otra fue tercero; José Antonio Meade fue tercera posición en tres encuestas, segundo lugar en otra y empató la segunda posición en otra. Las tres candidaturas independientes que se consideraron por las encuestadoras en ninguna medición estuvieron cercanas a las primeras posiciones y la mejor posicionada de esas candidaturas fue Margarita Zavala.

En febrero se definirán las candidaturas a la presidencia de la República y con ello se decantarán las respuestas inducidas de las preguntas de intención de voto. Si procediera la candidatura independiente de Margarita Zavala y si mantuviera la intención de voto registrada hasta diciembre del año pasado, el más afectado de los otros precandidatos sería Ricardo Anaya, ya que el perfil de los seguidores de la panista es más afín a José Antonio Meade, el candidato de los poderes fácticos. De ser así, la elección presidencial sería de dos y no entre tres alianzas, como se manifestó en diciembre del año pasado. Además, en esta elección presidencial harán su debut electoral 13 millones de ciudadanos nacidos entre 1995 y 2000, son la generación Z, quien se ha mostrado sensible a los problemas sociales y críticos de los regímenes autoritarios y corruptos, por lo que la orientación de su voto puede definir la contienda electoral.