Cuando se habla de biodiversidad o diversidad biológica, como también se le conoce, nos referimos a toda la variedad de vida que existe en el planeta, incluyendo plantas, animales, hongos y microorganismos que viven en un determinado lugar. Este entramado ha constituido, a lo largo de la historia, una red vital de la que dependemos para muchas de las funciones que benefician a la especie humana, como es la generación de alimentos, purificación del agua, elaboración de medicinas y considerando también el valor hedónico (que produce un placer gratificante) de disfrutar los paisajes que la composición de seres vivos logra en total armonía, de la misma manera, la biodiversidad contribuye a generar un clima estable y también tiene un papel importante para el crecimiento económico de las sociedades.
Los organismos vivos han sido fundamentales para mantener el sistema climático de la superficie terrestre; son los principales actores en el ciclo de carbono y juegan un rol central en la dinámica de todos los Gases de Efecto Invernadero GEI (metano, oxido y dióxido de azufre, oxido y dióxido de nitrógeno y dióxido y monóxido de carbono); sin embargo, las numerosas actividades antropogénicas que se realizan han aumentado la concentración de estos gases, y con ello se ve alterada la capacidad natural del ecosistema y sus organismos para incorporar los GEI dentro de los ciclos naturales; el problema se agrava considerando el constante y creciente desarrollo urbano, donde grandes extensiones de vegetación son transformadas en espacios de concreto, con gran actividad mercantil, industrial y vehicular, generando un aumento excesivo de los GEI, aunado a la tala y degradación de ecosistemas que permiten amortiguar el impacto de las altas concentraciones de dióxido de carbono, que es uno de los principales responsable del calentamiento global.
La importancia de los organismos vivos en el sistema no solo depende de su abundancia, sino también de su biodiversidad, donde cada de ellos cumple un rol específico en el sistema para mantener un equilibrio ecológico en el planeta; la variabilidad climática resultado del cambio climático ha afectado los indicadores de la biodiversidad (abundancia y diversidad); el Fondo Mundial para la Naturaleza ( WWF por sus siglas en inglés) ha detectado especies que se han visto afectadas por el fenómeno climático, entre las que están la Tortuga laúd (Dermochelys coriácea), Pingüino Emperador (Aptenodytes forsteri), Arrecifes de coral de aguas cálidas, Leopardo de las nieves (Panthera uncia), entre muchas otras (Ver: WWF, las 10 de las especies más amenazadas por el cambio climático).
Afectaciones del cambio climático en la biodiversidad
La vida en el planeta se basa en el carbono, el cual se encuentra tanto en los tejidos vegetales como en la piel de los animales (hechos de carbono), es un elemento primordial en la composición del dióxido de carbono (CO2), cuya función es parte esencial del proceso de fotosíntesis en las plantas y que por la cantidad y concentración de partículas generadas (a raíz de las actividades antropogénicas) aumenta la pérdida de biodiversidad, incrementando la temperatura del planeta y generando un calentamiento global, que se ve reflejado en la variabilidad climática, de la cual se cuenta con mayor registro de datos.
En los últimos 100 años se ha documentado el aumento de la temperatura promedio en la atmósfera, dando como resultado el cambio climático que afecta a todos los organismos del planeta; muchos de ellos ya están respondiendo a esta nueva dinámica a través de cambios en su área de distribución (desplazándose a lugares alejados de su hábitat natural) y afectando sus rutas migratorias, como en el caso de algunas especies de aves que pasan por México, como la Golondrina común (Hirundo rústica), el Colibrí de cola ancha (Selasphorus platycercus), el Pelícano blanco (Pelecanus erythrorhynchus), entre otras (ver: Semarnat, México, anfitrión por excelencia de estas embajadoras de la biodiversidad). Las especies acuáticas también han mostrado afectaciones por el clima extremo al que se han enfrentado durante los últimos años, lo cual resulta el doble de preocupante al considerar que México se encuentra entre los cuatro primeros países de mayor biodiversidad en el mundo.
El cambio climático afecta directamente a las funciones de los organismos individuales (por ejemplo, el crecimiento y el comportamiento), modifica poblaciones (tanto en tamaño como en estructura) y afecta la función del ecosistema (en la descomposición, ciclos de los nutrientes, flujos del agua, composición de las especies e interacciones de las especies) y la distribución de los ecosistemas dentro de los paisajes (ver: IPCC. Cambio climático y biodiversidad), por lo que el aumento de la temperatura global y el incremento en el nivel del mar afectan de una manera negativa a la biodiversidad del planeta, según los datos de la WWF, entre 1970 y 2016 ha disminuido la abundancia de especies en el mundo en un promedio de 69 por ciento (ver: WWF. Informe Planeta Vivo).
Es importante destacar que el glaciar del Popocatépetl fue declarado extinto oficialmente en 2001, como efectos del cambio climático, el incremento en las temperaturas y por la actividad volcánica. Recientemente en 2018 fue declarado extinto el glaciar Ayoloco en el volcán Iztaccíhuatl. Conocida por los antiguos de las culturas originarias como Iztacteteo la diosa blanca por sus nieves perpetuas. Esto ha ocasionado grandes alteraciones en los ciclos biológicos naturales y ciclos biogeoquímicos.
Con el cambio climático se ha determinado el aumento en el número de plagas en cultivos y en ecosistemas; un ejemplo de ello se observa en los bosques, por el incremento en las temperaturas, el caso del escarabajo Dendroctonus mexicanus descortezador del pino, que afecta grandes poblaciones de diferentes especies de pino y especies como el oyamel Abies religiosa en el Parque Nacional Malintzin, en los estados de Puebla y Tlaxcala, uno de los factores más importantes es la variabilidad climática por un incremento en las temperaturas aumentando la abundancia del descortezador. Otro ejemplo es el muérdago amarillo Arceuthobium globosum es una especie que causa infestación severa y puede provocar la muerte de árbol, en bosques con poblaciones de encino y de pino, esta especie ha cambiado su distribución y se ha adaptado de los 3000 msnm a los 3500 msnm.
Para prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas de todo el mundo es preciso llevar a cabo cambios que abarquen todo el sistema: desde cómo producimos, qué consumimos, la tecnología que usamos (reduciendo los niveles de contaminantes generados), así como nuestros sistemas económicos y financieros. Para ello, la Organización de las Naciones Unidas ha propuesto los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), a través de un documento nombrado Agenda 2030 (Ver: ONU. ODS, 2015), cuyas estrategias dependen de los alcances y recursos que establezca cada nación para poder dar cumplimiento a los ODS, dentro de los cuales se encuentra el Objetivo 13. Acción por el Clima (relacionado a Cambio Climático), el Objetivo 14. Vida submarina y el Objetivo 15. Vida de ecosistemas terrestres, los dos últimos enfocados al cuidado de la biodiversidad en el planeta; sin embargo, hay que considerar que no se trata de asuntos meramente ambientales por lo que se requiere la relación entre aspectos económicos, sociales, morales y éticos.