En las últimas décadas del siglo XX el comercio internacional se caracterizó por la segmentación de procesos que intervienen en la producción, delegándolos a proveedores ubicados, principalmente, en los países asiáticos, siendo China el que se erigió como “la fábrica del mundo”; esta tendencia es reconocida como offshoring. No obstante, la irrupción de la pandemia por el Covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania dejaron al descubierto las vulnerabilidades de esta estrategia de producción global, pues la interrupción en las cadenas de suministro, ralentizó o incluso detuvo el flujo de materias primas y productos acabados. A lo anterior se sumó una creciente postura de proteccionismo económico en Estados Unidos luego de la crisis financiera mundial de 2008 y el incremento de las tensiones comerciales y tecnológicas entre China-Estados Unidos desde 2017.
Es bajo tal escenario que las empresas replantean sus estrategias de producción global, surgiendo una nueva tendencia de comercio internacional conocida como nearshoring. En términos generales esta nueva estrategia tiene como objetivo reducir la dependencia de proveedores lejanos mediante la relocalización de sus operaciones a un país cercano a la matriz. En este contexto, México tiene una posición privilegiada, pues su cercanía geográfica con Estados Unidos permitirá a las compañías estadounidenses, europeas y asiáticas reducir los costos de transporte, aprovechar los aranceles preferenciales del T-MEC, así como facilitar la coordinación de sus operaciones al compartir zonas horarias. Como ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que México podría aumentar en 35 mil millones de dólares (mdd) sus exportaciones de bienes y servicios (BID, 2023), por su parte, la Secretaría de Economía de México (2023) estima una inversión de empresas extranjeras de más de 30 mil mdd entre 2023 y 2025; ambas estimaciones producto del nearshoring.
Ello abre importantes ventanas de oportunidad a las pequeñas y medianas empresas (pymes) locales de los sectores industriales, pues al incorporarse a las cadenas de proveeduría de las grandes empresas globales que se instalen en el país, lograrán estabilidad en su producción, al asegurar sus ventas con la obtención de contratos por periodos de tiempo amplios, así como detonar dinámicas de inversión, considerando que en México la inversión privada actúa inducida por las ventas.
Todos los anteriores operan como factores importantes para detonar el desarrollo económico local, pues los encadenamientos productivos, se manifiestan en la generación de empleos formales en sectores en donde las remuneraciones son más altas, y están vinculadas a una mayor cualificación de la fuerza de trabajo. Y más aún, permiten generar el excedente económico que financie, no solo el sostenimiento, sino la ampliación de los programas sociales más representativos del gobierno federal, los cuales están enfocados en reducir las brechas de desigualdad.
Sin embargo, no basta con la ventaja competitiva que representa nuestra ubicación geográfica; la inserción de las pymes mexicanas a las cadenas globales de valor, no se dará solo por la llegada de nuevas inversiones, puesto que este segmento de empresas nacionales enfrenta grandes barreras a la entrada que impone la gran empresa. En efecto, las empresas globales no suelen elegir proveedores nacionales sabedoras de la dificultad que tienen las pymes para cumplir con requisitos de calidad o de escala de producción; así mismo, debido a que son empresas que operan altamente fragmentadas y que cuentan con una amplia red de proveedoras de clase mundial. Lo anterior plantea retos importantes a nivel de políticas públicas, pues se requiere una activa intervención desde los tres niveles de gobierno para facilitar la incursión de las pymes en cadenas mundiales de valor.
No obstante, una de las consecuencias del modelo económico neoliberal implementado desde la década de los ochenta y actualmente vigente, fue el abandono de políticas industriales activas, y en consecuencia, la desaparición de instituciones clave (como la banca de desarrollo). Con ello la intervención de los gobiernos subnacionales quedó reducida a tareas de servicios básicos (recolección de basura, distribución del tránsito local, atención primaria de jardines, etcétera), esencialmente a mantener bonitas las ciudades.
Al respecto, emerge una interrogante: ¿qué pueden hacer los gobiernos locales para aprovechar las nuevas tendencias del comercio internacional, dados los candados que impone el T-MEC para la aplicación de políticas industriales activas? En nuestra opinión, aunque el margen de acción es limitado, la política pública local puede contribuir en parte a aprovechar el fenómeno del nearshoring mediante:
- En primera instancia, cambiar la visión del nivel de actuación de las instituciones locales, pues tradicionalmente, las dependencias que tienen atribuciones normativas en materia de desarrollo económico redujeron el alcance de sus programas públicos.
- Fungir como promotor de mecanismos en los que confluyan los sectores público, social y privado, para la toma de decisiones estratégicas, en cuyo seno se promueva la definición de políticas públicas de alcance en el corto, mediano y largo plazo, que trascienda los periodos de las administraciones (transexenales y transtrienales); construidos sobre la base de diagnósticos profundos en los que participen las universidades, que permitan encausar los esfuerzos institucionales y presupuestos locales, hacia los sectores en los que los territorios presenten mayor potencial para generar desarrollo económico.
- Impulsar la construcción de una política industrial desde lo local, que constituya un conjunto de instrumentos normativos y de planeación, efectivos y puntuales, que superen la naturaleza retórica que actualmente predomina en los planes de desarrollo estatales y municipales. Esta política tendrá que plantearse como principales ejes: generar sinergias para acceso a financiamiento del grupo de empresas que formen parte de la población objetivo, contribuir a elevar la productividad de las empresas identificadas, promover su modernización tecnológica e incremento de su capacidad de innovación, apoyar a elevar los niveles de calificación de su fuerza laboral.
- Diseñar e implementar programas de financiamiento y acompañamiento para lograr certificaciones especializadas que demandan las empresas globales, así como de fomento de los procesos de innovación, por ejemplo, centros que impulsen servicios de formación especializada y fortalecimiento de las capacidades tecnológicas.
En conclusión, nos encontramos frente a una coyuntura que puede generar efectos muy positivos en materia de desarrollo económico local; sin embargo, ello no será resultado de la generación espontánea, se requiere de la voluntad de los tomadores de decisión al frente de las instituciones gubernamentales, para generar las sinergias que hagan realidad la construcción de políticas públicas en materia de fomento industrial que responda a las tendencias actuales del comercio internacional, lo cual es factible y urgente.
Referencias
BID. 2023. Nearshoring agregaría US$78.000 millones en exportaciones de América Latina y Caribe. BID, Comunicado de prensa, 7 de junio.
Secretaría de Economía. 2023. Reportes estadísticos de IED.