El Sol, nuestra estrella más cercana, no es solo la fuente de energía que permite que haya vida en nuestro planeta sino que también es un laboratorio natural en el que podemos estudiar una gran variedad de fenómenos que ocurren en él. La actividad solar es cambiante y se rige por periodos de muy poca o nula actividad y periodos en los que se encuentra muy activo. Esto se ve reflejado con la ocurrencia de fenómenos explosivos que pueden liberar grandes cantidades de energía al medio interplanetario. Además, es común que dejen una huella característica, algo que los diferencia de otros, en particular, en la banda de radio del espectro electromagnético. Es por esto que, a la firma en radio de algún fenómeno que ocurre en el Sol se le acuñe el nombre de estallido de radio. Una forma simple de definirlo es pensarlo como una señal que sobresale de otras durante cierto periodo de tiempo. Los estallidos de radio solares se dividen, principalmente, en cinco tipos y están relacionados con fenómenos que ocurren en el Sol. Algunos de estos fenómenos son explosivos y otros tienen una naturaleza menos energética, siendo el resultado de tormentas de ruido sobrepuestas sobre un continuo de radiación. Los estallidos Tipo I están asociados con las regiones activas (conjuntos de manchas solares) que existen en el Sol. Los Tipo II son la firma en radio de ondas de choque que se producen debido a explosiones solares. Los Tipo III se relacionan con haces de electrones que viajan a velocidades relativistas debido a la ocurrencia de una fulguración solar. Los tipo IV se asocian con la emisión de partículas que quedan atrapadas en explosiones solares o bien, otros se relacionan con fulguraciones solares. Finalmente, los Tipo V ocurren siempre acompañando a los estallidos Tipo III. Para detectar a los estallidos de radio solares se utilizan antenas. Estas pueden estar situadas en nuestro planeta, o bien montadas en alguna nave espacial. Esto depende mucho de las frecuencias que se desean observar. Por ejemplo, si queremos estudiar estallidos de radio en frecuencias bajas, nuestra ionósfera impone una barrera que no permite el paso de señales con frecuencias de algunos megahercios (MHz). Esto hace que construyamos antenas para ser montadas en naves espaciales y, una vez que están fuera de nuestro planeta, puedan detectar emisiones de radio de baja frecuencia. Por el contrario, para frecuencias altas (de varias decenas de MHz en adelante) basta con instalar las antenas en tierra.
El estudio de estallidos de radio solares en México se ha venido realizando desde hace unos tres decenios aproximadamente. Los análisis se han hecho con observaciones obtenidas tanto de naves espaciales como de instrumentación en tierra. Sin embargo, estas observaciones no son propias en su mayoría, por lo que se ha tenido una dependencia de observaciones con el exterior. Recientemente se han hecho esfuerzos destinados a desarrollar la infraestructura que permita contar con observaciones de estallidos de radio solares propias. Uno de estos ha sido formar parte de la red mundial de espectrómetros solares e-Callisto. La red está formada por estaciones en los cinco continentes, y surgió como una iniciativa de C. Monstein, del Tecnológico de Zurich, en Suiza, en el marco del Año Geofísico Internacional 2007, y de la iniciativa internacional de clima espacial (ISWI, por sus siglas en inglés). Actualmente, la red cuenta con alrededor de 136 estaciones. Sus objetivos principales son la observación de estallidos de radio solares para realizar estudios científicos, la educación, la divulgación y la ciencia ciudadana, así como el monitoreo de interferencias de radio frecuencia. En México contamos con cuatro estaciones conocidas como MEXART, MEXICO-FCFM-UANL, MEXICO-LANCE-A y MEXICO-LANCE-B, que en su conjunto forman la Red de Espectrómetros Callisto de México (REC-Mx). La REC-Mx pertenece al Laboratorio Nacional de Clima Espacial (LANCE), y las estaciones se localizan en los estados de Michoacán y Nuevo León. El LANCE es un consorcio entre la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma de Nuevo León. Uno de los planes a futuro es instalar dos estaciones más: una en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), en la Facultad de Ciencias en Física y Matemáticas, y la otra en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) en el Campus de Ensenada.
La importancia de desarrollar infraestructura destinada a contar con una red de instrumentación, en este caso para el estudio de estallido de radios solares, no sólo radica en contar con observaciones propias sino que también incide en la creación de colaboraciones con grupos de investigación en otros estados del país. Esto permite el intercambio y formación de recursos humanos especializados, el desarrollo de investigaciones conjuntas, la creación de bases de datos de acceso público en repositorios nacionales, la divulgación de la ciencia en la población, entre otros.